Por primera vez desde el inicio de la cuarentena, en marzo pasado, la gestión del gobierno de Alberto Fernández ha sufrido una considerable caída y ha vuelto a los niveles de aprobación previos a la llegada de la pandemia de coronavirus a la Argentina.
Este dato surge del último relevamiento de opinión pública llevado a cabo por las consultoras D'Alessio Irol y Berensztein, y da cuenta del peso cada vez más significativo que registra en la sociedad el empeoramiento de la situación económica.
Quizás es prematuro afirmar que el presente sea el peor momento del presidente de la Nación desde que asumió el Poder Ejecutivo el 10 de diciembre, por cuanto su imagen positiva sigue ostentando niveles razonablemente elevados. Sin embargo, de acuerdo con la citada encuesta, concluida a fines de junio entre 1165 personas consultadas, la imagen buena o muy buena de la gestión de Alberto Fernández cayó de un pico del 60% en mayo al 49% el último mes. En cambio, su imagen mala o muy mala pasó del 35% al 49% en el mismo período.
De este modo, la sumatoria de la imagen buena y muy buena del Gobierno alcanzó el mismo nivel que tenía en febrero, momento a partir del cual inició una fase ascendente que concluyó en junio, cuando registró una caída de 11 puntos.
En línea con esta tendencia declinante, la imagen de los funcionarios y de los principales referentes del oficialismo también experimentó una caída durante el último mes, al tiempo que ha subido levemente la percepción de funcionarios y dirigentes de Juntos por el Cambio en la opinión pública.
Analizado en forma individual, Alberto Fernández muestra en junio una imagen positiva del 56%, tres puntos menos que en mayo y cinco puntos menos que en marzo. La vicepresidenta Cristina Kirchner exhibe una valoración positiva del 38%, dos puntos menos que en el mes anterior. Y el gobernador bonaerense Axel Kicillof registra una opinión favorable en el 42% de los consultados, dos puntos menos que en mayo y cinco puntos menos que en marzo.
Dentro de los referentes de la principal fuerza opositora, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, tiene una imagen positiva del 54%, un punto más que en el mes anterior y cuatro puntos más que en marzo. María Eugenia Vidal suma el 47% de opiniones positivas, un punto más que en mayo, pero sin variaciones respecto de diciembre pasado. Bastante por debajo de ellos, el expresidente Mauricio Macri registra una valoración favorable del 30%, que si bien es dos puntos mayor a la que tenía un mes atrás, es seis puntos menor que la que alcanzaba en diciembre.
La explicación de estos números obedece fundamentalmente al deterioro de la situación socioeconómica tras la llegada de la pandemia a la Argentina y al aumento del pesimismo de cara a los próximos meses. El 77% de la población cree hoy que la situación económica del país es peor que la de un año atrás y apenas el 19% afirma que es mejor.
Entre quienes votaron al oficialista Frente de Todos en las últimas elecciones, el porcentaje de quienes consideran que están peor que hace un año asciende al 59%, en tanto que llega al 96% entre quienes votaron a Macri.
El nivel de expectativas también se viene deteriorando. Al ser consultados sobre cómo estiman que será la situación económica del país dentro de un año, el 55% considera que será algo o mucho peor, mientras que el 41% pronostica que será algo o mucho mejor. El optimismo es bastante mayor entre los votantes de Alberto Fernández; sin embargo, en este segmento la confianza en el futuro también ha declinado. Hoy el 74% de esa porción del electorado sostiene que estaremos mejor dentro de un año, pero esa proporción era del 88% en diciembre último.
Así como la ilusión de que la pandemia generaría un clima de concordia política y unidad de los argentinos resultó efímera, rápidamente las preocupaciones en torno de la economía del país avanzaron sobre cualquier otra cuestión. Es así como el temor al coronavirus apenas ocupa el quinto lugar entre las inquietudes principales de la población. Los principales problemas mencionados en ese ranking son las consecuencias económicas del Covid-19, la incertidumbre en la situación económica, la inflación y la inseguridad.
Frente a este escenario, el presidente Fernández intenta denodadamente convencer a la población de que el esfuerzo hecho no ha sido en vano, afirmando que "no tenemos que enojarnos con el remedio, sino con la enfermedad".
Pero su lucha se dificulta cuando de lo que se trata es de convencer a una buena parte de la ciudadanía que percibe que el único horizonte es la incertidumbre y advierte una carencia de planificación.
Por: Fernando Laborda
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