Los test de esfuerzo a la banca, la relajación de las normas de Basilea, en julio, y la creación de un fondo para ayudar a países de Europa dibujaron un escenario más favorable para los bancos. Ahora, la amenaza de un impuesto a nivel europeo y las posibles mayores exigencias de capital vuelven a sembrar incertidumbre en el negocio financiero. Aunque de momento la concreción de estas medidas brilla por su ausencia.
Las amenazas en forma de globo sonda, sin comunicados oficiales concretos, vuelven a preocupar a la industria financiera europea. Al menos, eso sí, los frentes están definidos de forma meridianamente clara: regulación, sobre todo en lo que atañe a los niveles de capital de las entidades, impuestos, cuyo campo de acción ahora se centra en Europa, y riesgo soberano, ya que parte del mercado duda de los test de esfuerzo en este sentido. A esto se suman las consabidas dudas sobre la recuperación de las economías y su potencial efecto en las cuentas de resultados. Las cotizaciones de las entidades financieras europeas han reflejado a lo largo de la semana estos temores, aunque bien es cierto que sólo han reflejado posibilidades y no hechos concretos. Por ello, el índice Dow Jones Euro Stoxx Banks apenas muestra variaciones en el plazo de una semana. Las ventas del pasado martes al calor de noticias negativas sobre el sector fueron compensadas por las compras de los días posteriores. Esta semana se reunieron los miembros del Consejo del Ecofin, compuesto por los ministros de Economía de los países de la Eurozona, para hablar de la aplicación de una tasa a los bancos. La principal conclusión, a falta de números, es que siguiendo el ejemplo de EE UU y Reino Unido, los países de la Unión aplicarán un impuesto o tasa a los bancos, aunque se desconoce sobre qué parámetros y si habrá unidad de criterios. o más probable es que el impuesto se aplique sobre aquella parte del pasivo de los bancos que corresponde con la financiación mayorista, de la que quedan fuera los depósitos de los clientes y el capital. La mayor presión fiscal a las entidades se justifica desde los Gobiernos por la necesidad de crear un colchón con el que atender a futuros rescates bancarios, tal y como ha sucedido en la actual crisis. Como no hay más concreción, tampoco hay cifras concretas de cuanto puede recaudar el erario público de los bancos con el nuevo impuesto. En algunos foros se comenta que España podría obtener algo menos de 2.000 millones de euros, una de las cifras más pequeñas entre los países de la Eurozona, según Elena Salgado, ministra de Economía. Para el conjunto de la región se especula con 25.000-30.000 millones de euros. “No sabemos nada de nada, he hablado con el tesorero del banco y me dice que no tenemos ni idea”, comenta el responsable de comunicación de un banco mediano español en relación al posible impuesto a las entidades. “Salgado parece que está en contra del impuesto, pero al mismo tiempo se están haciendo números…”. entro de la posición vacilante de la ministra, emergen dos certezas: es partidaria de que la tasa grave los pasivos mayoristas, ya que bancos y cajas ya cuentan con un fondo que garantiza los depósitos. Por otro, quiere que el dinero financie directamente los maltrechos Presupuestos. Reino Unido y Francia son de la misma opinión, mientras que Alemania prefiere crear un fondo de contención con las aportaciones de los bancos. “Si este impuesto lo implantas en la Eurozona pero no en Suiza, se te va todo el dinero, es como con la Tasa Tobin, o la implantas en todo el mundo o en ningún sitio”, comenta un analista de bancos que prefiere guardar privacidad. “Es todo muy difuso, los políticos están hablando, pero todo esto va a llevar tiempo y los efectos pueden ser muy perversos. El acuerdo debe ser global”. En un ejercicio teórico, BPI analiza el impacto en resultados de extrapolar a los bancos cotizados españoles las tasas aplicadas en EE UU y Reino Unido. Los impuestos se comerían el 7 o el 2% de los beneficios de 2011 de BBVA –entidad menos afectada- según se apliquen los criterios de EE UU o Reino Unido, respectivamente. La más afectada sería Banco Pastor (36 y 11%, respectivamente). Santander, primer banco español, es la entidad que más ha alzado la voz en contra del impuesto, ya que consideran que las ayudas públicas para el rescate de las entidades han sido muy limitadas y hay que devolverlas con generosos intereses, por lo que la aportación del contribuyente ha sido pequeña. En todo caso, fuentes del banco cántabro aseguran desconocer de qué tipo de impuesto se está hablando y qué baremos se usarán. Por otro lado, el Ecofin también debatió la posibilidad de implantar una tasa sobre las transacciones financieras, aunque en este caso hay mucha más disparidad de opiniones entre los diferentes países. España se encuentra entre los países más reticentes a esta iniciativa por considerar que puede provocar deslocalizaciones y acabar repercutiéndose en los clientes, recoge la agencia de noticias EFE.
EL CONTINUO RUNRÚN DE BASILEA III
La última novedad respecto a las reformas que prepara el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, compuesto por representantes de los bancos centrales de 10 países y que se reunió el pasado martes, puede ser negativa para las entidades. Aunque esa supuesta modificación, que elevaría las exigencias de capital a los bancos, aún forma parte del ámbito de los rumores y no de las certezas. Según el diario alemán Die Zeit, Basilea exigirá a los bancos que cuenten con un ratio de capital Tier 1 del 9%, incluido un 3% del denominado conservation buffer, en lugar del 8% con el que se especulaba hasta la fecha. Además, deberán constituir un colchón anticíclico (en España lleva el nombre de provisiones genéricas) del 3%, por lo que el Tier 1 sería del 12%. Ahora se pide un Tier 1 mínimo del 4%. Además, los bancos deberán tener un core capital -capital puro compuesto por la aportación de los socios y los ingresos retenidos- mínimo del 5% tras deducciones. Por lo tanto, el capital total (incluido el Tier 2) podría ser del 16%. La aplicación de los nuevos parámetros será obligatoria a partir de 2013, lo que podría empujar a muchos bancos a realizar ampliaciones de capital en el corto y medio plazo. BPI cree que sólo Santander, BBVA y Pastor podrán cumplir en 2014 con los nuevos, e hipotéticos, requisitos de capital Tier 1 (9%), mientras que ninguna entidad tendría un 12% (suma del Tier 1 más las provisiones genéricas). Aún con todo, el banco portugués piensa que hay tiempo suficiente para que los bancos emitan capital, vendan activos o reduzcan los activos ponderados por riesgo para que mejore la proporción de capital.
“Es más de lo mismo, no hay apenas novedades. Al principio las reglas iban a ser muy duras, poco después se rebajaron las expectativas y ahora el mensaje se vuelve otra vez más duro”, comenta un analista de banca. “Pero lo cierto es que respecto a lo que dijeron [Basilea] inicialmente, se ha rebajado bastante, y además los bancos están recomponiendo capital muy rápidamente”. A finales de julio de este año, el Comité de Supervisión Bancaria de la ciudad helvética –esta vez mediante un comunicado con membrete oficial- endulzó las propuestas que se lanzaron a finales de 2009 para que los bancos se adecuen mejor y no se comprometa el incipiente despegue económico. Entre otras cosas, disminuyó del 4 al 3% el ratio de capital exigido sobre el total de activos. La exigibilidad regulatoria será a partir de 2018, en lugar de 2013. Además, y esto afecta más a la banca española, se modificó el ratio de estructura financiera, que mide el grado de diversificación del pasivo con el que se financia el activo. En 2009, se propuso que era necesario tener 100 millones de financiación estable (capital, depósitos, mayorista a más de un año) por 100 millones de hipotecas, mientras que ahora serán necesarios sólo 65 millones. La aplicación se retrasa también hasta 2018.
LAS DUDAS SOBERANAS, CAPÍTULO II
El riesgo soberano en Europa vuelve a primera plana pese a que los países parecen estar haciendo bien sus deberes de reducción del déficit. Los diferenciales de los bonos de los Estados periféricos respecto al alemán están cerca de máximos, mientras que los seguros contra impago de deuda (CDS) siguen por las nubes. Los bancos cuentan con enormes carteras de deuda soberana, ya que en los dos últimos años se han dedicado a financiar el déficit de los Estados. Esto quiere decir que otro terremoto griego podría comprometer las cuentas de resultados y los recursos propios de las entidades. Los test de resistencia que se conocieron a finales de julio contemplaban esta posibilidad. El debate está, y estuvo, en los criterios que los bancos centrales y el CEBS (comité de supervisores bancarios europeos) aplicaron en las pruebas, tal y como The Wall Street Journal ha recordado esta semana en un artículo. El diario asegura que algunos bancos ocultaron datos fundamentales.
La principal divergencia entre los que critican los exámenes de resistencia y las autoridades radica en las carteras de deuda examinadas. Los test sólo se centraron en aquellos bonos que forman parte de la cartera de negociación, mientras que eludieron analizar el impacto de una crisis soberana en la deuda que forma parte de la cartera a vencimiento.
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