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Crecen las dudas en EE.UU. sobre el rumbo de la Argentina, pese a la continuidad de las negociaciones con el FMI

 El ministro Martín Guzmán y el FMI buscan consenso político, pero a las diferencias entre la Casa Blanca y el gobierno nacional se suma la incertidumbre respecto de si es Cristina Kirchner quien toma las riendas del Poder Ejecutivo

La semana que pasó dejó a la vista que los obstáculos para llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) aparecen en Buenos Aires, más que en Washington. Al filo del cierre de su gira por Estados Unidos, Martín Guzmán y el Fondo tejieron un mensaje para decir que, pese a todo, hubo avances. Pero sin un plan, sin un horizonte nítido, y, sobre todo, sin el consenso necesario para avanzar en serio, Guzmán y el staff solo anunciaron después de más de un año de diálogo “principios claves” sobre los que buscarán hilvanar la letra final de un acuerdo.

En el recorrido hasta esa señal el Gobierno recicló mensajes cruzados que abonaron a las dudas y resquemores que existen en Estados Unidos sobre el rumbo de la Argentina, enquistadas desde hace tiempo a raíz de las diferencias en el Frente de Todos. Una inquietud persiste: hasta qué punto la aparente creciente influencia de Cristina Kirchner y el cristinismo marcará el futuro. Pero, retórica y ruidos de lado, el escenario en realidad cambió poco: la negociación con el FMI sigue –para algunos, ya en sí una señal positiva–, la política enmaraña e impone demoras, y la Argentina aún necesita si o si un acuerdo con el Fondo para el año próximo.

La puntada final que esperan dar Guzmán y el Fondo quedó atada a construir un consenso político que en Estados Unidos se espera se logre después las elecciones, aunque antes del año próximo, cuando la Argentina, sin un acuerdo, deberá pagarle al Fondo alrededor de 18.000 millones de dólares.

El mensaje coordinado entre Guzmán y el FMI bastó, al menos, para calmar los mercados luego de un cúmulo de señales que, a primera vista, parecieron contraproducentes y contradictorias. Cristina Kirchner declaró “inaceptables” las condiciones de la negociación de Guzmán, y, por primera vez, esbozó un reclamo que ya filtraba su entorno: más tiempo, y una quita en la tasa de interés. A la par, el presidente, Alberto Fernández, le decía al presidente del Banco Mundial, David Malpass, que la Argentina honrará sus deudas. A eso se sumó la salida del Grupo de Lima con guiños al régimen de Nicolás Maduro, una decisión que algunos ven como una impronta cristinista en la política exterior que complica el vínculo con la Casa Blanca, decisiva para cerrar con el Fondo. El senador republicano Marco Rubio la tildó de “preocupante”. Otros, en Washington, ofrecieron una mirada contraria: la decisión, en verdad, revela la comodidad y el margen de maniobra que el Gobierno ve en la relación con la administración de Joe Biden. En el oficialismo confían que la relación con Washington está encaminada.

“El gran conflicto es entre el Presidente y el Ministro, por un lado, y la vicepresidenta, por otro. Creo que Guzmán tiene en claro que hay que hacer, que quiere negociar antes, y no después. Pero Cristina y el Instituto Patria están creando mucho ruido. Es muy poco prudente. De alguna manera, enturbia las aguas”, resumió Claudio Loser, quien fue director para la región en el FMI.

Pero, aún así, Loser, luego del mensaje del FMI y Guzmán, es más optimista: ve un acuerdo a fines de este año. Siobhan Morden, directora de Amherst Pierpoint, advirtió a sus clientes que las palabras de la vicepresidenta debían ser tomadas en el contexto de un año electoral y una negociación en marcha. “Esto no sugiere un default con el FMI o relaciones distancias por mucho tiempo”, escribió en un informe a sus clientes. Morden indicó que “aunque las diferencias ideológicas seguirán siendo difíciles, no hay otra alternativa que llegar a un compromiso político para un programa del FMI”. Lo espera para fin de año.

Héctor Torres, quien supo ocupar el cargo que ahora tiene Sergio Chodos, cree que el Gobierno eligió dar señales que “perecerían atentar contra el éxito” de las gestiones de Guzmán. Torres señaló que el Fondo evitará ir al choque. En cierto medida, Georgieva y su staff y Guzmán se necesitan mutuamente.

“El FMI tiene la piel muy dura. Están acostumbrados a que los políticos les “echen la culpa” de medidas impopulares y a recibir críticas sin responderlas. Serán sumamente cuidadosos en evitar caer en provocaciones y, al menos públicamente, seguirán respondiendo con ambigüedades y cortesías”, indicó.

La salida del Grupo de Lima tuvo dos lecturas. Mark Feierstein, quien trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional con América Latina durante el gobierno de Barack Obama, dijo que la decisión no fue del todo sorpresiva, y además puso en duda que, de cara al futuro, el grupo sea tan relevante como antes, o que pueda impactar en la relación bilateral. El Departamento de Estado dijo que espera “fortalecer la coordinación con socios internacionales comprometidos con un futuro pacífico y democrático en Venezuela”.

“Creo que Estados Unidos anticipa que habrá muchas diferencias con el actual gobierno argentino. Venezuela está entre ellas. Pero, idealmente, habrá oportunidades para encontrar formas de trabajar juntos”, indicó. “No creo que sea ningún secreto de que el gobierno argentino tiene una postura diferente sobre Venezuela que la de Estados Unidos, Perú o Colombia. Esa ha sido la verdad desde el día en que este gobierno asumió el cargo”, agregó.

Benjamin Gedan, quien trabajó junto a Feierstein en el gobierno de Obama, dijo la salida del Grupo envía una “señal equivocada” y que la Argentina necesita “una política consistente” hacia Venezuela, pero que desafortunadamente “los desacuerdos en la coalición han hecho que sea imposible”.

Avance de Cristina Kirchner

Y Santiago Cantón, quien dirigió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y trabajó en un informe de la OEA sobre las violaciones de derechos humanos en Venezuela, fustigó la decisión, y dijo que en Washington la ven como un avance del cristinismo, y que contribuye a la imprevisibilidad que se le achaca a la Argentina.

“No hay una decisión clara, fuerte, de denunciar las violaciones graves de derechos humanos. No hay una voluntad de hacerlo. Y por otro lado la salida del Grupo de Lima es un problema con Venezuela y los países vecinos. Tenemos que estar en el Grupo de Lima, en el otro y en el otro. ¿Por qué vas a abandonar uno? No tiene lógica si tu objetivo es avanzar hacia el dialogo, la paz y la democracia en Venezuela. Podés hacerlo dentro de ese grupo también”, afirmó. “Biden va a estar abierto a todo, pero hay que mostrar una cara en política exterior, una sola. Y constante. Y eso no lo han hecho”, insistió.

Un analista de un banco de Wall Street reconoció que al mensaje de Guzmán y el FMI le faltó sustancia. Lo vio como una señal de que, aunque hubo un comunicado, no había demasiado para comunicar. Espera un acuerdo a fines de año. “Las conversaciones con inversores se reducen a las elecciones”, dijo.

Rafael Mathus Ruiz