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Transformación digital para la gestión inteligente del agua*

En el contexto del cambio climático, según datos de Naciones Unidas, se estima que para el año 2050 dos tercios de la población mundial vivirá en entornos urbanos con decenas de millones de habitantes que consumirán el 75% de los recursos naturales del planeta. Entre ellos, se destaca el agua. Su uso no se puede evitar, es esencial para la vida y para la producción, por eso, utilizarla eficientemente puede ser la clave de la sustentabilidad.

En la última década, pandemia de por medio, la gran revolución de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, junto a la capacidad de procesamiento automático, han abierto nuevas posibilidades de optimización del nexo agua-energía. Por tanto, nos encontramos en una era digital revolucionaria que ofrece una oportunidad para su gestión inteligente. Y así como el agua constituye un bien de dominio público, al Estado le compete el deber inalienable de su gestión, es decir, la regulación de su uso o aprovechamiento, en función del interés público.

Hoy, el cuadro de situación marca que la disponibilidad del recurso, lejos de ser uniforme, combina regiones con dificultades importantes para el acceso de las comunidades al bien –situación que se ve agravada por la existencia de otros de factores de riesgo asociados- y otras, en donde abunda.  A su vez, su distribución está en directa relación con la problemática de la disponibilidad y acceso. Hay un tercer factor que, en el caso de la Argentina, tiene rasgos relevantes y que debe ser relevado a la hora de realizar un diagnóstico completo: las modalidades de empleo del recurso. Finalmente, un cuarto elemento (decisivo) en este esquema sistémico es la degradación medioambiental y la contaminación del recurso, lo cual se vincula, también, con las modalidades de empleo, criterios de gestión y administración de los bienes hídricos.

Actualmente, en diferentes zonas del país el déficit de precipitaciones, como el caso de las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú, es uno de los factores determinantes para la bajante histórica actual, considerada la más importante en nuestro país en los últimos 78 años. Esa bajante extraordinaria ocasiona, entre los principales efectos negativos, afectaciones sobre el abastecimiento del agua potable, la navegación y las operaciones de puerto, la generación de energía hidroeléctrica, el abastecimiento de combustibles y las actividades económicas vinculadas a la explotación de la cuenca conformada por los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú.

Los análisis y prospectivas llevados a cabo por distintos organismos nacionales competentes en materia de relevamiento del desarrollo del proceso de bajante histórica del río Paraná, mantienen la previsión de condiciones negativas para las áreas mencionadas y continúa el proceso de afectaciones originado por la sequía persistente y los pronósticos de condiciones meteorológicas deficitarias.

A partir de estudios desarrollados por el CEDyAT, advertimos que el principal desafío es dirigirnos hacia una gestión inteligente del agua, que es una forma de recopilar, compartir y analizar datos de equipos y redes de agua. La verdadera transformación digital consiste en proporcionar la mejor información de manera que se puedan tomar las mejores decisiones posibles. La digitalización del sector del agua supone diversos beneficios en agricultura:

    Una mejora de la productividad. Por ejemplo, con el riego de precisión se aplica la cantidad de agua más adecuada en el momento más conveniente.

    Una mayor resiliencia. Las situaciones críticas de sequía agudizan el ingenio y el tratamiento de la información adquirida, y nos permite anticiparnos al futuro.

    Un aumento de la sostenibilidad. La adquisición de información en las relaciones e interacciones entre el agua, el medio natural y la actividad humana son claves en la definición de políticas exitosas.

En definitiva, la digitalización redunda en una mayor competitividad de las actividades en las que el agua, tanto en volumen como en oportunidad, es factor clave e insustituible. La cultura hídrica (o del cuidado del agua) es un conjunto de costumbres, valores y actitudes que un individuo o una sociedad tienen con respecto a la importancia del agua para el desarrollo de todo ser vivo, la disponibilidad del recurso en su entorno y las acciones necesarias para obtenerla, tratarla, distribuirla, cuidarla y reutilizarla. Lo importante es no demorar más y promover acciones que permitan preservar este recurso vital.

 

*Por Marcelo Ferrero. Director Ambiental de CEDyAT, Docente Ambiental Universitario, Geólogo y Doctor en Costas.