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El impacto económico de la sequía persistirá en 2023

 

La temperaturas extremas agravaron el efecto de las distorsiones macro

Gran parte de la población sufrió el calor extremo y la falta de precipitaciones en el verano. Pese a que finalmente comenzaron a bajar las temperaturas y a regularizarse las lluvias, el impacto económico de la sequía persistirá en 2023.

En materia de inflación hemos visto un alza significativa del precio de los alimentos frescos –treparon más de 30% en el primer trimestre–, que responde a problemas de oferta que generó la sequía, potenciados por el ciclo ganadero y la gripe aviar. Esto generó una fuerte aceleración de la inflación –promediará 6,5% mensual en el primer trimestre– y arrojó por la borda la estrategia oficial de coordinar menores subas de salarios y precios ( justos) para bajar la inflación a 60% anual. La suba de precios se consolida en el 6% mensual, con riesgo al alza ante la creciente escasez de divisas.

En materia de ingreso de divisas de la agroindustria, los primeros tres meses del año han sido muy negativos por el anticipo de liquidaciones de exportaciones de soja a fines de 2022 (reedición del dólar soja) y el desplome de la producción y exportación de trigo y cebada. La llegada del segundo trimestre dará un respiro al BCRA, pero no se podrán acumular divisas para transitar sin sobresaltos la segunda mitad del año.

Caída estimada

La caída estimada de un tercio de la cosecha de soja y de maíz con precios internacionales menores o iguales a los de 2022 derrumbará las exportaciones de la cosecha gruesa. Este año, las liquidaciones de la agroindustria caerían US$18.500 millones (-32%), pero si se netean las importaciones temporarias de poroto de soja récord, la pérdida neta de liquidaciones superaría US$20.000 millones.

El resto de las exportaciones crecerían US$3000 millones, impulsadas por mayores volúmenes de energía y minería, y se reducirían en US$5500 millones las importaciones de energía (gasoducto Néstor Kirchner y baja del precio internacional) y de turismo (dólar Qatar), pero no compensarían ni la mitad de la pérdida de agrodivisas.

Por el lado de la cuenta capital y financiera, este año contamos con saldos de libre disponibilidad del swap de China, pero no habrá desembolsos netos del FMI como en 2022, y es difícil conseguir financiamiento comercial de importaciones cuando este trepó US$8000 millones el año pasado. La concreción del REPO se complicó por la crisis bancaria internacional y el proyecto de ley de blanqueo de capitales no se trató en el Congreso.

Menos inversiones

Más allá de alguna inversión en Vaca Muerta, litio o apuesta financiera preelectoral, no habría un influjo de capitales significativo y es probable que el sector privado dolarice activos en la previa electoral. Ergo, las divisas disponibles para importar caerían significativamente en 2023. Incluso si se utilizan todas las reservas internacionales netas (RIN) existentes para pagar compras externas –lo cual sería muy peligroso–, las importaciones –excluyendo energía, turismo y porotos de soja– deberían caer US$5000 millones este año.

La contracción del nivel de actividad que comenzó a fines de 2022 se profundizará por diversos factores. Entre ellos destacan: el impacto de la caída del PBI agropecuario y las actividades conexas (-2,2%); la falta de divisas para importar reduce la producción dependiente de importaciones, y la aceleración de la inflación golpea la demanda de sectores no transables, que no requieren divisas para crecer.

Déficit fiscal

Por último, la meta de déficit fiscal primario esta amenazada por menores ingresos y la necesidad del oficialismo de impulsar –o al menos no recortar– el gasto público antes de las presidenciales. Las retenciones de la agroindustria caerían 0,7% del PBI y se recaudaría menos por quebrantos de productores agropecuarios y descenso de la actividad y de las importaciones. Con un rojo primario superior o igual al de 2022, con elevada concentración de vencimientos de deuda en el corto plazo y dolarización de activos en la previa electoral, el mercado de deuda en pesos y la brecha están jaqueados.

La respuesta de las autoridades ante semejante deterioro, producto de la intensificación de la sequía, provino del frente financiero. A principios de marzo implementó un canje de deuda en pesos –con mayores beneficios a inversores institucionales– para estirar vencimientos a 2024 y 2025, y recientemente anunció un canje de deuda en dólares –Globales y Bonares– por bonos Duales en pesos (ajustan por inflación y/o dólar oficial), en manos de dependencias públicas –incluye la Anses, pero no al BCRA y Banco Nación–.

Más allá del impacto sobre el FGS de dicha medida; –no es lo mismo tener bonos en dólares que Duales; en pesos–, el Ejecutivo está dispuesto a vender US$15.000 millones nominales de Bonares a precios de mercado; inferiores a US$4000 millones, haciendo lo contrario; a la recompra de deuda en moneda dura de principios de año. Esta medida ayudará a financiar al Tesoro y contener las presiones dolarizadoras; –el sector privado obtendrá una promesa de pago en divisas a cambio de pesos al tipo de cambio financiero– a un elevado costo; la deuda pública en manos de privados en dólares aumentaría hasta US$15.000 millones.

Cómo financiarse

La temporada alta de liquidación de agrodivisas junto con los canjes ayudarían a evitar un desborde de las crecientes presiones cambiarias/ financieras hasta las PASO. Pero ¿cómo se va a enfrentar el último cuatrimestre del año, cuando estacionalmente el BCRA vuelve a vender divisas; y estaremos en medio de las elecciones presidenciales? El Ejecutivo está decidido a no devaluar, pero como no tiene acceso; al financiamiento externo está apelando a financiarse con stocks menguantes –RIN, bonos dolarizados, cosecha, etc.– y debería recortar significativamente las cantidades importadas –¿turismo emisivo/bienes finales?– para que el BCRA no se quede sin dólares en una economía donde cada vez hay más pesos. Toda la dirigencia debería tomar nota de la gravedad del caso y actuar con responsabilidad: bajo sequía cualquier chispa puede desatar un incendio voraz.ß

El autor es director de Análisis Macroeconómico de Equilibra

Fuente: La Nación