Cada vez más vemos en los medios el apogeo de expertos en moda, asesores de imagen, productores de moda, personas con trayectoria en disciplinas complementarias y hasta algunos que se jactan de tener buen gusto y con eso consideran que es suficiente para justificar si alguien está bien vestido o no...
Desde ya, todos podemos opinar y manifestar nuestros pensamientos pero considero esencial por un lado, no agredir al otro mientras lo hacemos y, por otro, desde mi profesión, a la que a veces se cuestiona, dejar en claro que hay un criterio, dado por la formación y por la experiencia acumulada, en el que se basan las sugerencias y recomendaciones de todo asesor de imagen profesional.
En el mundo en que vivimos, para bien y para mal, la apariencia y la impresión que generamos en los demás es fundamental, por lo que es importante confiar en personas formadas y con experiencia para lograr que sea positiva y adecuada en cada ámbito en que estemos.
Ahora bien, ¿con qué criterio hace sugerencias y recomendaciones un asesor de imagen?
En primer lugar, es necesario aclarar que el asesoramiento de imagen es una profesión. No consiste en "tener buen gusto" ni en "vestirse bien", sino en saber interpretar las necesidades de cada cliente y optimizar su imagen en los distintos aspectos que la componen (comunicación no verbal, morfología, visagismo y colores).
En este proceso, es fundamental respetar el estilo personal de quien acude a un asesor de imagen, puesto que su imagen narra su identidad. La formación brinda herramientas teóricas para optimizar la imagen, pero se debe entender que los clientes no necesariamente comparten el estilo del asesor y que no buscan verse como él luego del asesoramiento: esta es la diferencia esencial entre las personas de "buen gusto" y un asesor profesional y formado.
En segundo lugar, el asesor de imagen ejerce su profesión en el marco de pautas sociales que regulan lo "deseable" en cada época. Estos lineamientos culturales delimitan nuestros márgenes de acción y nos proporcionan criterios al momento de realizar recomendaciones. Por ejemplo, en lo que respecta a tipos de cuerpo femeninos, siempre explicamos que no existe un tipo de cuerpo objetivamente mejor que otro pero, socialmente, se tiende a idealizar el cuerpo reloj de arena. Con esto en mente, se realizan sugerencias para que, en caso de no contar con ese tipo de cuerpo, la mujer pueda equilibrar visualmente sus formas a través de la correcta elección de su atuendo.
En consecuencia, no hay prendas "prohibidas" per se, sino algunas que resultan más apropiadas que otras en cada caso. La indumentaria y accesorios constituyen herramientas valiosas para armonizar un cuerpo y su utilización es "recursiva", previo análisis pormenorizado de las formas, proporciones y contextura de quien consulta, por nombrar algunas de las variables que se consideran al brindar un servicio.
En tercer lugar, el asesor de imagen procura no sólo generar una imagen positiva sino también y fundamentalmente, mantenerla en el tiempo. Esto implica que en cada nueva aparición social luego de un asesoramiento debemos ser capaces de proyectar un cúmulo de elementos coherentes entre sí a fines de que los demás puedan "percibirnos" con todos los sentidos de un modo positivo y adecuado. Está comprobado que contamos tan sólo con un lapso de 5 a 30 segundos para generar en los otros una "primera impresión", y que éstas notas mentales que los demás toman sobre nosotros se renuevan en cada interacción. En un mundo ideal, nos juzgarían por nuestra bondad, justicia e intenciones, pero en el mundo en que vivimos, las primeras impresiones son nuestra herramienta esencial a la hora de transmitir y mantener una imagen óptima.
Por último, los asesores de imagen profesionales nos enfrentamos a diario con el enorme desafío de guiar a cada cliente en el descubrimiento del potencial de su propia imagen, con el consecuente impacto que ello genera en su autoestima. Esta faceta del asesoramiento no es un dato menor en el marco de los ideales inalcanzables que nos impone el mundo actual y de las frustraciones que nos generan (pensemos, por ejemplo, en el exceso de retoques en las fotografías de campañas publicitarias). Por eso la tarea del asesor no consiste en señalar a las personas sus defectos o falencias de acuerdo a un patrón, sino que se trata de orientarlas para que detecten sus puntos fuertes (que todos tenemos y nos hacen únicos), los destaquen y los plasmen en una imagen personal coherente y armónica con la que se sientan a gusto. Siendo tan delicada esta cuestión, es deseable que quien se dedique a esta profesión cuente con las herramientas idóneas para acompañar a cada cliente en la búsqueda de una mejor versión de sí mismo.
El jueves 17 de Octubre a las 17 hs. Laura Malpeli de Jordaan dictará la conferencia “El perfil del asesor de imagen profesional” en el Encuentro Latino de la Moda de la Universidad de Palermo.
Se presentarán las reglas, los campos de acción y los requisitos para un asesoramiento óptimo a partir de un tema central en el que la mayoría de las personas comete errores al vestir: los colores. Conocimientos teórico-prácticos para asesores: los sí y los no a la hora de realizar un asesoramiento de imagen; diferencias entre asesoramiento y producción; colorimetría. Más información en: http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/moda/detalle_agenda.php?id_actividad=720