Es el gran objetivo de Bruselas para el período que va de 2020 a 2024. Una de las prioridades de la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Lejen. Mientras lidia con Boris Johnson para ver cómo se cumple el Brexit el próximo 31 de enero, también se concentra en las metas para el futuro de la Comunidad Europea.
Entre ellas, mantener el estado de bienestar, característica más que amenazada por todas las crisis económicas que sacudieron al continente en este siglo XXI. Que pusieron a países como Grecia, Portugal y España en situaciones muy complicadas.
Ahora, los 28 avanzan en la idea de un salario mínimo para la Unión Europea. Pero la divergencia entre el desarrollo en todos los miembros de la UE impide una fórmula única: no se puede comparar el nivel alcanzado por los países nórdicos en contraposición a los de la Europa del este.
La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Lejen.
¿Cómo reducir las diferencias de la actualidad? Por ejemplo, el salario mínimo actual de Bulgaria para un trabajador a tiempo completo es de 286 euros al mes, en comparación con los 2.071 de un trabajador de Luxemburgo.
Para eso, la propuesta de la Unión Europea es que ese “salario mínimo” alcance, por lo menos, al 60% del ingreso promedio de cada país.
Además, en Europa también se da un problema conocido por los expertos laborales en todo el mundo: la discusión trabajo o desempleo ya es insuficiente. Se puede tener un empleo y de todas maneras no llegar a fin de mes o tener ingresos inferiores a la línea de pobreza.
Nicolas Schmit es el comisionado europeo del Trabajo. Declaró que "es esencial que los trabajadores tengan un salario justo que les proporcione un nivel de vida decente, un principio clave consagrado en el pilar de los derechos sociales europeos".
De los 28 estados miembros, sólo Dinamarca, Italia, Chipre, Austria, Finlandia y Suecia no tienen un salario mínimo establecido por ley. Aunque la idea del “salario mínimo comunitario” es evitar la fuga de empleos del este al centro norte europeo, el peligro que ven los países nórdicos (también Italia, que no tiene un salario único sino que el surge de cada discusión paritaria) es que la “universalización” pretendida termine con salarios a la baja.
Pero el objetivo de fondo, mucho más ambicioso y complicado de lograr, es otro. Una suerte de “seguro común de desempleo”.
Crear un seguro contracíclico para afrontar crisis como la de 2008 (la burbuja inmobiliaria). Garantizar que, en caso de un cimbronazo económico, el afectado pueda darle a la gente acceso a una red de seguridad.
a24