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UNA EXCURSIÓN A ANGOLA por Jorge R. Enríquez (*)


La incomprensible expedición a Angola exhibe la falta de rumbo de un gobierno que ya da sobradas muestras de desgaste, pese a que formalmente no supera los 6 meses de su actual gestión.
Por cierto, la Argentina debe fomentar las relaciones comerciales con la mayor cantidad de países del mundo. Sin embargo, la pompa de esta visita, su espectacularidad, la presencia protagónica de la Jefa de Estado a la cabeza de la delegación, parecieran indicar que se procuró darle un relieve especial.
Es en ese marco en el que cabe preguntarse qué réditos obtuvo nuestro país. Los económicos serían muy modestos. No se conocen grandes negocios que se hayan anudado, a menos que le atribuyamos tal carácter a un par de vacas, galletitas, mayonesa y golosinas, por citar a algunos de los productos ofrecidos. Eso sí, exhibimos orgullosamente   el “know how” de “La Salada”, ese ámbito donde, principalmente, se comercian mercaderías adulteradas o de dudosa procedencia y  falsificaciones de prendas de marca, todo ello al amparo de una mano de obra esclava y con elusión de las normas vigentes, particularmente las tributarias y laborales.
Sólo algún impacto muy fuerte en el plano económico podría haber justificado esta súbita amistad con un régimen dictatorial, cuyo presidente, José dos Santos,  lleva 32 años en el poder, sin libertad efectiva de prensa, con una oposición meramente testimonial y perseguida y con gravísimas denuncias de violaciones a los derechos humanos.
Paraíso de la corrupción, la familia presidencial controla las principales empresas del país, particularmente las vinculadas con el petróleo y los diamantes, las riquezas principales del país. Miseria, desnutrición y analfabetismo completan el desolador panorama.
Las lacónicas y paupérrimas respuestas del atribulado canciller Héctor Timerman ante las preguntas del periodista Jorge Lanata son extraordinariamente elocuentes. La Argentina no sabe, no quiere saber, lo que pasa en Angola. El gobierno que así se manifiesta es el que se disfraza de campeón de los derechos humanos. Lamentable.
Las imágenes de la presidente hablando como una animadora o una rematadora ante no se sabe quién, imitando a un pollo, o repitiendo lo que le decía al oído Guillermo Moreno son de un patetismo y de una chabacanería que es innecesario comentar. Como decimos los abogados, "res ipsa loquitur": la cosa habla por sí misma.
Otras imágenes son aún más penosas: las de unos chiquitos angoleños, que seguramente carecen de los bienes más elementales, a los que se les regalaron medias con la leyenda "Clarín miente". ¿Cómo debemos calificar ese acto de aprovechamiento indigno de la pobreza de un país extranjero en beneficio de una campaña política local, en la que el Estado emplea todos sus recursos para hostigar a un medio periodístico que no se le subordina?
En el origen de nuestra Organización Nacional, nuestro modelo constitucional fueron los Estados Unidos. Más adelante, por muchos años, el modelo cultural fue Francia. En ambos casos, eran de los países más avanzados del mundo. Hoy parece que nuestro espejo es Angola. ¿Qué pasó en el medio?
EL LEGADO DE MAYO DE 1810
Celebramos hoy la fecha que hemos adoptado como el punto de partida de nuestra historia patria, por ser el momento en que se constituyó la Primera Junta de Gobierno, pero, en realidad, es realmente el 22 de mayo el día que comenzó el grito libertario, cuando el pueblo se constituyó en Cabildo Abierto, el cual decidió hacer cesar la autoridad del Virrey Cisneros y sustituirla  por un gobierno electo por ese órgano, como depositario de una embrionaria soberanía popular.
Retumban aún hoy en las paredes de nuestra historia las palabras de Cornelio Saavedra cuando, al emitir su voto en tal sentido, dijo: "Y que no quepan dudas de que es el pueblo el que confiere la autoridad o mando".
Esa sabia reflexión debería ser siempre recordada por los funcionarios. Ellos son simples mandatarios, que cumplen una función transitoria en el marco de la Constitución y las leyes.
El Cabildo Abierto es una bella metáfora de la democracia que queremos: transparente, participativa, con debates a la luz del día.
Estemos muy alertas, porque nuevos Cisneros acechan siempre cuando los pueblos se dejan ganar por la apatía. 
Celebremos el día de la Patria con emoción y honremos a quienes nos legaron, con enorme esfuerzo y en muchos casos con el sacrificio de sus vidas, un país independiente y libre.
(*) El autor es abogado y periodista