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Inflación y frazada corta en un año electoral

 El círculo vicioso de la economía con una inflación mensual que oscila entre 6% y 7%, lo que implica un nuevo aumento de la tasa de interés, incremento de las devaluaciones diarias del dólar, sumando las paritarias con aumentos de tres cifras, hace que se retroalimente la escalada de precios; por este rumbo estamos atados a un permanente volver a empezar en este miniplan que podemos llamar: tallar y dar de nuevo para llegar a las elecciones. 

Durante los dos primeros meses de gestión del ministro Sergio Massa (agosto y septiembre) se logró amainar (levemente) la crisis política y económica, observando que disminuyó la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los dólares financieros, incluyendo el blue; el riesgo país también retrocedió, el Banco Central incrementó en US$ 5.000 millones sus reservas con el dólar soja y la negociación con el FMI liberó el tercer desembolso. Hasta ahí, el resultado positivo. 

Las medidas de ajuste fiscal y monetario para disminuir la inflación y controlar la cotización del dólar oficial sin devaluar (demasiado notoriamente), se ven interrumpidas porque la segmentación tarifaria para disminuir los subsidios energéticos no se termina de implementar, los gastos en planes sociales vuelven a subir, la emisión monetaria que se vio incrementada por pagar el dólar soja a $200 agregó más de un billón de pesos al sistema aumentando la brecha cambiaria, la tasa de interés va acompañando a la inflación ya cercana a las tres cifras, sumando la renegociación de la deuda pública en pesos con el peligro de que el próximo año se dupliquen estos importes.

Los dólares que dispone el BCRA para cubrir importaciones de insumos para la producción están muy restringidos y dependerán de la cantidad de agrodólares que se liquiden en exportaciones, aunque queda poco stock para vender, esperando el inicio de la próxima campaña a partir de marzo.

La pregunta que nos hacemos es cómo vamos a pagar importaciones con un dólar oficial a $150; faltan cinco meses para que ingresen dólares por exportaciones y hasta entonces solo se podrá importar con un dólar financiero valuado por encima del 100% del oficial. Esto realimenta la escalada inflacionaria, a pesar de que la mayoría de los precios ya están calculados con el valor del dólar financiero.

Esta realidad con el ritmo inflacionario tan alto, la diferencia entre el dólar oficial y los financieros, las actualizaciones salariales, el aumento de la tasa de interés entre los más significativos, son condimentos que aumentan la inflación y el riesgo de una mayor devaluación, sumando las disputas internas del gobierno que no encuentra la brújula para parar o controlar la pérdida de credibilidad de la moneda con el peligro de una espiralización aún más intensa. En este escenario, cumplir con las exigencias del FMI el próximo año será muy difícil, razón por la cual están surgiendo especulaciones acerca de instalar un plan de estabilización para bajar la inflación y son varios los proyectos:

  • Un plan similar al Austral, aplicado durante 1985 con la presidencia de Raúl Alfonsín y con el objetivo de frenar la inflación de inmediato. Para eso el creador del plan, Juan Vital Sourrouille, consideraba inexorable hacer congelamientos que permitieran generar un espacio político, más que económico para poder asegurar la continuidad del gobierno, lamentablemente este plan desembocó años después en una hiperinflación que motivó la salida anticipada del gobierno radical.
  • También, especulando con la idea de estabilización, existen versiones de una devaluación importante y llevar al dólar oficial a $200 con suba de retenciones, un posterior congelamiento de precios, salarios y cuasi congelamiento del dólar por tres a seis meses.

Si además consideramos el ajuste fiscal (gastar menos) y monetario (bajar la emisión de dinero) que debemos hacer, con una devaluación superior que sigue los aumentos de precios, de hecho, tendremos inflación de dos dígitos con síntomas graves de recesión.

El equipo económico del Ministerio de Economía ya está haciendo cálculos de la inflación que podríamos llegar a tener en las elecciones con los ajustes actuales o con una estabilización exitosa, siempre con el temor de que se les escape alguna variable macroeconómica. Esto no deja de ser una especulación o plan B ya que Massa afirmó en varias oportunidades que no habrá una devaluación abrupta, sino que se limitará a ir bajando la inflación y que le interesa cumplir el programa con el FMI.

Alerta rojo

El Gobierno solo está preocupado por los problemas microeconómicos como el ajuste al cepo cambiario, controles de precios, márgenes empresariales y cotización de dólares sectoriales (soja, turista, ahorro, etc.), pero no sabe cómo evitar que salgan divisas y afrontar la falta de dólares para pagar importaciones y otros compromisos en el exterior. Los tipos de cambio sectoriales y las mayores restricciones que presionan el tipo de cambio oficial hacen presumir que es necesaria una devaluación de nuestra moneda en el corto plazo.

El costo político y social de devaluar es muy alto, como el aumento de la inflación, la pobreza, la recesión y más aún en un año electoral. Por esa razón, el Poder Ejecutivo está sorteando el reto con las siguientes premisas: el incremento del precio del dólar con devaluaciones diarias para intentar bajar la brecha cambiaria y no atrasar el tipo de cambio para que nuestra producción sea competitiva en un esquema de escasez de divisas e inflación alta.

Escenarios posibles para evitar la devaluación:

  • a) que la inflación se mantenga dentro del 6% mensual y que la devaluación del peso y la tasa de interés acompañen para que el dólar oficial no se atrase,
  • b) si la inflación está por encima del 6%, acompañada de incrementos de servicios públicos, paritarias, etc., esto significa que la inflación seguirá aumentando más y se tendrá que seguir aumentando la tasa de interés y la devaluación de nuestra moneda, el circulo que se genera girará cada vez más rápido con el riesgo que se espiralice la inflación o que desborde alguna variable.
  • c) sin llegar a ser una devaluación importante que exista un salto cambiario por encima de la inflación y que la tasa de interés acompañe el mismo por ejemplo dólar oficial a $ 200.

Si la diferencia entre el dólar oficial y el financiero está por encima del 100%, una devaluación de nuestra moneda tendría que estar superando estos valores, el gobierno tendrá que evaluar el costo -beneficio de esta medida en un año electoral cuidando que ninguna variable se le escape.

Julio Moreno