Vivimos en un país potencialmente muy rico pero
existencialmente con inmensos sectores de su población sumidos en la
pobreza, muchos de ellos en la extrema pobreza. Ahora bien todo
hecho tiene una explicación, entonces: ¿Dónde está el motivo
para que los argentinos padezcamos este desequilibrio
económico-social que hace décadas nos agobia? ¿Cuál es el
elemento que todo lo corroe? Sí bien nunca hay una única razón,
si las hay varias y convergentes, pero entre las razones primordiales
está desde luego nuestra endémica corrupción y sus agentes los
corruptos y los corruptores. Esta calamidad social alcanza a vastos
sectores de la dirigencia argentina sin distinción de actividad,
posición o profesión y su accionar desde hace décadas sin pausa e
irremediablemente corroe a toda nuestra sociedad.
En este universo de corrupción podemos
individualizar a empresarios y dirigentes empresarios en particular a
los del interior –no porque resulten los más opulentos o numerosos
sino porque son más visibles y detectables- que en muchos casos son
hipócritas voceros de las economías regionales y las Pymes, que
bien sabemos son encubiertos testaferros de gobernadores y/o
funcionarios nacionales y/o provinciales, beneficiarios de la obra
pública nacional, provincial y/o municipal, proveedores tanto del
estado nacional, provincial y/o municipal, que amasaron inmensas
fortunas.
Esto es igualmente aplicable para políticos que
engañosamente se erigen en cruzados protectores del pueblo o falsos
luchadores sindicalistas que dicen tener como única misión ser
defensores de los sagrados derechos de los trabajadores sus
compañeros o jueces que simulan tener por guía solo a la ley y la
justicia, todos ellos con enormes patrimonios que no pueden
justificar y así podemos continuar con esta galería de funestos
actores de este sainete diabólico en que transformaron a la
República.
Sin embargo, no obstante el origen de su
bienestar económico, estas lacras sociales exhiben
desinhibidamente y obscenamente sus riquezas mal habidas, el lector
bien sabe a quienes estamos haciendo referencia ya que los conocen o
ven y vemos a diario en todos los medios nacionales y provinciales.
Esta corrupción endémica también atrajo y
acepto fondos generados por el trafico de la droga a los que se les
facilito su ingreso al país y que legitiman mediante el lavado de
activos o capitales o blanqueo de capitales, a capitales golondrinas
externos, a grupos financieros apátridas y a empresas extranjeras
que conocedoras de esta situación de laxitud de nuestra legislación
y justicia vinieron a lucrar y hacer extraordinarias ganancias para
luego emigrar.
Ese dinero mal habido tiene como contrapartida, más mortandad
infantil, más niños desnutridos, más analfabetismo, más enfermos
no atendidos, más ancianos en el abandono, menos salud, menos
educación y por sobre todas las cosas más miseria para grandes
sectores de nuestra sociedad, algunos de ellos ya sufren de pobreza
endémica, donde cientos de miles de familias tienen por viviendas
lugares que son inhabitables, en definitiva más estancamiento y
degradación económica y social.
Hace décadas que somos pasivos espectadores de
esta degradación de nuestra sociedad, el hartazgo colmó nuestra
paciencia, debemos denunciar, investigar juzgar y castigar a estos
viles individuos, deben ser confiscados la totalidad de sus bienes
mal habidos, deben hacerse públicos los juicios, las condenas y
también los remates de sus bienes.
Debemos ser muy cuidadosos al momento de juzgar a
estos sectores delictivos de la sociedad y debemos tener la
prevención y cuidado al hecho de que como disponen de poder
económico, tienen cargos políticos, tienen relaciones en todos los
sectores y niveles, cuentan con los estudios jurídicos del mejor
nivel, busquen la impunidad de sus delitos y pretendan que se los
encuadre dentro del preso o perseguido político o el eufemismo de
detenidos arbitrarios, de ocurrir esto seria la burla más trágica
y grotesca que se le puede hacer a la Justicia y a la sociedad en su
conjunto.
Es aquí donde debe ser política de estado terminar de cuajo con la
corrupción, solo así comenzaremos a pagar la inmensa deuda social
que arrastramos, solo así comenzaremos a crecer, solo así
comenzaremos a ser una nación que se auto-respete.
El Presidente Alberto Fernández en solo poco más
de un mes y días dentro de un complicadísimo contexto, viene
tomado con prudencia medidas económicas que nos van delineando un
curso positivo, generando una esperanzadora confianza en la mayoría
de los agentes económicos tal como pude observarse en la reacción
de los mercados tanto internos como externos.
Ahora bien dentro de las áreas de gobierno que
requieren de inmediata prioridad está la Justicia que
conceptualmente es “la más perfecta de las virtudes” como
sostenía Aristóteles, y a la que se le debe pedir y exigir que
encare las investigaciones y los juicios en curso sobre la corrupción
sin más dilaciones ni pausas, con prudencia, con absoluta equidad y
firmeza, con la venda en los ojos para no diferenciar entre amigos o
enemigos, cargos o jerarquías, compromisos personales o políticos,
solo así se estará cumpliendo con su razón de ser y con el
mandato de las urnas, solo así la Justicia será merecedora del
respeto que se le debe tener y esta administración será creíble y
digna de nuestra confianza, aprobación y apoyo.
Esperamos que así sea de lo contrario le
exigiremos su cumplimiento ya que la paciencia de los que acatamos,
respetamos y cumplimos con la ley ya fue agotada y a nunca olvidar
que como dice el Manifiesto de Cádiz de 1868 “¡Basta ya de
sufrimientos! La paciencia de los pueblos tiene su limite en la
degradación”.
Diego Lo Tártaro Presidente IADER
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