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La pesada herencia para 2020

El PIB se desplomó 2,5 por ciento en 2018 y se espera que este año vuelva a caer 2,6 por ciento, según estimaciones del Ministerio de Hacienda. Pese a que el titular de la cartera, Hernán Lacunza, proyecta un crecimiento del 1 por ciento para 2020, todas las fuentes consultadas por Página/12 anticipan una nueva contracción. Desde agencias internacionales hasta consultoras privadas y centros de estudios, advierten sobre una prolongación de la recesión. De confirmarse estos pronósticos, la actividad económica caerá tres años consecutivos, una estadística que no se daba desde el final de la convertibilidad, cuando el PBI cayó 4 años seguidos, entre 1999 y 2002. La causa más destacada por los economistas es el “arrastre estadístico” de la caída de este año, que comprometerá el crecimiento del año que viene. Durante todo el gobierno de Mauricio Macri, en tanto, la economía caerá en tres de los cuatros años de mandato.

La consultora internacional Focus Economics, que realiza pronósticos para 130 países, publicó en septiembre las proyecciones para América latina. Estima una caída del 2,8 por ciento para este año y 1,4 para 2020. Los únicos dos países de la región con descensos este año y el que viene son Argentina y Venezuela.Con este escenario, la llamada “maldición de los años pares” parecería hoy una bendición. El término fue acuñado por los analistas económicos ortodoxos para describir la caída de la economía en los años pares, ocurrida desde 2012 en adelante. Esto se dio luego de un crecimiento sostenido del PBI entre 2003 y 2011, con excepción de 2009. La maldición se romperá este año, cuando la economía vuelva a caer, esta vez en un año impar. Y el arrastre impactará en un nuevo desplome el año que viene. La calificadora de riesgo Moody´s proyecta un crecimiento para la economía mundial, pero para el caso de Argentina anticipa “que está lista para entrar en su tercer año de recesión”. Para 2020 estima una caída del 1 por ciento. En un informe publicado el jueves, explica que se debe a un deterioro en la confianza producto de las “secuelas” que dejó la reestructuración de la deuda y la incertidumbre política.

A contramano de Lacunza

Guido Lorenzo, director de LCG Consultora, estima una caída del PIB para 2020 del 3,8 por ciento. Lo atribuye a tres causas: “Este año dejará un arrastre estadístico negativo de 2,8 puntos porcentuales. La inversión caerá por las limitaciones para retirar utilidades del país y las exportaciones sufrirán una contracción por una inflación creciente y un tipo de cambio que esperamos que se atrase en términos reales”, explicó.
Desde la consultora Invecq esperan una caída del 3 por ciento por una baja del consumo y las inversiones. Matías Surt, economista de esa agencia, explicó: “Sólo -1,8 por ciento será de arrastre de este año por la volatilidad financiera, la inflación y la caída del salario real tras las PASO”. Además, dijo que lo más preocupante es la estabilidad financiera ante la falta de financiamiento. “Se necesita crédito para renovar la deuda tomada y para financiar el déficit fiscal que para fin de año será de 4 por ciento”, agregó. En este contexto, estima que ante la falta de dólares, se podrían dar dos escenarios, ambos negativos: “Si dejan correr el dólar para no quemar reservas, eso llevaría a una mayor inflación, una caída en el poder adquisitivo y una baja en el consumo. De lo contrario, deberán reforzar los controles cambiarios, lo que generaría problemas en las cadenas productivas que dependen de insumos importados”.
En C&T Asesores Económicos anticipan una caída en 2020 del 2 por ciento. Camilo Tiscornia, director de la consultora, coincidió que la causa principal es el arrastre de este año: “Aunque el año que viene sea bueno, vas a tener que remontar una cuesta para poder dar crecimiento. Estás muy condicionado”. Además, dijo que la inversión se verá resentida ante la incertidumbre por las medidas económicas de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que estima serán los ganadores en octubre. Sin embargo, adelantó que la caída se verá aminorada por lo que se prevé un aumento del consumo y de las exportaciones.
En Ecolatina estiman una caída del 1,9 por ciento. A las causas ya mencionadas, Matías Rajnerman, economista jefe, sumó el impacto que tendrá el repago de la deuda externa. “Con el próximo desembolso, el FMI ya habrá entregado el 90 por ciento del préstamo. Si se mantienen las relaciones con el Fondo las posibilidades del sector público para traccionar son muy acotadas”, explicó.

Desde el Centro de Economía Política (CEPA) esperan tres escenarios distintos, según un informe elaborado por los analistas Eva Sacco y Hernán Letcher. En un primer escenario, la continuación de la política actual derivaría en una caída de la actividad del 10 por ciento. En un segundo escenario, un reordenamiento macroeconómico "rápido", con reestructuración de la deuda y baja de tasas, una reactivación del consumo derivaría en un crecimiento de entre 0 y 1 por ciento. En un tercer escenario, con una difícil renegociación con los acreedores, la mantención de altas tasas acotará la reactivación, que terminaría en -1 por ciento. El panorama más alentador es el que da Econviews, que prevé una contracción del PBI del 1 por ciento, explicada por “la persistencia de la caída del consumo privado en un 2,3 por ciento”, según Lorena Giorgio, economista senior de la consultora. “La performance de la actividad va a depender de cuán rápido el próximo gobierno logre recuperar la confianza de los mercados, lo que va a impactar en la inversión, y por supuesto que el tipo de cambio real sea alto para que las exportaciones mantengan dinamismo”, agregó.

pagina12

RESUMEN SEMANAL: DEL 9 AL 13 DE SEPTIEMBRE

El proceso de desinflación que la Argentina venía concretando desde el mes de abril se vio interrumpido por el brusco salta cambiario acontecido luego de las PASO. Los indicadores de alta frecuencia para las primeras dos semanas de ese mes dejaban en claro que la inflación continuaba en un sendero decreciente al mostrar valores cercanos a 1,8% y 2%, sin embargo, el INDEC dio a conocer el dato de que finalizó en el orden de 4% para todo el mes. De esta manera, el índice de precios al consumidor acumula un alza de 30% en los primeros 8 meses del año y un alza interanual de 54,5%.
El salto cambiario muestra su lado positivo en ciertas variables reales como la balanza de turismo. En julio de 2019, se estimaron 261.700 llegadas de turistas no residentes al país por la vía aérea, con un incremento interanual de 11,6%. Respecto de junio de 2019, el turismo receptivo aumentó 20,6% y en el acumulado a siete meses, se alcanzaron 1.790.300 de llegadas de turistas no residentes y se registró un aumento de 19,3%. Por el contrario, las salidas al exterior, en julio, alcanzaron un total de 311.800 turistas residentes, cifra que registró un descenso interanual de 17,4%. De esta manera, en el acumulado de los siete primeros meses del año, las salidas totalizaron 2.453.200 de turistas residentes y acumularon una baja interanual de 16,4%.
El último indicador que se dio a conocer esta semana por parte del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos fue el de la utilización de la capacidad instalada de la industria. El mismo se ubicó en 58,7% para el mes de julio, 1,4 puntos por debajo del mismo mes del año previo, siendo el guarismo más bajo desde febrero de este año. El sector más afectado continúa siendo el de la industria automotriz, que utiliza actualmente solo el 30% de su capacidad instalada. Por otro lado, la industria de metálicas básicas alcanza 79,3%, y vuelve a los niveles de funcionamiento normal, de la misma forma que lo hace la industria de refinación de petróleo.
El Banco Central de la República Argentina promovió nuevas medidas en materia cambiaria. Tras haber implementado un máximo de compra de US$ 10.000 para los minoristas y prohibir el atesoramiento en dólares para las empresas, la brecha entre la cotización del dólar bolsa (contado con liquidación para el exterior o MEP para los activos locales) y el dólar oficial se amplió fuertemente hasta alcanzar niveles superiores al 15%. De esta manera, y para no continuar reduciendo la cantidad de dólares para la compra minorista, la entidad reguladora de bancos decidió que los clientes que adquieran moneda extranjera no podrán comprar títulos hasta 5 días hábiles después de concretada la primera operación. Además, una resolución anexa aclara que se deberá tener en tenencia dichos títulos durante 5 días más para no tener posibilidad de arbitraje cambiario automáticamente, sino que ya superará los 10 días.
Por último, el vocero del FMI, Gerry Rice, destacó en una conferencia de prensa que Argentina no ha incumplido con ninguna parte del acuerdo concretado con la entidad. Además, confirmó que el Ministro de Economía, Hernán Lacunza, estará viajando a Washington en conjunto con su equipo a fines de septiembre, donde terminarán de realizar en conjunto la evaluación de la 5ta revisión del acuerdo, que permitiría el desembolso de los US$ 5.400 millones.
En el frente internacional, el Banco Central Europeo incrementó la tasa que cobra a la banca hasta el -0,5% y anunció nuevas compras de bonos para reactivar la economía (quantitative easing), que había mostrado signos de contracción aún mayor.


invecq

INFLACIÓN PRIMARIA

Como era de esperar, y fue adelantado en informes previos, el shock electoral que sufrió el frente financiero como consecuencia del resultado de las elecciones PASO tendría efectos que no quedarían reservados exclusivamente para los actores de “los mercados”.
Una de las variables más sensibles, una vez conocida la victoria del Kirchnerismo en las primarias, fue la cotización del dólar. Mientras que, durante los meses previos a las elecciones, la divisa se había mantenido en el rango de los 42 a 45 pesos, el lunes 12 de agosto, llegó a tocar 62 pesos por dólar al mismo tiempo que el BCRA subía la tasa de referencia para intentar contenerlo. Paradójicamente en las últimas semanas previas a la contienda electoral, el BCRA había estado comprando posiciones a futuro para sostener el precio de la moneda y evitar así una apreciación excesiva. Todo cambió una vez conocido el resultado de las elecciones.
Luego del abrupto salto de los primeros días, y con varias medidas más de contención por parte del Banco Central, la divisa se estabilizó a un precio alrededor de los $56 en el mercado mayorista. Así, con un aumento de más del 25% en pocos días era solo una cuestión de tiempo para que el efecto se trasladara al índice de precios al consumidor.
La medición oficial del INDEC mostró que, en promedio, los precios de la canasta de consumo aumentaron 4% en el mes de agosto. Un promedio que está “suavizado” si consideramos que la evolución de los precios durante los primeros diez días del mes había sido muy tenue. El relevamiento de expectativas de mercado del BCRA, por su parte, había llegado a un consenso antes de conocerse el resultado electoral. Se esperaba una inflación mensual del 2,3%, es decir, casi la mitad de lo que finalmente resultó siendo el incremento de los precios.
De esta forma, y con la nueva información disponible, todo el trayecto de expectativas de precios ha cambiado. El REM espera ahora una tasa mensual de inflación del 5,9% para septiembre, mes en el cual el traslado a precios de la depreciación de la moneda continuará. Consecuentemente la trayectoria descendente de la tasa de inflación anual que esperábamos antes del resultado de las PASO ha cambiado por completo. La inflación interanual para el mes de diciembre que podría haber aterrizado en 40%, permanecerá en la zona del 55% dada la nueva dinámica mensual de precios.

Justamente este comportamiento del nivel de precios es lo que movilizó al gobierno a tomar medidas de alivio para los ingresos reales de los ciudadanos. Entre varias otras, se dispuso la eliminación del IVA (21%) para 14 productos de la canasta básica alimentaria. Al momento de anunciarlo, muchos analistas relativizaron el efecto debido a que pensaban que la reducción impositiva no llegaría a reflejarse en los precios de las góndolas. Lo cierto es que solo con lograr que los precios no aumentaran hubiera sido una buena noticia, ya que se estaría compensando la presión alcista que ejerce la suba del dólar sobre los precios de los bienes y servicios finales.
Sin embargo, algunos relevamientos como el de la consultora Ecolatina dan cuenta de que no solo se verificó una desaceleración en el aumento de los precios de los productos afectados por la medida, sino que incluso en varios de ellos se registraron reducciones. De esta forma, la medida implementada por el gobierno parece haber conseguido, al menos parcialmente, su objetivo: minimizar el efecto sobre los ingresos reales del shock electoral.
En el mediano plazo, sin embargo, las perspectivas no lucen muy optimistas en cuanto a la dinámica inflacionaria. En caso de confirmarse la victoria de Alberto Fernández en las elecciones del 27 de octubre habrá que esperar el anuncio del programa económico de gobierno. Sin embargo, hasta el momento los indicios no son muy alentadores. Todo indica que las restricciones fiscales y monetarias implementadas en el último tiempo podrían relajarse, lo que difícilmente no se traslade a una inflación mayor. Un acuerdo de precios y salarios, como se ha propuesto recientemente, puede ser un complemento en el marco de un programa consistente que no se aparte de los objetivos de equilibrio fiscal y control de las condiciones monetarias; pero nunca un sustituto.


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