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La segunda ola de COVID-19 en Europa fue menos letal que la primera | | CapitalBolsa

 Mientras Europa experimentaba su enorme segunda ola de la enfermedad COVID-19, los investigadores notaron que la tasa de mortalidad (progresión de casos a muertes) era mucho más baja que durante la primera ola. Esto inspiró a los investigadores de la Universidad de Sydney, en Australia, y la Universidad de Tsinghua, en China, a estudiar y cuantificar la tasa de mortalidad país por país para determinar cuánto disminuyó la tasa de mortalidad de la segunda ola desde la primera.

En la revista 'Chaos', los investigadores Nick James, Max Menzies y Peter Radchenko presentan métodos para estudiar la progresión de los casos de COVID-19 a muertes durante las diferentes oleadas de la pandemia. Sus métodos involucran matemáticas aplicadas, específicamente dinámica no lineal y análisis de series de tiempo.

"Tomamos una serie de tiempo, aplicamos un enfoque algorítmico para dividirla en la primera y la última oleada, y hacemos algunas optimizaciones y cálculos relativamente simples para determinar dos números de mortalidad diferentes", explica James, de la Universidad de Sydney.

La tasa de mortalidad de la segunda ola europea masiva resultó ser mucho menos grave, al menos con respecto a los casos y muertes notificados. Pero, ¿cuánto menos severo y cómo difirió entre países?

"Creemos que responder a estas preguntas es importante, y responder a esto para toda Europa, no solo para los países occidentales más ricos --señala Menzies, de la Universidad de Tsinghua--. En Bielorrusia, por ejemplo, la tasa de mortalidad en realidad aumentó durante su segunda ola, mientras que Ucrania y Moldavia todavía estaban en su primera ola a fines de noviembre".

Los investigadores descubrieron que esto era muy diferente de los Países Bajos, Bélgica, Francia y otros países que redujeron drásticamente sus tasas de mortalidad, al menos con respecto a los números informados, entre su primera y segunda oleadas.

"Nuestro trabajo muestra fuertes caídas en la mortalidad con respecto a los casos y muertes reportados --señala Menzies--. El problema siempre será, ¿cuál es el número real de casos en la primera ola temprana? Puede que nunca lo sepamos, pero imaginamos que la investigación y el análisis futuros intentarán determinarlo".

Cuando los investigadores volvieron a realizar su análisis sobre los casos reales estimados y las muertes estimadas, Radchenko, de la Universidad de Sydney, señala que esas medidas muestran serias limitaciones.

"El exceso de mortalidad es a menudo negativo en relación con años anteriores, por lo que no es adecuado para medir el número real de muertes por COVID-19 --precisa Radchenko--. Esperamos que otros analicen más de cerca las cifras reales, quizás utilizando datos más especializados, como los de hospitales o regiones particulares donde las pruebas fueron más confiables".

También se observó una gran similitud entre Europa y Estados Unidos, donde los estados del noreste se comportaron de manera similar a los países ricos de Europa occidental en sus fuertes reducciones de la mortalidad durante la segunda ola.