Cambio cultural: mi cambio
Rosario Altgelt (presidente del 54° Coloquio)
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Hace un año,
Gastón Remy hizo desde aquí un repaso de todo lo que ocurrió en la Argentina a
lo largo de los últimos 53 años. Y también es increíble todo lo que pasó en
este último año (reseñado en un
audiovisual de 1’ con la voz de Lalo Mir, sobre sanción y/o veto de leyes;
sequía; suba de tasas en EE.UU.; cuadernos de la corrupción; escalada del
dólar; acuerdo con el FMI; cambios en ministerios y el BCRA; etc).
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Un año difícil, de
tensión, pero también de oportunidad para que cada uno reflexione sobre la
necesidad de un cambio cultural en los temas estructurales como la informalidad
y la competitividad, para lo cual tenemos que trabajar con otras empresas, con
el Estado y con los líderes sindicales.
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¿Cómo hacerlo?
¿Cuál es nuestra responsabilidad como líderes empresarios? ¿Qué aprendemos de
nuestros errores?
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En el Coloquio
tenemos que hablar de la educación, la inclusión social, la Justicia y las
instituciones, como lo venimos haciendo en los últimos años. También del
Presupuesto 2019: la sustentabilidad fiscal es un trabajo de acuerdos entre el
sector público y el sector privado.
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Soñar con un país
mejor y salir de la sensación de imposibilidad significa romper con el
paradigma de que “no se puede”.
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Cada uno de los
que estamos acá tenemos una gran responsabilidad con la sociedad para
transformar. Tenemos la posibilidad de tender un puente con los más
vulnerables, integrándolos. No lo haremos solos, sino con el otro. Soy yo, sos
vos, son ustedes y es ahora.
El valor de pensar
Darío Sztajnszrajber
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En el lenguaje
filosófico, la “otredad” alude al otro, al que no es como nosotros, al
extranjero. ¿Qué hago con el extranjero? ¿Me niego, lo extermino, me abro a él,
lo tolero?
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El que tolera
ejerce un poder e impone las reglas. ¿No hay que cambiar el paradigma y
escuchar al otro?
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La Filosofía no
resuelve los problemas, los crea. Hacer preguntas desde la filosofía tiene un
sentido de subversión: nos ayuda a problematizar la realidad y a cuestionar el
sentido común.
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¿Quién es el otro?
El otro es el débil para mí. Si recibe un nombre pasa a ser alguien. Es otro
porque no nos cierra, lo dejo al margen. Si golpea la puerta de mi casa no le
abro.
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Pero otra forma de
perderlo es imponerle condiciones según mis propias necesidades. No les quepa
duda de que conectarnos con el otro nos transforma.
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La democracia es
conectarse con el otro que no nos cierra y siempre molesta. Pero hasta el amor
y la convivencia son un proyecto político. Si la política no se piensa en
función del otro no es política; es negocio.
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En vez de hablar
de tolerancia debemos hablar de hospitalidad. Un concepto que viene del
desierto, donde no hay casas sino tiendas y no se necesita golpear la puerta.
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En la Argentina
hay mucha gente que “está afuera” por no cuajar con el sentido común. ¿No será
que los extranjeros están adentro? No tienen color: son negros.
Pensando Argentina
Santiago Kovadloff
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El sueño de una
Argentina mejor parece ser la contracara del realismo. No lo es. Es ir a su encuentro
con un repertorio de ideales.
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El pasado
condiciona al presente con la monotonía de la repetición. Tenemos un país
hipotecado con el fracaso, a través de deudas contraídas e impagas desde la
Independencia, como el federalismo y vivir en el marco de la ley con la
política subordinada a ella.
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Pero creer en la
repetición del fracaso es la negación del pensamiento. Es terrible durar,
porque es renunciar a nuevos proyectos.
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Debemos hacer del
fracaso un proceso de aprendizaje y el punto de partida. Estamos viendo el
viento imprevisible del cambio en la Justicia. Se dirá que es difícil. ¿Pero de
dónde sacamos que es fácil? ¿Lo llamamos a Belgrano, a San Martín, a Sarmiento,
a Vélez Sarsfield o al fiscal Nisman?
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Lo que importa es
que quien emprende una tarea pueda llevarla adelante. Seamos una vez dignos de
nuestra Constitución Nacional.
María Esperanza Casullo
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La Argentina no es
un país fracasado, pero sí con muchos problemas no resueltos. Todas las
historias nos cuentan un fracaso. Incluso cuando éramos la 8° economía del
mundo, se discutía por qué no éramos la primera.
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Pero también hemos
tenido algunos que no valoramos en toda su dimensión porque los hemos
naturalizado: 1) la integración social de los inmigrantes y el fútbol como una
de las pocas instituciones “policlasistas”; 2) la escuela pública tan
baqueteada, donde las familias mandan a sus hijos y no hay brecha de género; 3)
el rechazo a la violencia política, a diferencia del período 1930/1983, hasta
que un día la sociedad dijo basta y la erradicó; 4) partidos políticos que más
o menos funcionan y que todas las crisis se hayan resuelto dentro del Congreso.
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Nada de todo esto
es perfecto, pero son capítulos para pensar en el desarrollo de abajo hacia
arriba. Pensemos que cada escuela pública cuenta con una cooperadora integrada
por mamás para colaborar con ella.
Dulce Santiago
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Hay tres preguntas
que debemos formularnos para repensar el futuro:
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1) Cómo nos vemos.
Estamos en un nuevo ciclo político, pero a pesar de la intención de mirar hacia
el mundo, los resultados no fueron los esperados. Tal vez por creernos un país
rico.
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2) Cómo nos ven.
Una reciente nota sobre la Argentina del diario español El País, llevaba como
subtítulo “Tierra de locos”. Tenemos una economía vulnerable por las crisis recurrentes
que son casos de estudio, al igual que la capacidad de recuperación hasta que
sobreviene la siguiente. Esto no nos hace un país confiable en el mundo.
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3) Cómo somos
realmente. La dirigencia de fines del siglo XIX estaba integrada por hombres de
acción, pero también de pensamiento para elaborar un proyecto de país a futuro,
lo cual no ocurrió en el siglo XX.
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La dirigencia
empresarial argentina tiene una responsabilidad para dar una respuesta a través
de un programa de desarrollo integral consensuado.
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Esta tarea de
pensar la Argentina implica conocer los problemas para encararlos y
resolverlos. Y también de compartir valores comunes para impulsar un cambio
cultural.
Andrés Malamud
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Estoy incómodo con
el concepto de cambio cultural del título de este Coloquio, debido a tres
razones. Primero, porque me parece muy pegado al refrán del gobierno y se
confunde con un cambio político. Segundo, porque cultura remite a valores
éticos y los problemas no son morales sino políticos. Y tercero porque nuestra cultura
está muy vinculada con el anti-liberalismo.
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Considero que la
cultura es relevante, pero que la causa de los problemas son los incentivos. El
que ahorra en pesos en la Argentina no es un patriota sino un patético y si
estamos dejando de coimear es porque ahora estamos yendo presos y no porque
hayan cambiado los valores. El cambio cultural es consecuencia de los premios y
castigos.
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Los argentinos actuamos
con una híper-razonabilidad individual, aquí y en cualquier país del mundo. No
confiamos en nosotros… y lo bien que hacemos. Pero eso nos lleva al “dilema del
prisionero”, que es un sub-óptimo de funcionamiento como sociedad.
El problema es el
sistema. ¿Cuándo se jodió la Argentina? se pregunta (Mario) Vargas Llosa. Puede
haber sido con el Peronismo, pero también con “el que no ·
afana es un gil”
de los años ’30 reflejado por Discépolo y el Martín Fierro, cuando aconsejaba
“hacete amigo del juez”, muy oportuno en este momento.
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En la Generación
del ’80 se odiaban y se peleaban por cartas. La Argentina exitosa que tuvimos
hace un siglo es producto del conflicto más que del consenso.
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La aceptación
cultural del otro es fundamental. Las democracias mueren desde adentro por dos
razones: la falta de tolerancia y de autocontención (no designar jueces por decreto
aunque la ley lo permita).
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¿Cuál es el único
cambio cultural aceptable? El que se hace en primera persona. Cambiarme; no
cambiarte, porque eso es imponerte. El cambio cultural es que Fernando Iglesias
se tome un café con Juan Grabois, no que se cambien entre sí”.
Participación de Joan Antoni Melé
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Cuando pregunté, en
todos lados me dijeron que allí había mucha corrupción, pero con eso no se va
al fondo del problema.
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La pregunta es
cómo educamos a la infancia y a la juventud para que al llegar a adultos no
sean corruptos.
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Adam Smith habla
del egoísmo y sostiene que eso genera el bien, Olvidó en sus análisis que su
madre había hecho cosas por amor a él.
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Educamos a
nuestros hijos en el miedo. No les extrañe que en la adolescencia se droguen no
por placer, sino porque no les interesa la realidad que les mostramos.
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Nos hemos creído
que la vida es una lucha por la supervivencia y postergamos nuestros valores
como seres humanos.
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¿Para qué creamos
empresas? ¿Para ganar dinero o para hacer que el mundo esté mejor y con eso
ganar dinero?
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No me interesa lo
barato. Me interesa más cualquier ser humano.
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Los invito a tener
todos los días un encuentro espiritual con uno mismo. Contágiense el entusiasmo
y tengan coraje y compromiso con la vida.
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No dejen que el eslogan
del Coloquio (“Soy yo y es ahora”) se quede sólo en un eslogan. Pierdan el
miedo.
Nuestro rol
Sergio Kaufman
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Los libros se quemaron
con Japón y la Argentina, por lo más y por lo menos. La Argentina
sistemáticamente es un fracaso.
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El cambio lo
hacemos nosotros. Tenemos dos roles: generar riqueza y el de construir una
sociedad mejor y no estamos haciendo lo suficiente para esto último.
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Quizás hayan
ayudado los cuadernos, pero este es el primer capítulo de un libro largo. Nos
debemos varios capítulos de explicaciones todavía.
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Por ejemplo,
nuestra pasión de andar por la banquina como si fuese el camino priviligiado y
no por la ruta. Esta actitud generalizada mejora el presente de algunos, pero
se lleva puesto el futuro de todos.
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Los momentos de
incertidumbre son los que nos muestran como verdaderos empresarios.
Carola Fratini Lagos
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Tengo un
sentimiento de desilusión porque no hemos sido capaces de construir una
Argentina sustentable. La reciente historia de corrupción es una vergüenza,
pero además una esperanza para que el país cambie.
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Tenemos que
alinearnos con nuestros valores, que son como una brújula que nos guía.
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La idea es mejorar
todos los días la calidad de vida de la gente y observar la consistencia entre
lo que decimos y lo que hacemos
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Aporto siete
reglas: seamos verdaderos líderes de largo plazo; hablemos abiertamente con
todos; repensemos los incentivos; exijamos transparencia; seamos cuidadosos con
nuestra cadena de valor; promovamos la diversidad y cuidemos el medio ambiente.
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¿Que los
empresarios sean los culpables de la inflación? 100 por ciento seguro no es.
Roberto Murchinson
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Los cuadernos de
(Oscar) Centeno me dan esperanza porque dejan en claro que la corrupción ha
dejado de tener costo cero. Creo que de allí van a venir cambios culturales
interesantes.
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La disputa no es
entre izquierdas y derechas, sino entre populismos e institucionalismos.
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Es catastrófica
esta inflación. Cuando se habla de eso no se habla de otras cosas bien
importantes.
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Corrupción y
ajustes generan tierra fértil para los populismos. Y que la probabilidad de que
regrese un gobierno populista ya no sea cero me preocupa mucho.
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También me
preocupa que una parte de la ciudadanía y la dirigencia política no esté
convencida que el Estado es muy grande para la economía que tenemos.
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Veo un foco muy
fuerte de parte del Gobierno en bajar los costos del transporte.
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Hay que trabajar
sobre el mercado sobre regulado y sobre los proteccionismos que son la
contracara de la productividad.
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Y mejorar la
dirigencia empresarial, para que avancen en conversaciones maduras con la
dirigencia gremial.
Gastón Remy
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Hay que convocar a
ser protagonistas; no todos estamos del lado de los malos.
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Siento sorpresa e
indignación: veíamos la corrupción, pero no imaginábamos la magnitud.
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También
frustración y enojo porque los empresarios, políticos y sindicalistas no
estamos entendiendo la gravedad de lo que está pasando.
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Tampoco los
actores líderes de la sociedad tomamos nota que esto viene de décadas.
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Tengo esperanzas e
ilusión porque hay cosas que, por suerte, han pasado.
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Hay que hacer que
las cosas pasen. Poner ladrillo sobre ladrillo para conseguir que esas gotas de
agua que somos nosotros se conviertan en ríos y mareas que generan un cambio
genuino.
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El empresario
argentino evoluciona. La Argentina necesita menos ideología y más valores.
Emparejando la cancha
Federico Eisner
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La Argentina
necesita crecer y si quiere crecer necesita exportar y para exportar hay que
ser competitivos.
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El cuadro de ventas
2017 muestra que 2 de cada 3 pesos que se venden en almacenes y supermercados
son informales.
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En los últimos
diez años, perdimos 60 por ciento del volumen de carne bovina y ahora lo
estamos recuperando.
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El país tiene
potencia para multiplicar por cuatro las exportaciones desde este momento hasta
2025.
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La informalidad en
el mercado de carnes crece a lo largo de la cadena, hasta llegar a 56 por
ciento de los ingresos en la comercialización.
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Los frigoríficos
informales hoy tienen una venta de más de 40 por ciento en el costo de faena,
con alto impacto en la salud pública.
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El lomo, nuestro
producto más Premium está en Precios Cuidados: lo regalamos.
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La distribución
por media res genera ineficiencia de precios, problemas sanitarios y sobre
costos en una cadena comercial informal.
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Hay que animarse a
la transformación: hay que eliminar la medida res en la Argentina y ésta es una
decisión política.
Leandro Cuccioli
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Hoy, la cancha no
está pareja y por eso, hay mucha diferencia en la rentabilidad entre quiénes pagan impuestos y quiénes no.
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La economía
informal es hoy de 35 por ciento y el potencial recaudatorio de esta
informalidad en los próximos cinco años es de 1,5/2 por ciento del PBI.
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No es un objetivo
inalcanzable y creo que se puede hacer, cadena por cadena.
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La AFIP conecta la
contribución individual con la posibilidad de hacer un país mejor.
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¿Hacia adónde queremos
ir?:
a) lo haremos más fácil.
b) miraremos al contribuyente como aliado.
c) trataremos con rigor al evasor.
d) seremos más transparentes para que el contribuyente
sepa cómo está parado frente al Fisco.
e) legitimaremos el rol del impuesto para empezar a atar
la suma que pagamos con lo que estamos dispuestos a pagar.
f) entenderemos que somos parte de un contexto mayor.
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Todo esto
significa en la práctica, aun sabiendo que cada industria es diferente:
1. Gestión de riesgo; lucha contra la evasión.
2. Facilitación del cumplimiento voluntario.
3. Incremento de la capacidad operativa.
4. Transformación de la cultura tributaria.
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La facturación
apócrifa es La principal maniobra de evasión en la Argentina.
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Estamos haciendo
un uso intensivo de datos, profundizando la cooperación internacional y
federal, desarrollando una estrategia de controles sectoriales y la facilitación
del cumplimiento voluntario.
El giro copernicano en la diversidad de género. Parte
I
Cooperar para ser competitivos
Joaquín Navajas
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Un proverbio
japonés dice que “ninguno de nosotros es mejor que todos nosotros juntos”.
Cooperar nos conviene.
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Parte del problema
es que somos humanos y tenemos ciertos sesgos, como el de la confirmación:
buscamos al que se nos parece y no al que se diferencia de nosotros.
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Los seres humanos
estamos dispuestos a tomar decisiones absolutamente erróneas si muchos otros
piensan hacer lo mismo. Nos gusta estar en manada. Ser diferentes nos duele.
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Sin embargo, los
grupos diversos cooperan mejor que los homogéneos. Incorporan una serie de
perspectivas diferentes y compiten mejor.
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La diversidad es
más importante que la habilidad. En las organizaciones ponemos más foco en la
experiencia que en las perspectivas.
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La Argentina está
viviendo una nueva ola inmigratoria y hay que prestarle a atención a algunas
expresiones de rechazo, cuando en realidad deberíamos agradecerles por venir a
trabajar acá para construir una sociedad más diversa.
Francisco Lugano
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CREA nació hace
más de 60 años cuando un productor de Henderson buscaba resolver la erosión de
suelos que amenazaba su explotación. Así invitó a un grupo de productores de la
zona y descubrieron que todos compartían el mismo problema, que ninguno
declaraba, hasta que encontraron una solución colaborativa.
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En estos años fue
cambiando la complejidad de los temas a resolver. Al principio se buscaba a un
especialista con una receta. Ahora se forman equipos. Los grupos CREA se reúnen
una vez por mes.
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Para resolver los
problemas más complejos necesitábamos crear una cultura, que nos llevó 60 años
y compartir valores.
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Con la misma cultura
nació CREA Escuelas, donde con la misma metodología abordamos temas como la
droga en las escuelas y participamos de los grupos RIL (Red de Innovación
Local) con intendentes y funcionarios; del B 20 y del Foro de Convergencia
Empresarial (FCE).
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El país que se viene
es de cambios más rápidos y es importante la actitud colaborativa para
construir un país mejor. Para que trabajemos en esa empresa que es la República
Argentina y de la que todos somos accionistas.
Isabel Martínez
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Creo que todos
aquí compartimos la resiliencia como valor. Nuestra Cámara tiene 73 años de
vida y se inspira en las palabras de uno de los fundadores de la integración
europea, Jean Monnet: “los hombres pasan y las instituciones quedan”.
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Así nació el
primer cluster de la provincia de
Córdoba, con autopartistas y fabricantes de maquinaria agrícola que se
constituyeron como grupo asociativo, y se firmó un acuerdo con la Cámara de
Empresarios Mineros. ¿Qué sucedía? Que no nos conocíamos. De ahí surgió la
necesidad de conocernos, trabajar juntos e innovar.
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Hoy tenemos un cluster de petróleo, gas y minería,
además de una alianza con el sector público y privado de la provincia.
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Ahora acompañamos
con capacitación a las nuevas generaciones de empresarios metalúrgicos. Y con
la búsqueda de competitividad a través de nuestros nichos productivos, para
crear riqueza no sólo para nuestras empresas sino para nuestros proveedores y
colaboradores.
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La regional
Córdoba de ADIMRA se basa en dos premisas: 1) La prosperidad de una empresa es
directamente proporcional al beneficio que le brinda a la sociedad y 2) saber
negociar contratos.
Alberto Arizu (h)
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El caso del vino
ha sido una construcción colectiva exitosa, con la búsqueda insaciable de
consenso y una cuota enorme de generosidad intelectual.
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El vino ha formado
parte de nuestra cultura, la Argentina es el 5° productor del mundo y en los
años ’60 llegó a consumir 90 litros anuales por habitante.
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Tras la crisis de
fines de los ’80, la Argentina sólo producía vinos para su mercado interno.
Teníamos una enorme producción cautiva. La solución era salir al mundo.
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A esa altura
parecía imposible imponer una marca país. Así nació Wines of Argentina, con 12 bodegas.
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En 1993 participó
por primera vez de la feria de Londres, sin la menor experiencia. A tal punto
que algunos empresarios proponían un stand con tabiques separados para cada
empresa, como si fuera un stud. Hasta
que un productor inglés vino a preguntar si la Argentina producía vinos, porque
creía que su capital era Río de Janeiro. Ahí nos dimos cuenta del trabajo
colaborativo que teníamos por delante.
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Cinco años
después, por primera vez se servía vino argentino en el Parlamento británico.
Hoy tiene 400 bodegas exportadoras y en 25 años las ventas externas pasaron de
25 a 1000 millones de dólares anuales.
Un país competitivo
Dante Sica
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Estamos obligados
a ser competitivos, debido a la pobreza que tenemos y por la informalidad del
mercado laboral.
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Nuestra historia
es de un equilibrio mediocre y hoy tenemos la misma productividad de los años
’50.
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Esa obligación
significa que necesitamos una tasa de inversión acorde y para eso se necesitan
cambios que ayuden a romper las trabas.
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Tenemos que usar
la experiencia para romper la maldición que dice que cada 4 ó 5 años nos caemos
porque no generamos divisas.
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A veces se
sacrifican cuestiones de corto plazo para fortalecer la macroeconomía. Eso es
lo que hicimos con los cambios en la política de retenciones, ya que teníamos
que dar señales sobre el déficit fiscal y tuvimos restricciones políticas para
avanzar.
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Tuvimos que
hacerlo por objetivos de bien común y nuestra expectativa es que cuando se
llegue al fin de esta alternativa vayamos para adelante con mayor énfasis.
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El sistema de
representación empresarial está obsoleto, ya que está armado bajo reglas de
juego de economía cerrada y discrecional donde se negociaba la tasa de
rentabilidad.
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Hoy, queremos una
economía más integrada al mundo, más competitiva y también es lo que exige la
sociedad. De esta forma, se pone en tela de juicio el formato de las cámaras.
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No todas tienen la
velocidad de cambio que se necesita y de allí la reconversión.
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La cuestión
sindical está formateada casi de modo similar.
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Ante los avances
tecnológicos no se puede seguir haciendo más de lo mismo. Hay que generar
marcos laborales que se adapten a los nuevos cambios.
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Al ver los datos actuales
del mercado laboral nos sentimos frustrados.
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Hay que seguir
generando valor en las empresas y cada vez ser más competitivos.
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El que pierde es
quien no se transforma y no puede ser competitivo. No es privativo de los
sectores, ya que hay nichos que pueden ser competitivos.
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Es necesario que
la clase política esté a la altura. Pasó con la democracia, con los derechos
humanos, pero nos olvidamos del bienestar.
La construcción colectiva en modo beta
Joaquín Navajas
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En la última
actividad de la jornada, el profesor de la Universidad Di Tella demostró cómo
construir inteligencia colectiva de manera grupal, basándose en el experimento
del inglés Francis Galton, quien en 1906 puso a 800 personas a calcular el peso
de un buey a cambio de un premio. A nivel individual las diferencias fueron de
varios kilos; pero en el promedio de todo el grupo resultó sorprendentemente de
sólo 30 gramos.
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Navajas dividió así
a los participantes en equipos, para contestar primero individual y luego
colectivamente cuánto mide la Torre Eiffel y cuántas veces se menciona la
palabra alegría en el clásico “Dale
alegría a mi corazón”, de Fito Páez. Las respuestas correctas eran 324
metros y 21 veces, respectivamente, y las respuestas grupales estuvieron mucho
más cerca.
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“Esto significa
que deliberar mejora a la democracia”, concluyó. Pero para no basarse sólo en
cuestiones fácticas, realizó una segunda ronda con cuestiones morales y éticas
opinables, como el salvataje de 5 personas en situaciones de emergencia a
cambio de sacrificar la vida de otra.
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“Aquí no se puede
dar una respuesta concreta porque cualquiera tiene validez. Lo valioso es
generar espacios de debate en cuestiones donde no hay coincidencias”.
José del Río
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A continuación, el
secretario general del diario La Nación presentó los resultados de varias
encuestas sobre la imagen de los empresarios en la sociedad. Una de ellas, de
la consultora CIO, revela que para el 64% son poco confiables; para el 63% el
“caso Odebrecht” es la forma habitual de actuar y solo 19% indica valores
positivos.
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A su vez, una de las
realizadas para el Coloquio de IDEA a través de redes sociales –con 1650 votos-
indica que para un 52% de los que opinaron deberían comportarse con integridad
y 25% con más trabajo colaborativo. El resto abarca cuestiones negativas pero
también algunas constructivas de la actividad empresarial.
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Estos resultados
fueron utilizados como disparadores para que los empresarios opinaran
individualmente micrófono en mano y reflexionaran sobre qué deberían cambiar
para que el país cambie. Hubo coincidencias en que la construcción colectiva
resulta dificultosa y en que el caso de los “cuadernos de la corrupción” marca
un punto de inflexión para diferenciar a unas empresas de otras. Y que si bien la
situación resulta injusta para las que no cometieron delitos, se trata de una
realidad que no puede desconocerse.
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También el debate
abarcó cuestiones institucionales, económicas y políticas (Justicia
transparente y eficaz; seguridad jurídica, excesiva carga tributaria,
volatilidad macroeconómica, etc.) y la propuesta de formar grupos para debatir
cambios en las formas con que los empresarios están habituados a relacionarse
con la sociedad.