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LAS DEUDAS DE LA INDUSTRIA DE LA CONSTRUCCIÓN EN ARGENTINA

Cuando el mundo, liderado por la Comunidad Europea, intenta reducir las emisiones de gases contaminantes, apalancándose en gran medida en el ahorro energético en los edificios -nuevos y a rehabilitar- la Ciudad de Buenos Aires va en sentido contrario y promulga una normativa que atrasa 40 años y relega el liderazgo en materia de eficiencia energética en ciudades como Rosario, Neuquén y la misma provincia de Buenos Aires.

El pasado jueves 6 de diciembre la Legislatura Porteña aprobó los nuevos Códigos Urbanísticos y de Edificación para la Ciudad de Buenos Aires. Las dos leyes establecen nuevas normas y limitaciones para las construcciones en Capital Federal. Además de definir seis categorías de alturas para los edificios, habilitar los denominados “microambientes” de 18 metros cuadrados, permitir modelos de arquitectura inclusiva e instituir “mixtura de usos” de los suelos en los barrios, también se tuvo en cuenta, parcialmente, el tema de la sustentabilidad. En este sentido, y aunque algo atrasados aún, se agregaron nuevos materiales y sistemas de construcción y así también y como punto más importante, es que el nuevo código exige en algunas construcciones las “terrazas verdes” o “techos blancos” que permitirán absorber el calor en días de temperaturas elevadas y prevenir inundaciones por la recolección y el uso del agua de la lluvia.
Desde ANDIMA (Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes) se aplauden las intenciones sobre temas que impulsan construcciones más sustentables, pero se prenden las alarmas de aquello que ya es ley y casi ningún desarrollador y constructor está cumpliendo ni en la Ciudad ni en la Provincia de Buenos Aires, aunque hay cierto avance en ciudades como Rosario y Neuquén.
Para ANDIMA hay grandes deudas de la construcción Argentina en eficiencia energética. La gran mayoría de las construcciones nuevas no cumplen con las leyes vigentes. Javier Maltz, Presidente de ANDIMA lo explica claramente: “En nuestro país existe a nivel nacional el Decreto 140 del año 2007, que fomenta el uso racional y eficiente de la energía en las edificaciones y el aislamiento térmico eficiente es un requerimiento central. Asimismo, en la Provincia de Buenos Aires se promulgó la Ley 13.059 de acondicionamiento higrotérmico en 2003 (reglamentada en 2010) y a nivel municipal varias jurisdicciones han basado ordenanzas en esta Ley provincial, como son la de Rosario (ordenanza 8.757 de 2011), la Ciudad de Buenos Aires (Ley 4.458 de 2013) y la Ciudad de Neuquén (Ordenanza 13.515 de 2016 reglamentada en 2018). En todos los casos, estas leyes y ordenanzas implican la aplicación de las Normas IRAM de acondicionamiento térmico, con exigencias de niveles de materiales de aislación térmica eficiente. La realidad es que casi la totalidad del stock edilicio carece de aislamiento térmico eficiente, por lo que claramente la gran mayoría de los constructores y desarrolladores están incumpliendo estas leyes vigentes”.
A pesar de la existencia de estas leyes, Maltz asegura que “Argentina es uno de los países con menos edificaciones con aislación térmica eficiente, lo que lo convierte en un país con una grave deficiencia energética”.
La aislación térmica eficiente en las construcciones además de ser obligatorio a partir de las leyes que ya existen, son muy ventajosas para el medio ambiente, porque reducen notoriamente el uso de energía. Si en la Argentina predominaran edificaciones con aislamiento térmico eficiente, el país lograría un ahorro de energía del 70% en un año en energía usada solo para climatización. También cabe agregar que además de obligatorio y positivo para el medio ambiente, la aislación térmica eficiente es económica y sencilla de aplicar. El costo de una aislación térmica eficiente de una vivienda puede variar dependiendo de la tecnología utilizada, la tipología y características de la vivienda, pero en términos generales este costo puede variar en el orden de un 1,5% para una vivienda nueva.
Si bien no hay una explicación válida que justifique el incumplimiento de la ley, quizá sólo se pueda entender por la cultura constructiva que tiene el país que, claramente, debe adaptarse. Como históricamente las construcciones se realizaron sin aislación, esto caló hondo en los constructores y desarrolladores, y hoy son muy pocos los que deciden edificar con aislación térmica eficiente. Sin embargo, Maltz asegura que esta realidad empieza a quedar desfasada de la nueva cultura de la sociedad en general y los usuarios en particular, en pos del ahorro de energía. “A medida que las nuevas generaciones vayan teniendo la posibilidad de comprar un departamento o una casa, aquellas construcciones con aislación térmica eficiente prevalecerán por sobre las que no lo tienen, por el positivo impacto que generan en el medio ambiente. Además de legal, el cambio también empieza a ser generado por la demanda de los más jóvenes. Hoy está pasando que cuando alguien busca alquilar una casa o departamento, no solo pregunta por las expensas, sino cuánto gasta de luz y de gas”, agrega Maltz.
En este sentido, desde ANDIMA reconocen que uno de los temas importantes en los que la Secretaría de Energía y Minería está avanzando es en el etiquetado de eficiencia energética en inmuebles destinados a vivienda. Esta etiqueta permitirá determinar un “índice de prestación energética” (IPE) para clasificar la eficiencia de las viviendas con su unidad de medida kWh/m2 al año, convirtiéndose así en una herramienta más de decisión para el usuario, a la hora de comprar, vender o alquilar.
Desde otras agrupaciones, como por ejemplo AS630, un grupo conformado por arquitectos que trabajan en sustentabilidad ambiental, desde distintos ámbitos como la docencia, investigación, gestión pública, consultoría, construcción, y el proyecto arquitectónico y urbano, también han manifestado una crítica importante sobre el punto de aislación térmica y quiénes consideran de poca exigencia al nuevo código en relación a este tema y lo que hace que la envolvente no logre la suficiente eficiencia.
A pesar de estas deudas de la industria de la construcción en Argentina en términos de eficiencia energética, ANDIMA reconoce que hay señales de voluntad política, profesional y empresarial para el desarrollo de construcciones sustentables que ayudan a aplacar el gasto energético y colaboran en los gastos de las familias argentinas. Maltz concluye que “no hay que buscar un culpable por la situación actual, sino que consideramos que hay un atraso cultural importante en esta materia, pero sobre todo un gran desconocimiento sobre estos materiales y sus beneficios y en todos los ámbitos; desde el Estado en sus diferentes niveles, las empresas y la sociedad. Pero este desconocimiento también lo vemos como una oportunidad de ampliar el campo de acción no sólo a las construcciones nuevas sino también, y sobre todo, a las existentes, que son las que plantean mayores desafíos y requieren del compromiso, esfuerzo y responsabilidad del conjunto del Estado, con empresas de servicios, entidades financieras, profesionales, constructores, desarrolladores y el tercer sector. Todos somos responsables de este cambio en pos de la eficiencia energética”.