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Los desafíos económicos del próximo gobierno

 Para poder analizar los desafíos que enfrentará el próximo gobierno hay que imaginar primero cuáles serán las condiciones iniciales. El escenario más probable es uno parecido al actual: alta inflación, distorsiones de precios relativos (las más notorias atraso del tipo de cambio oficial y de las tarifas), múltiples controles, elevada pobreza. A esa lista de problemas probablemente se sume una recesión moderada.

Gradualismo vs. Shock. Una primera decisión es si las distorsiones macro se deben resolver de golpe o en forma gradual. Más allá de las ventajas y desventajas de cada una, si se quiere bajar la inflación de golpe el gradualismo requiere financiamiento. A diferencia de 2016 cuando estaba la opción de normalizar la deuda en default y acceder al crédito internacional hoy esa opción no está disponible.

Los abultados vencimientos de deuda local tampoco parecen dejar mucho espacio en ese mercado. Además, si se normaliza el acceso al mercado de cambios habrá que lidiar también con la normalización del overhang monetario. Con las entidades financieras cargadas de Leliqs y títulos públicos no parece haber mucho espacio para lograr financiamiento adicional de los depositantes.

En resumen, si se opta por el gradualismo fiscal la baja de la inflación será también gradual porque será necesario seguir utilizando el impuesto inflacionario para cerrar las cuentas.

Experiencia internacional. En los últimos 40 años hubo alrededor de 180 casos de mejoras en el balance fiscal primario de 4% del PIB o más en períodos muy cortos y donde el 75% o más de la mejora fiscal se logró mediante una reducción del peso del Estado en la economía incluyendo varios casos con caídas importantes del gasto medido a precios constantes. Hay casos de países desarrollados y en desarrollo, con regímenes democráticos o dictatoriales, con alta o baja pobreza. Más allá de que no pueden extrapolarse los resultados de un país a otro, tanto en reformas exitosas como en otras fallidas, la evidencia muestra que ha habido varios casos de países que han podido reducir el peso del Estado en la economía y lograr una mejora notable del resultado fiscal primario.

Riesgo de radicalización. Es natural que existan dudas acerca de las consecuencias de un shock fiscal. En un trabajo reciente Gabriel, Klein y Pessoa analizan episodios de consolidación fiscal subnacionales en 8 países europeos y detectan un aumento en el voto de partidos con posiciones más extremistas y una reducción en el porcentaje de ciudadanos que van a votar. Este efecto es más notorio cuando los ajustes son recesivos. Una reducción del gasto de 1% del PIB aumenta la participación de los partidos con visiones más extremas en 3% (5% si ocurre una recesión).

En el caso argentino las encuestas sugieren que esa radicalización en el voto ya ha ocurrido, quizás porque la economía no crece en forma sostenida hace más de una década o porque la inflación ha aumentado notoriamente (este último problema no afectó a los países incluidos en el estudio citado).

Ajuste, actividad y distribución del ingreso. Las experiencias de la Argentina con reducciones drásticas en la tasa de inflación mostraron mejoras en la actividad económica. Si los desajustes de precios relativos se resuelven al comienzo es posible que la inflación aumente para luego descender si el programa de estabilización es consistente.

Si se pueden sortear las tensiones iniciales la estabilización mejoraría los indicadores sociales. No parece haber muchos instrumentos de política fiscal que sean más recesivos que el impuesto inflacionario. Esto mejoraría la equidad vertical.

Además, una gestión profesional de la cosa pública debería permitir poner el peso del ajuste en la reducción de prebendas que favorecen a algunos grupos de ingresos medio y altos mejorando también la equidad horizontal. Algunos ejemplos son:

Déficit de empresas estatales. Según el análisis de Urbiztondo en la conferencia anual de FIEL, el deterioro en parte se explica por un aumento notable en la cantidad de personal y en los salarios reales desde que algunas empresas fueron reestatizadas. No parece haber muchos pobres o indigentes que trabajen en esas empresas.

Regímenes de privilegio en la seguridad social. En el sistema nacional hay casi 40 regímenes especiales que tienen o bien tasas de reemplazo más altas que en el régimen general, o bien menor requisito de años de aporte o edades de jubilación más tempranas. Los trabajadores activos de estos regímenes tampoco parecen estar por debajo de la línea de pobreza. Lo mismo ocurre con las cajas provinciales no transferidas.

Impuestos cuya recaudación está privatizada. La Argentina abusa de restricciones cuantitativas que generan situaciones parecidas a impuestos y subsidios (ejemplo, las cambiarias y las restricciones a las importaciones). Pero también hay impuestos que pagan los consumidores y que el fisco no recauda. Los casos más notorios son la liberación de IVA que les permite a las empresas radicadas en Tierra del Fuego facturar el impuesto y no ingresarlo al fisco, o las cargas adicionales sobre el costo laboral que se destinan a actividades controladas por los sindicatos (por ejemplo, "capacitación" profesional). Ambas en su conjunto representan alrededor de 1% del PIB.

La eliminación de algunas de estas inequidades seguramente generará más conflictos que medidas más universales como la eliminación de subsidios a la energía y al transporte (sobretodo si, con una tarifa social bien definida, se asegura que también sea progresiva). Si las prebendas han sobrevivido a diferentes gobiernos es porque benefician a unos pocos a expensas de un mayor gasto (difícil de percibir) para muchos.

En conclusión, no sólo hay que reducir el peso del Estado en la economía sino que es vital que la gestión pública sea profesional. La eficiencia en la gestión y la mejora en la equidad horizontal y vertical no son de izquierda o de derecha. Deberían forma parte de la agenda de cualquier partido que pretenda sacar a la sociedad argentina del fracaso económico y social de las últimas décadas. Pero lograr eso sin pisar callos luce por lo menos ingenuo.


DANIEL ARTANA