El dilema de la Fed. Después de años de políticas monetarias ultra-expansivas por parte de sus predecesores Greenspan y Bernanke, para evitar catástrofes financieras y devolver la estabilidad a los mercados, a Janet Yellen le ha tocado la papeleta de normalizar esas políticas con el riesgo de que al hacerlo provoque una nueva crisis financiera. La decisión de esperar parece basada precisamente en ese temor a que una simple subida de 25 puntos básicos pueda ser la chispa que desestabilice a los mercados.
Paradójicamente, esa actitud parece haber alarmado a los inversores mercados que temen que la situación de los mercados emergentes esté destinada a estallar en cualquier momento ante el cambio de signo de la política monetaria en EEUU.
Los daños colaterales de las políticas expansivas. El origen de las burbujas es siempre motivo de discrepancia entre economistas. Tanto Greenspan como Bernanke han negado que la burbuja de internet o la posterior inmobiliaria se deban a haber mantenido tipos de interés muy bajos durante mucho tiempo, defendiendo la idea de un “exceso de ahorro” como la causa detrás de la caída generalizada de los tipos de interés a largo plazo.
Una interpretación de la crisis de emergentes es que la baja rentabilidad de los activos sin riesgo propiciada por los QE ha propiciado una búsqueda de rentabilidad de los inversores en activos de riesgo como los bonos emergentes. A su vez, esto ha propiciado un exceso de endeudamiento que ha mantenido a estas economías a flote tras la Gran Recesión. Desde hace ya algunos meses, la cercanía del cambio de política monetaria en EEUU y la desaceleración económica han puesto fin al apetito inversor en los bonos high yield de países emergentes. El último reducto de resistencia a la Gran Recesión estaría a punto de implosionar con China a la cabeza y el resto de emergentes detrás. Para los más pesimistas esto nos sitúa ante una nueva “tormenta perfecta” que sacudirá los mercados en próximas semanas o meses.
En este contexto, la decisión de la Fed parece dar carta de naturaleza a estas preocupaciones la mencionar el efecto de los problemas de los países emergentes sobre la economía norteamericana como la causa del retraso en las subidas de tipos.
Los daños colaterales de las políticas expansivas. El origen de las burbujas es siempre motivo de discrepancia entre economistas. Tanto Greenspan como Bernanke han negado que la burbuja de internet o la posterior inmobiliaria se deban a haber mantenido tipos de interés muy bajos durante mucho tiempo, defendiendo la idea de un “exceso de ahorro” como la causa detrás de la caída generalizada de los tipos de interés a largo plazo.
Una interpretación de la crisis de emergentes es que la baja rentabilidad de los activos sin riesgo propiciada por los QE ha propiciado una búsqueda de rentabilidad de los inversores en activos de riesgo como los bonos emergentes. A su vez, esto ha propiciado un exceso de endeudamiento que ha mantenido a estas economías a flote tras la Gran Recesión. Desde hace ya algunos meses, la cercanía del cambio de política monetaria en EEUU y la desaceleración económica han puesto fin al apetito inversor en los bonos high yield de países emergentes. El último reducto de resistencia a la Gran Recesión estaría a punto de implosionar con China a la cabeza y el resto de emergentes detrás. Para los más pesimistas esto nos sitúa ante una nueva “tormenta perfecta” que sacudirá los mercados en próximas semanas o meses.
En este contexto, la decisión de la Fed parece dar carta de naturaleza a estas preocupaciones la mencionar el efecto de los problemas de los países emergentes sobre la economía norteamericana como la causa del retraso en las subidas de tipos.