https://mail.google.com/mail/u/0/?ui=2&ik=3ab76eea9c&view=att&th=1648a6d4d6c2fa40&attid=0.1&disp=safe&zw
BYMADATA - Cotizaciones en Tiempo Real | BYMA Bolsas y Mercados Argentinos

2 de Mayo: Día Mundial de la Lucha contra el Bullying El Valor de la Sonrisa

Mostrando AFICHES 24-01 1 (2) (2).jpg
Por: Lic. Maritchu Seitún. Psicóloga Especializada en Niñez y Adolescencia
Los adultos sonreímos a los niños desde que nacen expresando nuestro amor, conexión, intimidad, confianza, orgullo, entusiasmo, y ellos responden de la misma forma. Así comienza una danza de la sonrisa que nos sirve de termómetro para entender cómo está nuestro hijo. ¿Sonríe, nos mira a los ojos, y su mirada se ilumina con esa sonrisa? Entonces está todo bien.
Nos preocupamos cuando la pierde, suele ser una clara señal de dificultades: está por enfermarse, tuvo un problema con la maestra, o con un compañero, le pasó algo… Aprendemos, en muchas experiencias compartidas, a evaluar sus caras. Lo miramos y nos preguntamos:
¿Está serio?, ¿de mal humor?, ¿enojado?, ¿triste?, ¿preocupado?, ¿sonríe sólo con la boca, pero no con los ojos? Cuando la respuesta es afirmativa detenemos nuestra ajetreada vida y nos acercamos a él. No para interrogarlo y obtener información, ni para llenarnos de ansiedad… sino para estar presentes, atentos, disponibles para conversar, o tal vez para hacer una caricia o unos masajes, o llevarle algo rico, desde nuestra fortaleza de adultos que sabemos que “esto también pasará”, que con nuestro acompañamiento irán encontrando el camino que les permita volver a sonreír.
Otras cuestiones: ¿se ríe de alguien?, ¿se ríe porque logró sus objetivos personales sin tener en cuenta al otro? No es una sonrisa radiante, sino a costa de otro, se burla del compañero que no tiene programa el viernes; o llega al auto antes que su hermano, se sienta adelante y disfruta el padecimiento del otro. Muy probablemente actúa de esa forma porque no se tiene fe y necesita pararse “arriba” de otro para brillar y destacarse, y reírse de la desgracia o del dolor ajeno, incluso provocarlos. Conectemos empáticamente con él, comprendamos sus deseos, seamos modelo de ponerse en el lugar de otros, así aprende a hacerlo, mientras imponemos consecuencias a su conducta.
Algún niño carismático se “emborracha” con su éxito social y se dejara llevar por el poder que le dan los que lo estimulan o acompañan en proyectos que, si él los evaluara a solas, o si nadie se entusiasmara no llegarían a realizarse y nadie saldría lastimado.
Nuestros chicos pueden pasar de un estilo a otro en diferentes circunstancias, momentos vitales, o compañías. En el día mundial contra el bullying recordemos preguntarnos ¿qué tipo de sonrisa tiene hoy nuestro hijo? Al ocuparnos de que ellos tengan y /o vuelvan a tener una sonrisa franca y confiada estaremos colaborando para que el acoso escolar disminuya en nuestras escuelas.