Si todo transcurre según lo previsto, este domingo el candidato de derecha Jair Bolsonaro se convertirá en el presidente electo de Brasil y asumirá su cargo el 1º de enero del año próximo.
De esta manera, sucederá en el cargo a Michel Temer, quien estuvo al frente del que es considerado como el gobierno más impopular de la historia democrática de Brasil.
Ahora, la mirada de los analistas está puesta en el futuro económico del gigante de la región: en 2017 logró salir de la recesión, tras anotar una suba del 1% luego de dos años de profunda crisis. Para este año, las principales consultoras prevén una expansión del 1,35%. Si bien el número es positivo, es la mitad de lo que el país aspiraba a crecer cuando se trazaban perspectivas 12 meses atrás.
Además, aún falta recorrer un largo trecho para garantizar que efectivamente quedó atrás una crisis que es mucho más amplia y que tiene sus orígenes en lo peor de la política: la corrupción.
En cuanto a la cuestión estrictamente económica, los desafíos para el próximo gobierno no son menores, a partir de la “pesada herencia” que recibirá, lo que se refleja en los siguientes indicadores clave:
-Desempleo: está en niveles de récord, con casi 13 millones de desocupados, lo que deja en evidencia el deterioro de una economía que en 2010 crecía al 7% y coqueteaba con la idea del pleno empleo.
-Esto, en un contexto en el que -según algunos expertos- tuvo lugar la peor recesión en un siglo, después de que entre 2015 y 2016 el país perdiera un 7% PBI.
-Aumento de la pobreza: el número de personas que no puede cubrir sus necesidades básicas pasó de 17,1 millones en 2014 a 23,3 millones en 2018.
-Cuentas públicas: el panorama también es muy complicado, pues el déficit fiscal se sitúa en el 7% y la deuda pública ha pasado del 50% al 77% en apenas tres años.
-Tasa de interés de referencia (SELIC): se contrajo cerca de un 50% y se ubica en el 7% anual, por lo que continúa siendo positiva en términos reales.
En paralelo a estas variables, hay otros dos datos que miran los analistas: -Cuenta corriente: presenta un déficit del orden del 1%.
-Inflación: como consecuencia del abrupto freno de la actividad registrado en los dos años anteriores, el avance de los precios minoristas disminuyó desde el 10% anual hace tres años al 4% previsto para 2018.
-Tipo de cambio: la moneda se devaluó cerca del 15% a lo largo del año y regresó a los niveles de 2015, en torno a los 3,80 reales por dólar, lo que incrementó el nivel de competitividad cambiaria de los productos exportables.
Lo que dejó Temer
En su corto gobierno, Temer logró que el Congreso aprobara una enmienda constitucional para que durante los próximos 20 años el gasto público, incluyendo salud y educación, solo pueda crecer de forma proporcional a la inflación del año anterior, y así reducir el déficit.
También pudo llevar a cabo el plan de reforma laboral, que flexibiliza las contrataciones, los despidos y la jornada. Según algunos analistas, fue gracias a ambas medidas que Temer consiguió sacar a Brasil de la recesión que heredó de Rousseff, logrando que el país avanzara un lugar, de la novena a la octava posición entre las economías más poderosas del mundo. Detalle: en 2010 era la quinta.
"Temer logró señalar cuál es el camino correcto a seguir, pero para que Brasil vuelva a crecer de verdad, será necesario que el próximo presidente asuma la responsabilidad de hacer más reformas estructurales, sin miedo a perder su popularidad en el proceso, porque el tema del déficit fiscal es una bomba de tiempo", sostiene Fernando Schüler, académico del Instituto de Enseñanza y Pesquisa (Insper).
Es en este contexto que Bolsonaro ha prometido en su campaña encarar una serie de reformas estructurales y la privatización de empresas públicas.
En su programa electoral, Bolsonaro sugiere que el desequilibrio fiscal genera inflación y que el debate sobre las privatizaciones tiene como objetivo mejorar la distribución de renta en el país.
En igual sentido, para varios analistas y académicos, el desafío más importante del próximo gobierno será llevar a cabo una batería de reformas que permitan que la economía más grande de la región tenga una expansión sostenida.Es precisamente este tipo de anuncios lo que generó cierto optimismo en los mercados financieros y en los grupos empresariales ante la perspectiva de su victoria.
Según el economista Alexandre Schwartsman, “lo que determinará la capacidad de crecer a un ritmo más vigoroso será el avance de la agenda de reformas, principalmente la de pensiones y la tributaria”.
“Si no hay progreso en estos temas, el peso del desequilibrio fiscal se hará sentir en el riesgo país y tendrá efectos negativos sobre la inversión y el crecimiento”, añade.
Paulo Sotero, director del Instituto Brasil del Wilson Center, por su parte, afirma que “la economía brasileña tiene retos muy ambiciosos. Está el déficit público, pero también la reducción de un aparato estatal muy grande, caro e ineficiente. Aquí es donde entra a jugar la reforma de las pensiones y los programas sociales”.
En tal sentido, el propio Paulo Guedes, el gurú económico de Bolsonaro, considera que “la expansión del gasto público en los últimos 30 años ha corrompido la democracia y ha estancado la economía”.
El economista Daniel Duque, del Instituto de Políticas Públicas Mercado Popular, señala que es necesario que se reduzca de manera urgente "el altísimo crecimiento del gasto, que ha sofocado cada vez más las arcas públicas".
Pero Bolsonaro, quien según los últimos sondeos todavía es favorito si bien se ahicó considerablemente la brecha, también se ha comprometido a mantener algunos programas sociales y asegura que ampliará el programa Bolsa Familia, impulsado por Lula y que ofrece un subsidio de hasta 195 reales (unos 52 dólares) para familias con baja renta.
La mirada del Gobierno argentino
A horas del balotaje en Brasil, la cuestión no pasa desapercibida en la región, y tampoco para el gobierno argentino.
“Si se confirma el resultado que marcan las encuestas, va a permitir que la economía empiece a recuperarse más rápidamente.Necesitamos un Brasil recuperando vigorosidad”, graficó.En tal sentido, en las últimas horas se expresó el ministro de la Producción, Dante Sica, quien de alguna manera insinuó que ve con buenos ojos un triunfo del candidato de derecha, en virtud a un presunto impacto positivo desde el punto de vista económico, que tendría efecto en las empresas locales.
Sica consideró que “si Bolsonaro lleva adelante las políticas que vienen anunciando”, generará “estabilidad” en tierras brasileñas.
El funcionario argentino valoró, en tal sentido, los cambios llevados adelante en la gestión de Michel Temer, “la laboral y la convertibilidad fiscal”, y “también las que le faltan, que son la previsional y tributaria”.
Y concluyó: “Un Brasil recuperándose nos va a dar un impulso importante. Piensen esto para Argentina el año que viene”.
En ese sentido, el ministro prevé que el ritmo de actividad en el país, gracias en parte al "efecto contagio", comenzará a reactivase en el segundo trimestre de 2019.
"Con un Brasil traccionando a una velocidad del 2% o 3%, que es lo que estamos estimando, nos daría una recuperación importante de crecimiento", comentó.
Sin embargo, hay algunas señales de alerta sobre cuánto realmente podrá empujar la "locomotora" brasileña.
Emanuel Ornelas, economista brasileño especializado en
comerciointernacional, advirtió al respecto que un triunfo de Jair Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones de Brasil el próximo domingo
no asegura una política de apertura comercial del vecino país, tal como muchos pregonan.
“Él ha mostrado fuertes tendencias nacionalistas y proteccionistas durante su presencia en el Congreso y también en esta campaña”, sostuvo, y añadió que el poderoso lobby industrial de San Pablo presiona, justamente, para sostener una política de esa naturaleza.
Para Ornelas, además, el resultado de la interacción entre Bolsonaro y su eventual ministro de Economía Paulo Guedes, genera mucha incertidumbre, dada la diferencia de perfil de ambos, ya que el posible funcionario se posiciona como ultraliberal, pero nadie sabe con certeza cuál es su plan.
“Basados en sus propios perfiles, podemos pensar que fácilmente podría haber un choque entre ambos, ya que sus opiniones sobre la materia económica son muy diferentes. Por lo tanto, no hay que descartar sorpresas", concluye.
iprofesional