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“El perjuicio por el mal uso de las inoculaciones covid llegó hasta las verdaderas vacunas”

 Por Agustina Sucri – LA PRENSA

El explícito plan obsesionado con la muerte al que adhiere buena parte del mundo se hizo aún más evidente a partir de la irrupción del covid. Ninguna de las medidas impuestas fue favorable. “No hacía falta ser un premio Nobel como Luc Montagnier. Ni hacía falta ser médico para darse cuenta de que esto no cerraba desde un principio”, remarcó el médico argentino Héctor Carvallo, uno de los pioneros a nivel mundial -junto con el doctor Roberto Hirsch- en el estudio de la ivermectina para el tratamiento y la prevención del covid y de la carragenina también con función preventiva.

“Si yo le digo a usted que la mejor forma de tratar una enfermedad es esperar a que se agrave, me va a decir que estoy loco. No tome aire, enciérrese, manténgase en un ambiente viciado… Son cosas tan groseras desde un principio, que en lo personal estoy tremendamente desilusionado con un altísimo porcentaje de colegas”, confesó.

Para Carvallo, el daño que todo esto produjo sobre la credibilidad de la profesión médica, en estos dos años y medio, fue tan grande que va a llevar mucho tiempo solucionarlo. “Hay gente que no quiere ir más al médico”, dijo con frustración. El profesional también reconoció que los perjuicios llegaron hasta las “verdaderas vacunas”, esas que han llevado no menos de cinco años en ser investigadas antes de ser lanzadas al mercado.

Ahora, Carvallo es uno de los fundadores de la Alianza Panamericana por la Vida, junto a otros médicos que han alzado la voz frente a las insensateces dispuestas con la excusa del covid, como Ryan Cole y Kat Lindley, de Estados Unidos; Jennifer Hibberd, de Canadá; Patricia Callisperis, de Bolivia; Carlos Nigro, de Brasil y José Castillero, de Panamá, entre otros. El objetivo no solo es recuperar la confianza perdida sino arrojar luz sobre las verdades que se ocultaron y buscar justicia tanto en términos de covid como de problemáticas vinculadas con la educación y el desarrollo social.

-¿Cómo surge la idea de generar la Alianza Panamericana por la Vida (Pan American Alliance for Life)?

– Durante la pandemia se vio lo peor del ser humano, pero también en muchos casos lo bueno. Y aquellos que trataron de hacer lo mejor posible por sus pacientes, por sus familias o por sus seres queridos fueron formando organizaciones como el World Council for Health, como la GlobalCovid Summit, Médicos por la Vida -aquí en Sudamérica, que se inició en Brasil-, Doctors for the Truth. Es decir, se formaron varias instituciones, pero ninguna que nucleara a toda América (del Sur, Centro y Norte). Así es que estamos conformando la Panamerican Alliance for Life, que ya no es “for health” (por la salud), sino por la vida. Es decir que excede el tema de esta pandemia. La idea es poder incidir positivamente, adecuadamente, en otros problemas que hay: salud, educación, desarrollo social… si bien hay tremendas diferencias entre Estados Unidos y Canadá y el resto.

-Las realidades son distintas pero está claro que hay una agenda a seguir que es uniforme y que parece abarcar a todo el mundo.

-La agenda prevista es igual para Suiza que para Zimbabue. No hace diferencia en ese sentido. Y nosotros estamos tratando, en la medida de las posibilidades, de oponernos a esa agenda. Cuantos más seamos y más unidos estemos, mejor. En este momento tenemos integrantes de Canadá, de Estados Unidos, estamos ligados con Children’s Health Defense (que ha creado un capítulo latinoamericano), con la FLCCC, con la CCCA, que es la Alianza Canadiense Contra el Covid, con Médicos por la Vida que es de Brasil, y Médicos por la vida LA, que es la extensión de ellos. La idea es que cada institución existente designe uno o más representantes en la Alianza Panamericana por la Vida, de modo tal que ellos puedan oficiar de nexo con sus respectivas instituciones y viceversa.

– ¿La Alianza no solo convoca a profesionales de la salud sino también de otras áreas?

– Estamos agrupando en personal de salud, poder Judicial, científicos de distintas ramas, medios de comunicación, influencers, y un último grupo que es el de “fact checkers”, porque los fact checkers han proliferado como los hongos después de la lluvia en todos lados. Nadie sabe quiénes son o qué título académico tienen para considerarse dueños de la verdad, pero sí sabemos a quién responden. Por ejemplo, Reuters tienen como 20 fact checkers con distintos nombres y cuando uno abre las páginas de Google o de los principales buscadores -que también son parte del problema- para buscar alguna información en particular, pero que está en contra de la narrativa oficial mundial, uno va a encontrar que primero aparecen seis, siete o diez notas que dicen que no es cierto esto, elaboradas por distintos fact checkers a quien nadie chequea. El 99% de los fact checkers a nivel mundial están financiados y son tendenciosos. No son fact checkers sino money seekers (buscadores de dinero). Están atrás del dinero, nada más.
Un fact checker, en el sentido estricto de la palabra, tiene que ser absolutamente independiente. Ya por ese solo hecho de estar financiados, no son independientes. Y si no son independientes, son tendenciosos porque nadie muerde la mano que lo alimenta.

Ahora estamos conformando los comités, haciendo el reglamento interno, porque cualquier organización que se precie de tal tiene que tener dos cosas: transparencia y utilidad. Vamos a hacer un proceso de selección, pero no porque queremos hacer una plutocracia dentro de la Alianza, sino simplemente porque muchas agrupaciones han sido cooptadas por personas que ingresaron con el simple objeto de destruirlas.

-¿Cuáles son los objetivos más particulares de la Alianza Panamericana por la Vida?

-Hay objetivos que abarcan salud, educación y desarrollo humano. Pero también hay una agenda que nos la marca las cosas que suceden. Por ejemplo, el tema vacunas. Ahora que salen a la luz, tibiamente, cada vez más cosas que suceden en el mundo: la presentación de la señora Small en representación de Pfizer frente al Parlamento Europeo, o productores de vacunas como AstraZeneca, que han reconocido que la vacuna produce trombos (y los trombos son los que matan).

Hay que aclarar que una de las grandes descalificaciones es que si uno no está a favor de las vacunas covid, es antivacunas. Eso no es cierto. Uno no es antivacunas con las vacunas reales, el tema es cuando no son vacunas. Fíjese la vacuna argentina Cecilia Grierson, que se está haciendo con mucha seriedad. Recién superó la fase uno satisfactoriamente y no es porque la Argentina no tenga medios, es que cualquier vacuna que se precie de tal que se hubiera empezado en 2021 recién habría superado la fase uno. Eventualmente, podría haber estado superando la fase dos, pero nada más. Por eso lo que dijo la señora Small en la Unión Europea, que tuvieron que moverse a la velocidad de la ciencia, es casi un oxímoron, es como decir cuál es el color del aire. La ciencia no tiene velocidad.

-¿Tienen algún plazo de inicio de actividades?

– El tema de la vacunación de los niños nos ha impulsado a acelerar un poquito las cosas porque realmente es una barbaridad. Es criminal. De todas formas, el día que haya una vacuna que sea efectiva, que funcione bien, que pase las etapas que tiene que pasar, que no las dibuje, que sean reales y que tome los tiempos que nunca se han podido corregir hasta ahora, entonces estaremos a favor de esa vacuna.

– ¿Pero hace falta realmente una vacuna contra el covid, teniendo en cuenta que ya ha tenido tantas variantes y un alto porcentaje de la población mundial se ha infectado?

-Desde el inicio, la tasa de mortalidad del covid no justificaba dedicarse a una vacuna, sino a un tratamiento precoz. Si bien esto para las personas que hayan perdido un ser querido puede sonar muy frío e injusto, la realidad es que, en términos generales, la mortalidad del covid no ha sido alta como en otras pandemias. Tengamos en cuenta que el número oficial de la narrativa no es cierto. ¿Por qué no? No estoy diciendo que inventaron muertos. Estoy diciendo que todos los centros de salud del mundo cobraron un plus por la atención del covid. Le pongo un ejemplo sencillo: el estado de Maine, en Estados Unidos. Allí si alguien ingresa al hospital con un infarto, le hacen hisopado, le da negativo, a su sistema de salud le van a facturar entre 14.000 y 20.000 dólares. Si ingresa con ese mismo infarto, le hacen un hisopado y le dio positivo, le van a facturar cuatro veces más. Si además ha requerido durante su internación de medidas especiales, llámese terapia intensiva, le van a facturar 19 veces esa cifra. Entonces más vale que todas las muertes fueron covid, aunque tuviera dos balazos en la cabeza.

Nosotros no estamos en contra de ninguna vacuna que pase todas las etapas, como parece que está pasando la Grierson. Pero también es cierto que Jean Luc Montagnier, el fallecido Premio Nobel, lo dijo de entrada y por eso fue censurado: un virus con alta capacidad de mutar no es un virus que pueda ser frenado con vacunas. Es más, me animaría a ir un poquito más lejos. La pandemia tendría que haber terminado después de dos años y medio (o tres inviernos), que es lo que duran habitualmente las grandes epidemias de virus respiratorios. Si sigue, es por tantas variantes que tiene. Las variantes siempre son en los segmentos que se han utilizado para hacer las vacunas.

– ¿Las propias vacunas pueden ser el origen de las variantes?

– Es altamente probable. Porque la gente no quiere morir. El virus tampoco.

 Recientemente una columna de Emily Oster proponiendo una “amnistía pandémica” generó gran polémica. ¿Piensan trabajar en este asunto, es decir en la búsqueda de responsables por todas las barbaridades que se cometieron durante esta “pandemia”?

– Por eso hemos creado un área judicial. Porque realmente no puedo salir a la calle en estado de ebriedad con el auto, destruir propiedad privada ajena, o quitar la vida atropellando a alguien y después pedir disculpas. Yo no lo puedo hacer y las instituciones tampoco. El hecho de que ya se esté hablando de una amnistía, si uno lee entre líneas, es el reconocimiento de la culpa, porque yo no pido perdón por lo que no he hecho. O no pretendo escapar de la justicia por cosas que no me incumben.

Ya hay mucha gente en el mundo abocada: en Estados Unidos hay equipos de abogados que están trabajando al respecto, aquí en la Argentina también, en Europa… Las grandes corporaciones tienen legiones de abogados pero creo que podemos llegar a marcar una diferencia si hacemos las cosas bien.

-¿En función de lo vivido con el covid, cómo trabajarán ustedes para generar conciencia a futuro sobre lo que no podemos volver a permitir?

-Si uno tiene que hacer una lista de las cosas que se hicieron mal, sería preferible hacer una lista sobre las cosas que se hicieron bien, que es más corta: ninguna. En la pandemia de hace 100 años a la gente la hacían salir a tomar el sol porque la vitamina D era beneficiosa y el aire puro también. Acá se hizo el confinamiento. Siempre se buscó un tratamiento precoz, acá se demoró hasta que la persona no podía respirar (excepto cuando descubrieron un par de productos caros que se ha demostrado que son inútiles, como el Molnupiravir y el Paxlovid). Después, la vacunación sobre un virus que es mutante. Luego, la obligatoriedad de las vacunas -porque la obligatoriedad existió en todas partes, uno no tenía obligación de aplicársela, pero no podía ni salir de su casa, ni viajar, ni ir al supermercado, ni entrar al banco, ni hacer un trámite, ni aplicar para un trabajo sin ella-. Y ahora lo que estamos viendo es una cantidad de muertes inexplicables a las que le dan el nombre de “síndrome de muerte súbita del adulto”. El síndrome existió siempre, se le decía muerte súbita, muerte repentina, pero nunca en los números actuales. Y los números actuales no son achacables al covid porque no se vieron durante el 2020, sino recién después del primer trimestre de 2021.

– Hay excesos de muertes que ni los propios ministerios de Salud pueden justificar.

– El hecho de darle el nombre de síndrome de muerte súbita del adulto es una excusa, es una coartada. Pero los números históricamente no le juegan a favor, no van a permitir que la mentira salga victoriosa.
Nuestra intención es que la mentira no salga victoriosa en ningún aspecto, ya sea con respecto a la pandemia, como con respecto a la pobreza, a la prostitución infantil…Usted me dirá que hay un montón de organizaciones que se dedican a eso. Sí, pero inútiles.

-Uno de los aspectos más destacables de la alianza que están creando es que sea “por la vida”, precisamente cuando la agenda que se ha instalado está obsesionada con la muerte.

– De la misma forma que Julio Verne fue un visionario escribiendo hace tantos años sobre viajes a la luna o viajes submarinos, Orwell fue un visionario cuando escribió 1984. Realmente la gente ha perdido la capacidad de resistencia a la locura totalitaria, la ha perdido totalmente y se ha transformado en una majada de ovejas que acepta lo que le digan. Es muy triste.

-Ahora parece haber más personas que se animan a ver las cosas de otra manera.

-Los cambios pueden ser de forma fácil o de forma difícil. La forma más fácil era tener pensamiento crítico. Una persona con dos o más neuronas funcionantes no podía tragarse toda esta sarta de mentiras. Después está la forma más difícil, como le ocurrió al cardiólogo Aseem Malhotra, de Inglaterra, que salía por todos los medios hablando a favor de las vacunas, hasta que se le murieron el padre y el hermano por las vacunas. Ahora está en contra de las vacunas y dice que hay que suspender la vacunación. Indudablemente hay un cambio muy grande. Las instituciones sanitarias mundiales y los medios masivos han perdido un altísimo porcentaje de credibilidad. Es lo que supieron conseguir.

Por otro lado, hay muchos esquemas de vacunación que son muy correctos y que todos los hemos respetado, tanto en lo personal, como profesionales, como padres. Lo que sucede es que fue tal la barbaridad que se hizo, que por carácter transitivo las personas que sí han sido antivacunas toda la vida se han enganchado de esto para decir “vieron lo que decíamos”. El perjuicio excedió el mal uso de las inoculaciones covid. El perjuicio llegó hasta las verdaderas vacunas.

Es como el viejo dicho argentino: el que se quema con leche, ve una vaca y llora. Todo lo involucrado en esta situación tan turbia, tan ridícula, tan ridículamente turbia, ha perdido credibilidad. Los profesionales de la salud han perdido gran credibilidad. Hay gente que no quiere ir más al médico. Es parte de lo que se supieron conseguir, porque los médicos que tendrían que haber sido los primeros en poner el grito en el cielo porque esto estaba mal, no sólo no pensaron críticamente, sino que ni siquiera pensaron.  Actuaron en una forma muy, muy, grave. No hablemos de las asociaciones y sociedades médicas porque son como los fact checkers…

-Están financiadas por laboratorios.

-Son todas financiadas. Y nadie muerde la mano del que lo alimenta, como dije antes. Pero hablo de los médicos individuales. No hacía falta ser un premio Nobel como Luc Montagnier. A veces ni hacía falta ser médico para darse cuenta de que esto no cerraba desde un principio. Porque si yo le digo a usted que la mejor forma de tratar una enfermedad es esperar que se agrave. Me va a decir, pero este está loco. No tome aire, enciérrese, manténgase en un ambiente viciado… Son cosas tan groseras desde un principio, que en lo personal estoy tremendamente desilusionado con un altísimo porcentaje de colegas a nivel mundial. El daño producido sobre la credibilidad de la profesión médica, entre otras tantas, en estos dos años y medio, fue tan grande que va a llevar mucho tiempo solucionarlo. Los daños se pueden producir de golpe, pero la recuperación suele ser lenta. Alguien tiene que empezar.




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