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Wall Street desconfía de que EEUU y China firmen la paz en su reunión de la próxima semana

Con un arranque de trimestre para el olvido, los inversores buscan catalizadores que sirvan de apoyo para recuperar la confianza perdida por los síntomas de debilitamiento económico en Estados Unidos. Tras el descalabro en septiembre experimentado por la actividad manufacturera y la desaceleración en el sector servicios, las conversaciones de alto nivel entre Washington y Pekín previstas para el próximo 10 y 11 de octubre no generan gran entusiasmo entre las principales mesas de inversión.

"Desde una perspectiva a largo plazo es poco probable que la Administración Trump quiera revertir los aranceles y medidas impuestas sobre China", señala Jordan Rochester, estratega de Nomura, quien, por el momento, estima que el yuan seguirá devaluándose y tocará los 7,36 yuanes por dólar a finales de este año.

Una 'paz' que nadie ve
Después de sucesivos intentos por pavimentar la vía a un entendimiento entre las dos mayores economías del mundo desde que las negociaciones comerciales descarrilaran a finales de abril, la sucesiva escalada de aranceles y la retórica de la Casa Blanca han implantado un profundo escepticismo en el mercado de valores.

No sólo Nomura también casas como Citigroup, JP Morgan, Goldman Sachs, Wells Fargo o Morgan Stanley, por mencionar algunos nombres entre las grandes financieras, tratan de calmar los ánimos de cara a las reuniones que tendrán lugar la próxima semana en la capital estadounidense. Michael Zezas, estratega de Morgan Stanley, recomendaba a comienzos de semana en una nota a sus clientes "descontar todas las acciones anunciadas" por el Gobierno de Estados Unidos, "incluso si se anuncian demoras o pausas" en las tensiones comerciales.

Los próximos reveses en el calendario comercial incluyen el incremento del 25% al 30% en los aranceles a un catálogo de productos chinos por valor de hasta 250.000 millones de dólares a partir del próximo 15 de octubre y la implantación de un nuevo gravamen del 15% sobre bienes del gigante asiático por valor de 160.000 millones de dólares el 15 de diciembre. Todo ello en un momento en que el ISM manufacturero se contrajo por segundo mes consecutivo en septiembre con una lectura de 47,8 puntos, la más baja desde junio de 2009. El jueves se dio a conocer también cómo el mismo indicador del sector servicios caía hasta los 52,6 puntos, su peor ritmo de crecimiento en tres años.

Al mismo tiempo, los estadounidenses se alistan para la temporada de compras navideñas, episodio clave para las minoristas, asediados no solo por los gravámenes ya en curso impuestos al gigante asiático sino también por los que llegarán el próximo 18 de octubre a exportaciones procedentes de Europa tras la decisión de la Organización Mundial del Comercio sobre el caso Airbus.
La Federación Nacional de Minoristas (NRF, por sus siglas en inglés) estimó el jueves que las ventas crecerán entre un 3,8 y un 4,2%, pudiendo alcanzar la cifra de los 730.700 millones de dólares. Pese a que el ritmo de crecimiento queda ligeramente por encima de la media del 3,7% de los últimos cinco años, el presidente de la NRF, Matthew Shay, insiste en que "claramente ha habido una desaceleración provocada por una considerable incertidumbre en torno a cuestiones como el comercio, las tasas de interés, los factores de riesgo globales y la retórica de la clase política".

En estas circunstancias y después de que Trump instara el jueves a China a investigar también al candidato presidencial Joe Biden y su hijo Hunter en relación con una inversión por valor de 1.500 millones de dólares cuando el demócrata era todavía vicepresidente de Estados Unidos, los estrategas siguen insistiendo en ser cautos. El escenario base que se baraja en JP Morgan es que las negociaciones comerciales se extenderán hasta el próximo año, mientras considera que el yuan se situará en los 7,35 por cada dólar, su nivel más débil desde el año 2007.

El 'papel' de un yuan débil
Claudio Piron, estratega de Bank of America, aseguraba que, incluso si se lograse una tregua la próxima semana, la divisa china continuaría cayendo ya que el Gobierno de Xi Jinping intentará hacer frente a los aranceles ya impuestos a través de una política monetaria más laxa y dejando que el yuan se devalúe.

Por su parte, Goldman Sachs mantiene su objetivo a corto plazo para el yuan en los 7,20. Mientras tanto, Brendan McKenna, estratega macroeconómico de Wells Fargo Securities, recalca en un informe cómo la actual política comercial de Donald Trump contra China y con respecto a otros socios comerciales "está comenzando a influir cada vez más en la política monetaria" a nivel mundial.

Cierto es que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, continúa citando la evolución del comercio como uno de los factores que determinarán el rumbo del precio del dinero a este lado del Atlántico. De momento, los últimos síntomas de fatiga de esta semana han llevado al 90,3% del mercado a digerir una nueva rebaja de 25 puntos básicos, la tercera en lo que va de año, para la reunión de la Fed que culminará el 30 de octubre, según el FedWatch que elabora la CME. Lo llamativo de esto es que este mismo lunes, antes de conocer los fatales datos macro, el mercado no veía la rebaja de tipos hasta la última reunión del año, en diciembre.




eleconomista