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Fin del sueño alcista perpetuo

Las bolsas europeas cierran con alzas por encima del medio punto porcentual
  • Los inversores premian el acuerdo de gobernabilidad en Alemania, aunque les inquieta Italia
  • La amenaza de guerra comercial sugiere presión a corto plazo para los activos de riesgo
  • Dos mitos se han desmontado la última semana

Sólidas alzas al cierre de las bolsas europeas, en lo que muchos analistas consideran un simple rebote dentro de un movimiento bajista mayor, desarrollado por tres hechos principalmente: Cierre de cortos que se abrieron al inicio de la semana pasada, al haberse alcanzado soportes técnicos, y por una mayor tranquilidad en el mercado de deuda tras los acontecimientos políticos de este fin de semana.
Hoy los inversores han estado atentos principalmente a los datos macroeconómicos publicados tanto en Europa como en EE.UU., luego destacaremos los más importantes, y a las primeras valoraciones del acuerdo de gobernabilidad alcanzado ayer en Alemania, y al resultado de las elecciones italianas. En el primer caso positivo para el mercado ya que elimina la posibilidad de nuevas elecciones en el país, y respecto a las presidenciales italianas, un escenario previsto que dibuja grandes dificultades para formar un gobierno estable.
En cuanto a los datos macroeconómicos destacaríamos los PMIs tanto en Europa como en EE.UU. En el caso europeo, aunque el ritmo de crecimiento de la actividad total de la zona euro se ralentizó desde su máxima de casi 12 años registrada en enero hasta su mínima de cuatro meses en febrero, de todos modos se mantuvo sólido. Los fabricantes y las empresas de servicios observaron continuas entradas fuertes de nuevos pedidos, mientras que la creación de empleo y las presiones de los precios también se mantuvieron elevadas.
El ritmo de crecimiento en Europa, aunque se modera, se mantiene sólido.
En el caso de EE.UU., la subida del sector servicios en febrero, con un PMI en 55,9 frente 53,3 anterior, ha sido una noticia positiva después de los dos malos meses anteriores.
Por lo demás, datos macro en línea con las previsiones, y que no tuvieron impacto en los mercados.
Para finalizar este comentario de cierre nos gustaría resumir la opinión de Juan Carlos Ureta, presidente ejecutivo de Renta 4, que en una brillante exposición refleja muy bien el escenario actual en el que se mueven las bolsas desarrolladas:
De los tres escenarios posibles que apuntábamos la semana pasada (vuelta a los máximos de enero, recorte hasta los mínimos de principios de febrero o consolidación en niveles intermedios) las Bolsas parecían decantarse, al inicio de la semana, por olvidar el susto de hace tres semanas y avanzar o al menos consolidar posiciones, pero la comparecencia del nuevo presidente de la Fed ante el Congreso, por un lado, y la guerra comercial declarada por Trump el jueves pasado, por otro lado, han devuelto a algunas Bolsas a los mínimos anuales, y han provocado en otras recortes no tan fuertes, pero también significativos.
Todas las Bolsas, por tanto, con la excepción de algún mercado como Rusia o Brasil, se han visto afectadas por este brusco despertar del sueño del "mercado alcista perpetuo" (bull market forever) que muchos habían empezado a considerar como la nueva normalidad, y por la ruptura de ese otro sueño que hace ahora un año se había instalado en el consenso de los mercados, a saber, la famosa "reflación" del nuevo presidente americano, Donald Trump, que muchos pensaron, incluso, que podía mutar en una "reflación" de la economía global.
La propuesta de Trump era simple, y, tal vez por eso, seductora. Finalizada, por agotamiento, la larga etapa de dinero barato (easy money) el mago Trump sacó dos trucos de su particular chistera, los estímulos fiscales (rebaja de impuestos y plan de infraestructuras) y el proteccionismo comercial (dólar bajo, aranceles y revisión de tratados). Dos trucos, por otro lado, ya muy vistos. Los mercados no solo quedaron fascinados por la magia del nuevo presidente, sino que, además, pensaron que lo que el mayor gasto fiscal no iba a hacer subir la inflación ni los tipos de interés, y que el proteccionismo no iba a perjudicar al resto de la economía global.
Powell no tiene el elegante discurso académico de Yellen.
Esos dos mitos se han desmontado esta última semana. La primera comparecencia del nuevo presidente de la Fed, Jerome Powell, ante el Congreso, y los tuits de Trump, se han encargado de romperlos. Powell quiso repetir el discurso del "mundo feliz" de su predecesora Janet Yellen, un mundo armónico de crecimiento fuerte de inflación y tipos de interés subiendo de forma gradual y controlada, al decir que el gran dibujo era el de una economía muy optimista ("people are missing the big picture: that we have an upbeat economy"). Pero la diferencia es que Yellen conseguía, con su elegante lenguaje académico, convencer a los inversores de que era posible subir tipos sin dolor, mientras que Powell, con su discurso más claro de hombre de negocios, transmite la sensación de que la Fed va a subir los tipos pase lo que pase en las Bolsas (se acabó el "put" de Yellen) y de que este año puede haber cuatro subidas y no solo tres. Tras el lenguaje de Powell subyace la idea, obvia pero hasta ahora ignorada, de que el gasto público excesivo y el crecimiento sin límite de la deuda pública al final generan inflación descontrolada, además de mala asignación de los recursos, y eso hace subir los tipos. Tal vez hemos comprendido de repente que, en un mundo lleno de deuda cualquier subida de tipos, por suave que sea, puede producir dolor.
Por su lado, Trump nos ha recordado esta semana, con su estilo directo y brusco, la cara menos amable del "America first", la de la agresión comercial a otras economías vía aranceles. De pronto hemos comprendido que las políticas comerciales proteccionistas no son buenas para nadie, ni siquiera para el que las practica, en el mundo global del siglo XXI.
Powell y Trump han roto así la semana pasada esa complacencia tan agradable en la que han vivido las Bolsas todo el año 2017 y en enero de 2018, y tal vez la lectura que debemos hacer de sus mensajes sea que las turbulencias de las Bolsas de principios de febrero no son una pesadilla pasajera, sino que responden a problemas de fondo, más estructurales de lo que parece.


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