“¿Cómo las divisas que se necesitan para hacer torres de petróleo se van a gastar en que sectores más pudientes compren bienes de lujo?”, dijo el viceministro en noviembre. Pasó el tiempo, ¿se importaron más máquinas, o la plata fue para otro lado?. Contradicciones, pero con K de Kicillof.
Una de las virtudes del “relato” que construyó a lo largo de los años la administración kirchnerista, es la de instalar ideas y presentarlas como realidades concretas y palpables.
Sin embargo, hay numerosos casos en los que el discurso oficial terminó cayendo en grandes contradicciones.
Por ejemplo, cuando desde el Gobierno se advierte que no devaluará la moneda cuando, en realidad, desde 2007, la Argentina está entre los líderes del “club de países devaluadores”, al menos en términos nominales.
O cuando una y otra vez se festeja el boom de ventas de 0Km, sin tener en cuenta que el éxito de este sector se apoya en el ocaso de otras alternativas de inversión.
Las palabras y los hechos, muchas veces parecen no ir de la mano en la gestión K. Y un ejemplo de cómo el relato choca de frente contra la realidad, está en las recientes palabras de Axel Kicillof, quien, allá por octubre del año pasado, se encargó de llevar adelante una fuerte y encendida defensa del proceso de reindustrialización de la Argentina.
Con su clásico tono severo y sus palabras pensadas al mínimo detalle, en aquél entonces, Kicillof presentó ante el Senado lo que -se suponía- iba a ser la política de administración de dólares de cara al 2013: “Vamos a cuidar las divisas para que se dirijan a las importaciones fundamentales y así mantener el proceso de industrialización”.
El mayor riesgo, según la hipótesis planteada por el funcionario, era que los dólares terminen “malgastándose” en lo que llamó “productos de consumo suntuoso”.
“¿Cómo las divisas que necesito para hacer torres de petróleo se van a gastar en que los sectores más pudientes puedan comprar bienes de lujo?”, disparó el viceministro, en el marco de la presentación del Presupuesto.
Así las cosas, Kicillof dejó en claro que era fundamental evitar un “cepo al crecimiento” por lo cual, de ahí en más, iba a ser crítico que las divisas que entraran a la economía se cuidaran para importar máquinas, de modo de incrementar la oferta, la productividad y así impulsar el repunte de la economía.
Sin embargo, desde aquellos días de octubre hasta la actualidad, las cosas estuvieron lejos de resultar como pretendía el funcionario.
En efecto: al analizar la evolución de las compras al mundo realizadas desde noviembre -tras el discurso de Kicillof- hasta abril último, se observa que los dólares que ingresaron al país, principalmente de la mano de la “súper soja”, no se destinaron de lleno a a la adquisición de “fierros” y maquinarias. Es decir, a los fines que perseguía la administración K.
Por el contrario, en lugar de utilizar las divisas para profundizar el proceso de industrialización planteado por el viceministro, las mismas se destinaron en niveles crecientes a la compra de bienes de consumo y a cubrir el “bache” de energía , para así paliar la contracción de la producción que la administración K intenta revertir.
Según datos oficiales, entre noviembre de 2012 y abril de 2013, tuvo que destinar un 21% más para hacer frente al déficit energético.
Paralelamente, los bienes de consumo se transformaron en el segundo rubro con mayor dinamismo, con una suba acumulada del 8%.
Como contrapartida, sectores claves para encarar cualquier proceso de industrialización que se precie de tal, permanecieron estancados: las compras de bienes de capital (maquinaria) y de bienes intermedios, tuvieron una pobrísima performance, con variaciones del 0,1% y del -0,1%, respectivamente.
Y este escenario, claramente opuesto a lo que pretendía el viceministro, se está profundizando en 2013.
En efecto, tomando el primer cuatrimestre, las importaciones de combustibles se dispararon un 43% respecto al mismo lapso del año pasado, absorbiendo de la plaza doméstica casi u$s3.200 millones.
Las compras de bienes de consumo también descollaron, con un alza del 18%, restando de la economía cerca de u$s2.500 millones en ese mismo período.
Esta cifra, equivalente a más de la mitad de las reservas perdidas por el BCRA en lo que va del año, se destinaron a la importación de motos de todas las cilindradas, alimentos -como carne porcina, enlatados y frutas-, calzados, perfumes, champú y tratamientos capilares, libros, valijas, bolsos, insecticidas y heladeras, entre otros artículos.
En tanto, el ingreso de autos 0Km trepó a un ritmo del 10%, una tasa de variación que le pisó los talones a la que registró el rubro piezas y accesorios para bienes de capital, es decir, productos fundamentales para avanzar en un proceso de industrialización (ver infografía).
No sólo eso. Las marcas de autos de lujo, supuestamente las que más deberían verse perjudicadas por la estrategia oficial, a juzgar por los dichos de Kicillof, paradójicamente son las que más jugo le están sacando a la actual coyuntura: según un relevamiento de la consultora MRT, los niveles de importación de algunas marcas premium vienen creciendo a “tasas chinas” en el primer trimestre del año, con niveles sólo comparables a las épocas “pre cerrojo”.
En el caso de Porsche, por ejemplo, las operaciones se multiplicaron por seis, con un ingreso de vehículos equivalente a los u$s3 millones durante el primer trimestre.
En lo que respecta a Nissan, las importaciones entre enero y marzo crecieron un 105% y totalizaron casi u$s20 millones. Chrysler, Land Rover, Kia, BMW, Subaru o Volvo, también se han sumado a esta “fiebre importadora”, tal como se observa a continuación:
Contradicciones, pero con “K” de Kicillof
“El relato oficial está plagado de contradicciones. Muchas veces los argumentos que utiliza el Gobierno para justificar una acción determinada después no se ven plasmados en la realidad. En esta gestión, que se diga algo no necesariamente implica que se vaya a concretar”, disparó el analista Agustín Monteverde, en referencia al planteo realizado por el viceministro meses atrás.
Por su parte, el economista Tomás Bulat también hizo hincapié en las grandes contradicciones ante las que se enfrenta muchas veces la administración K: “Los discursos de Kicillof en pos de la industrialización chocan contra la propia visión de Cristina, quien cree más en la fuerza del consumo que en la de la inversión”.
Un punto clave que deja al descubierto las inconsistencias del modelo, es que, mientras que en octubre el Gobierno aseguraba que iba a cuidar al máximo los dólares para “levantar torres de petróleo” -una forma de graficar la fuerte apuesta por el rubro energético- desde sector el importador denunciaron que, en la actualidad, esta rama de actividad está entre las más perjudicadas por el cerrojo a la importación.
De acuerdo a un reporte privado que compila los principales productos frenados por Moreno, según pudo saber iProfesional, hay equipos y accesorios para el control de calidad de la industria petrolera y petroquímica.
También, hay numerosas empresas que se ven impedidas de importar instrumentos de medición para instalaciones petroleras y gasíferas.
“Las compañías encargadas de producir petróleo y gas tienen muchísimas complicaciones para traer equipamiento del exterior en contraposición a lo que decía Kicillof. Es algo totalmente ilógico, dado el enorme déficit energético que tenemos”, disparó un reconocido empresario del sector importador que pidió estricto off the record.
Paralelamente, el “sueño” oficial de reactivar el aparato productivo llevó a que se instrumentara el plan de blanqueo de capitales, que tiene como uno de sus principales objetivos revivir al golpeado sector inmobiliario.
Sin embargo, la misma fuente aseguró que “hemos detectado que el Gobierno, en su política de cierre ´histérico´ de las importaciones, también está frenando el ingreso de bienes e insumos para la construcción, con lo cual le está afectando a un sector que a la vez pretende ayudar”.
El empresario fue más allá y detalló que hay serias dificultades para traer bienes de capital vinculados con un amplio abanico de industrias como la farmacéutica, forestal, minera y alimenticia.
En este contexto, la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba, en conjunto con otras dos entidades industriales de esa provincia, emitieron un duro comunicado con el que encendieron una luz de alerta “frente a las consecuencias que traen aparejadas las trabas a las importaciones de insumos y componentes esenciales para las industrias, y que impactan de manera directa en la pérdida de competitividad”.
“Las restricciones y las demoras en los tiempos de aprobación de trámites complican los procesos productivos ya que las empresas desconocen si podrán contar -en tiempo y forma-, con partes, piezas e insumos importados necesarios para poder terminar su producción y cumplir con los clientes locales e internacionales”, añadieron, dejando en claro que el cerrojo está volviendo a castigar al “Made in Argentina”.
Este comunicado cobra especial relevancia considerando que desde hace meses prácticamente ninguna entidad se atreve a enfrentar públicamente al Gobierno, por temor a las posibles represalias.
De las torres de petróleo al shopping en Miami
Más allá de los efectos negativos del cierre importador, una de las principales contradicciones que plantean los dichos de Kicillof es que cada vez se están utilizando más dólares para el turismo de argentinos en el exterior (producto del atraso cambiario) que para el proceso de industrialización. Justamente, algo que va a contramano de las afirmaciones del viceministro.
“El Gobierno no sólo no crea las condiciones adecuadas para fomentar las inversiones, sino que además subsidia a quienes viajan”, disparó Bulat, quien pronosticó para este año, de no mediar ninguna medida oficial, un nuevo salto de la “fuga” de divisas por turismo internacional.
“En 2012, el Ejecutivo resignó u$s5.000 millones en concepto de pasajes aéreos, hoteles y gastos con tarjeta en el exterior. Y para este año, al ritmo actual, estimo que se irán unos u$s7.000 millones, un 40% más”, alertó Bulat, quien aseguró que “estas proyecciones van a llevar a que, tarde o temprano, se tomen nuevas medidas restrictivas”, como elevar el recargo que pesa sobre la actividad, que actualmente es del 20%.
La siguiente infografía muestra el “explosivo” crecimiento del “tarjeteo” fronteras afuera:
Un punto a destacar es que, si a esos u$s7.000 millones que proyecta Bulat se suma el déficit de Aerolíneas -rojo causado principalmente por los vuelos de argentinos a Miami, México y Europa-, el turismo este año estaría “succionando” cerca de u$s8.000 millones.
Resulta alarmante dado que ese “subsidio” a quienes viajan fuera del país:
• Equivale a todo el superávit comercial que logrará la Argentina este año, según proyecciones del analista Monteverde.
• Iguala al enorme déficit energético que estiman para este 2013 desde consultoras como Econométrica.
• Es similar a lo que necesita invertir cada año YPF para revertir la caída de la producción.
El problema de la “factura” energética mantiene en vilo al Gobierno, dado que el superávit que años atrás se “juntaba” sin presiones y con normalidad, hoy se ve amenazado mes a mes por las importaciones de petróleo y gas.
Y una de las causas está en que, pese a que desde el Ejecutivo se viene pregonando sobre la necesidad de invertir y recuperar el autoabastecimiento, la producción de energía no para de caer.
En efecto: desde que Kicillof hiciera referencia a cuidar los dólares para las “torres de petróleo”, la generación de crudo descendió un 6% en relación al período anterior.
Paralelamente, el gas no corrió mejor suerte: entre noviembre de 2012 y abril de 2013 se produjo un 7% menos respecto al mismo lapso previo.
En diálogo con iProfesional, Horacio Lazarte, economista de Abeceb aseguró que “el Gobierno, por el momento, no logró revertir la caída de la producción. Y la realidad es que va a ser muy difícil ver resultados en el corto plazo. Revertir la tendencia decreciente va a llevar tiempo”.
En tanto, Bulat alertó que “YPF necesita inversiones anuales por u$s7.500 millones durante los próximos cinco años pero, por ahora, no hay señales de que vaya a alcanzar esa cifra”.
Pasaron siete meses desde que Kicillof hablara ante el Senado. Y todo lo anteriormente expuesto deja a las claras cómo, pese a que desde el Gobierno se reclamaban dólares para industrializar al país, la Argentina terminó yendo en dirección totalmente contraria: se importaron más autos de lujo y bienes de consumo y se subsidiaron más y más viajes a Miami y a Europa. Lo que se dice, la otra cara del relato.
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