Bitcoin, digitalización de la sociedad o el internet de las cosas.
Primeras señales de cambio de régimen que suena a revolución industrial.
Como en la anterior, el sistema de producción cambia e intranquiliza a
trabajadores, empresas tradicionales y en último término, a los estados y
bancos centrales.
Durante la revolución industrial, cientos de cartas fueron enviadas a
los dueños de las máquinas. Las firmaba el Capitán Ludd, un héroe
ficticio inventado por el proletariado británico que
exigía quemar los nuevos símbolos de la producción en masa para asegurar los puestos de trabajo.
Sería difícil que una misiva como esta se reprodujera en la nueva
revolución. En la que está llegando, la máquina de vapor es virtual e
incluso podría suponer un impulso para el maltrecho mercado laboral.
Para Spain Fintech Hub, España podría beneficiarse de su condición de líder europeo en penetración de smartphones y tabletas para fabricar una nueva pata que equilibre el empleo. En el informe presentado este martes, la plataforma
cifra en 218.000 puestos de trabajo los que se podrían sumar la economía nacional en tan solo seis años.
Ya
vemos cambios, todavía no demasiado bruscos, pero que se van notando
poco a poco. Las empresas han sido las primeras en darse cuenta y
Telefónica está dispuesta a apostar claramente por un modelo digital.
Según su presidente, se está produciendo una "revolución" que avanza a
un "ritmo vertiginoso”. En opinión de Cesar Alierta, esta "revolución"
traerá una mejora del bienestar y la productividad de los ciudadanos, y
tendrá un foco importante en el llamado “Internet de las cosas”, es
decir, la entrada de todo tipo de aparatos a la Red.
Google compró en enero Nest Lab por 3.200 millones. Conocida
desde 2011 por la presentación en sociedad de un termostato que aprende
de ti y que puedes controlar desde un smartphone, Nest podría
convertirse en la primera oleada de la nueva revolución tecnológica que
supondría el Internet de las Cosas. No hablamos solo de productos de
consumo, sino de optimizar procesos. Control en los cultivos, salud,
hasta la logística y el mantenimiento cobra un nuevo sentido si cada una
de esas partes emiten información.
Hoy en día este tipo de conexiones actualmente ascienden a 10.000
millones en todo el mundo y eso que "aún faltan por conectar el 99% de
las máquinas" según Alierta. Un negocio que según un estudio de Cisco
podría alcanzar los 10.900 millones de euros en cinco años.
Este sí será un cambio palpable. Objetos que aprenderán de nosotros,
que recogerán nuestras pautas y que podremos programar para que se
adapten a nosotros.
Todo desde la pantalla de nuestro teléfono.
LA BANCA SIN BANCOS
A muchos cambios te adaptas con facilidad. Las transferencias fueron
un punto de inflexión para los usuarios de los bancos, pero poder
hacerlas desde internet, en casa y las 24 horas del día, fue
relativamente fácil de asimilar. Ahí está la clave del movimiento: es
silencioso, paulatino y nos aporta tanta comodidad que lo adoptamos con
facilidad.
Cuando en la década de los 50 se implantaron las primeras
tarjetas, el cambio fue más abrupto que el de pagar con el teléfono
móvil. Al fin y al cabo, el teléfono ya ocupa espacio en nuestro
bolsillo y en nuestra rutina, mientras que las ahora comunes tarjetas
empezaban de cero. Cada vez que puede,
Francisco González de BBVA insiste en que el espejo a mirar –y vigilar- son las tecnológicas, las Google, Amazon o Facebook. La última adquisición del banco va en esa línea y
el 20 de febrero se hicieron con Simply, la startup norteamericana de banca virtual.
Por 85 millones, el precio pagado por usuario no sería rentable si no
fuera por el interés de BBVA en avanzar escalones en la tecnología de un
salto. Es una cuestión de tiempo y de cultura empresarial y
desde la
propia compañía reconocen que, si bien el objetivo es común, el tamaño
de los gigantes bancarios impide la agilidad de las pequeñas compañías. Solo tirando de chequera pueden agregar el potencial negocio de la banca en los móviles.
En EEUU, su nuevo terreno de juego, el banco español se las tendrá que ver con
Square, el penúltimo agitador del sector de los pagos móviles en el mundo.Google Wallet y Paypal ofrecen estos servicios, pero ninguno con la simplicidad de la que presume:
asocias
una tarjeta de crédito o débito a una cuenta de email y envías un
correo electrónico convencional con la cifra que quieras transferir en
el asunto con copia a la empresa. De un plumazo han borrado los engorrosos pasos del resto de competidores.
La auditora de tecnología Gartner estima que
los pagos móviles alcanzarán los 720.000 millones dólares al año en 2017, frente a los 235.000 del año pasado.
Lo mejor es el margen de crecimiento en un año en el que las
transacciones entre de particulares superaron los 15 billones de
dólares. De esa cantidad, solo
PayPal movió 180.000 millones a través de casi doscientos países.
La compañía es la joya de la corona de eBay, a la que con 6.600
millones aporta más del 40 por ciento de sus ingresos. Se ha hecho tan
grande que ya solo una de cada tres operaciones que efectúa es en el
entorno cerrado de la empresa de subastas. Una joya que brilla tanto que
muchos se preguntan por qué no hay una segregación y una nueva salida a
Bolsa. Esa es precisamente
la nueva batalla abierta por Carl Icahn, el inversor que ha desembarcado
como un elefante en la cacharrería de Silicon Valley.
Ebay ha reaccionado tarde ante la amenaza que ha supuesto Square,
pero lo ha hecho con rotundidad con PayPal Here, un sistema de pago
para pequeños comercios mediante teléfono o tableta. En el camino,
gigantes como Apple, Amazón y Google están a dos palmos de abalanzarse
sobre la tarta de los pagos.
Silicon Valley bulle de ideas al respecto y la carrera ha empezado.
Apple tiene su iTunes, la tienda virtual desde donde articula gran parte
de sus ventas, con un pie en el mundo físico con los 600 millones de
clientes de sus Apple Store. Recientemente ha introducido en sus modelos
de iPhone el lector de huellas digitales, el relevo natural de la firma
en las transacciones. Por su parte, Amazon tiene 230 millones de
clientes y ya trabaja en un sistema de pago que emplee sus populares
e-books Kindle para poder comprar.
Caso
aparte es Google, un gigante capaz de desplegar su hegemonía como
pocos. El lanzamiento de su red social fue fulgurante, alcanzando los 25
millones de usuarios en menos de un mes frente a los 36 que necesitó
Facebook. Google se beneficia de Android, su sistema móvil, y su
filosofía integradora dentro de su entorno: A más profundidad de
inmersión en su ecosistema, mayores sinergias y mejor experiencia de uso
de los dispositivos.
Según un estudio del Instituto de Estudios Bursátiles, los de Montain
View podrían ser la primera y más fuerte a la hora de conquistar
territorio a la banca tradicional. No en vano firmó un acuerdo
con MasterCard y lleva tiempo haciendo pequeños guiños al sector
financiero a través de pagos vía móvil con el Google Wallet y en el
envío de dinero de usuarios a través de Gmail en EE.UU.
¿Le preocupa a los bancos esta invasión de su territorio? En un
primer estadio sí, pero Javier Flores de ASINVER cree que asistimos a un
“paulatino alejamiento de la banca del negocio minorista” y estas
compañías, hoy por hoy tecnológicas, amenazan con reclamar su trozo del
pastel.
De la misma manera que el crowdfunding ya es una amenaza real en el segmento de los préstamos a pymes, pronto los recibos, las compras y las transacciones podrían caer dentro de su negocio.
Rodrigo
García de la Cruz, codirector del Programa Directivo de Innovación y
Tecnología en el sector financiero del IEB, no ve un Google Bank global a
largo plazo pero sí actores que hagan una competencia limitada
dentro de la pirámide bancaria. Los primeros pasos los vimos en 2013
cuando asistimos a un incremento de hasta el 8% del total del negocio
del sector en manos de proveedores no bancarios según un estudio de
Deutsche Bank.
LOS BANCOS, JUGANDO A SER GOOGLE
El insaciable apetito por los datos de los usuarios podría contagiar a
los bancos. En un artículo en el Finantial Times, de nuevo Francisco
Gonzalez instaba a las entidades a copiar el modelo de sus nuevas
competidoras y diseccionar los datos de sus clientes como hacen ellas
para “ofrecer lo que realmente necesitan”. Sergi Herrero es el CEO de
LAltelier-BNP Paribas Group con sede permanente en Silicon Valley, un
auténtico cazador de tendencias tecnológicas que mantiene desde hace
tiempo ese discurso: “los bancos tenemos datos, miles, y miles de
oportunidades de negocio si sabemos interpretarlos”.
Con los bancos llevándose su parte, tampoco en esta parcela se espera
una misiva del Capitán Ludd pidiendo frenar la revolución.
De hecho, nuevamente la oportunidad para estas empresas es oportunidad también para la sociedad. En
el mismo estudio en el que Spain Fintech Hub cifraba en 218.000 los
nuevos empleos que la tecnología podría aportar en el corto plazo, dan
una cifra aún mayor cuando
enumeran los puestos que creará en ese
tiempo el análisis de los datos, el llamado Big Data: cinco millones de
puestos de trabajo en todo el mundo en poco más de un lustro.
EN BUSCA DEL PATRÓN ORO PERDIDO
Pero por más que estos cambios sean claves, incluso cuando afectan a
la hasta ahora inmutable banca, ninguno agita los cimientos del mundo
tal y como lo conocemos. Pero hay uno con fuerza para sacudirlo la base
de toda la economía: el dinero. Mientras, en el “mundo real” tampoco
pasa sus mejores fechas.
La crisis ha agudizado la desconfianza en
las monedas. Los bancos centrales han removido sus propios cimientos y,
de uno a otro lado del mundo, se ha iniciado una carrera por la
competitividad que ha adelgazado el peso del papel que emiten. La guerra de divisas es una batalla para devaluar la moneda, con la consecuencia de achicar la divisa de ahorradores.
“El sistema es perverso”, se lamenta Alexis Ortega, socio-fundador de Finagentes Gestión. En el estudio anteriormente citado,
el
IEB decretaba que el Bitcoin ha llegado para quedarse. Ortega discrepa y
prefiere acudir al “genérico” para insistir en que lo que permanecerán
serán las criptomonedas. Divisas cifradas,
open source y de
circulación P2P, demasiadas siglas y términos para sustituir algo tan
palpable como una moneda. El que más ha concretado a la hora de
definirlo ha sido todo un Nobel de Economía como Paul Krugman, que lo
eleva hasta coronarlo como “la reimplantación del patrón oro”.
Poco les gustará a los libertarios en EEUU dar la razón a
Krugman, pero lo cierto es que han abrazado el Bitcoin con el mismo
entusiasmo con el que reclaman el retorno del patrón oro. Ambos permiten
limitar la masa monetaria en circulación y el economista Javier Santa
Cruz Cano echa mano de los postulados de Milton Friedman, cuando
recomendaba que no sobrepasara el nivel de crecimiento de la economía
real.
“El Bitcoin, en cambio, permite establecer un ratio de
crecimiento de moneda circulando mediante un algoritmo y que esta no
supere un 1 o un 2% anual”, explica.
En cualquier caso, el Bitcoin ha sido vapuleado durante los últimos días.
Pero una vez que hemos asumido que las grandes empresas tecnológicas
están dispuestas a entrar en el negocio bancario, ¿qué podría impedir
que fueran las que lideraran una nueva divisa virtual? Si parte del
éxito sería su masa crítica, el “país Google” tiene tantos millones de
usuarios como China. Pero para los analistas consultados, no es mucho
más que un ejercicio de “economía-ficción”.
Miguel Ángel Rodríguez,
experto en Forex para XTB recuerda que el monopolio de creación de
monedas recayó en los estados, entre otras cosas para que estos
sirvieran como garante y para normalizar los pagos fiscales. ¿Cuánta
confianza tiene Google frente a un país? En términos de mercado,
probablemente consiga financiarse mucho más barato que la mayoría de los
países occidentales, “pero detrás de él no hay una nación o, en último
término, un ejército”, recuerda Rodríguez.
“Por más que sean empresas innovadoras, están muy asentadas dentro del sistema”, avisa Ortega.
Son transgresoras en muchos aspectos, pero tal y como recuerda el
analista de Finagentes Gestión,” son parte del engranaje, no hay más que
recordar el episodio con el espionaje de la NSA”. La agencia solicitó
información y todas ellas traicionaron su mercancía más preciada, la
única en realidad: los datos de los usuarios. Por tanto, desde dentro
del sistema sería difícil que surgiera una criptomoneda confiable e,
incluso desde fuera, difícilmente podría saltarse la presión de naciones
y bancos centrales.
“Si la Reserva Federal norteamericana no hubiera
podido imprimir dinero, en 2007 hubiera habido una depresión. ¿Qué país
perdería un poder semejante?”.
Por eso ante esta revolución, los primeros en adelantarse enviando
una carta firmada por el Capitan Ludd no han sido los trabajadores ni
las empresas, sino los bancos centrales. En octubre de 2012,
el Banco Central Europeo ya sacó un documento de trabajo sobre los riesgos de las monedas virtuales. Como pasara en la Revolución Industrial de poco sirvió:
desde ese informe a enero de 2013, menos de tres meses, la divisa electrónica se disparó un 33%.