Seguramente todos hemos escuchado la máxima de mercado: “Cuando Wall Street estornuda, el resto del mundo se resfría”. Pues bien podría popularizarse esta otra: “Cuando en Wall Street es festivo, en el resto del mundo se ponen a dar de comer a las palomas”. Y es precisamente esto lo que ha pasado en los mercados.
Hoy no ha habido tweets de Trump, ni datos macro estadounidenses, ni noticias empresariales al otro lado del Atlántico, ni ha hablado ningún miembro de la Reserva Federal de EE.UU., y claro, los inversores europeos, huérfanos de referencias, y tan acostumbrados ellos a dejarse guiar por cómo va la preapertura de la bolsa estadounidense, han preferido tomarse esta jornada a título de inventario, y preparar las vacaciones de verano.
Así que aprovecharemos esta tranquila sesión, en la que ha habido un diferencial de 12 puntos entre el máximo y mínimo intradía del Eurostoxx 50, para dar nuestra opinión sobre la situación actual del mercado.
En la mente de los gestores de todo el mundo se debaten actualmente dos fuerzas contrapuestas: Por un lado, la sensación de que el ciclo económico está en su fase expansiva final, y por otro, el interés generalizado de los bancos centrales de intentar retrasar la natural contracción económica a base de inyectar liquidez en el sistema.
Y esas dos fuerzas producen intenciones operativas también contrarias: Comprar ante cualquier corrección por la esperanza de que los Bancos Centrales impidan fuertes caídas en las bolsas que empeoren el panorama económico general, o vender en los rebotes ante la inminente finalización de la fase económica expansiva más larga de la historia.
Y en esas estamos. La lateralidad de los mercados en Europa refleja esa incertidumbre inversora. “No hay fuerzas para subir, pero tampoco queremos bajar”, nos comentaba un importante gestor nacional esta mañana.
Nuestro consejo sería que los inversores con mayor perfil de riesgo pueden operar en el corto plazo aprovechando las subidas que se producirán en los valores más volátiles por los futuros recortes de tipos. Mientras que los de inversores más conservadores deberían esperar a tomar posiciones de largo plazo ante caídas adicionales.¿Y a todo esto qué hacer? Nuestra impresión es que hay más riesgo a la baja que al alza. El potencial de caídas en las bolsas cuando llegue el fin de ciclo es mayor que las subidas potenciales por nuevas rondas de flexibilización monetaria. Cuando la economía empiece a deteriorarse, que lo hará tarde o temprano, pesará más en los inversores que nuevas rondas de flexiblización monetaria.
No compraríamos EE.UU., con un clico más adelantado que el europeo. Compraríamos selectivamente en Europa en las caídas. Sobre todo en el sector bancario, que ya ha descontado casi todo lo malo que podía descontar.
Paciencia, esa será la clave para encontrar verdaderas oportunidades de inversión a unos años vista.