Pero eso si, comprar cocaína, éxtasis, opio, heroína, etc., podría ya no ser un delito. El Padre Molina, titular del SEDRONAR, quizás sea un buen sacerdote, pero de lucha contra el narcotráfico no sabe NADA. Todas las últimas medidas anunciadas parecen manotazos incoherentes que de hecho van en sentido inverso a las demandas sociales mayoritarias. En algunos casos desnudan un primitivismo que raya entre el autogolpe y la desmesura.
Los últimos tres ejemplos lo demuestran.
- El Ministro de Seguridad de Daniel Scioli, el ex Intendente Alejandro Granados, un supuesto duro cuyo imagen con bigotes a lo Pancho Villa pretendía transmitir temor a los delincuentes, anunció la creación 135 nuevas delegaciones de narcotráfico que, según su decir, “estas nuevas delegaciones permitirá que los vecinos puedan saber, con nombre y apellido, quién combate el narcotráfico en su municipio”. Una locura que va contra todas las normas conocidas en el mundo. Hacer público los nombres de quienes combatirán en las Intendencias del conurbano bonaerense al narcotráfico es poco menos que neutralizar su misión al momento mismo de parirlas. Además, implica ponerles precio a sus cabezas al entregarles a los delincuentes las vidas en bandeja de los funcionarios del orden y de sus familias.
- El Gobierno Nacional anunció y confirmó vía el Jefe de Gabinete, que se enviará un proyecto para reformar la ley penal cambiaria de manera de manera de no necesitar ordenes de Banco Central para que las Fuerzas de Seguridad actúen sobre las presuntas cuevas donde se comercializa el dólar blue, negro o libre. Otra locura. El dólar blue es uno más de muchos dólares que podrían ser sospechados de ilegalidad frente a un dólar oficial a 8,47 que nadie consigue ni siquiera aquellos supuestamente beneficiados ya que los dólares oficiales no los compran a 8,40 sino casi a 11 con el impuesto del 20% que le cargan, mientras que el dólar tarjeta está a 11,41 con la carga impositiva. Ni que hablar de los llamados dólar contado con liqui y dólar bolsa que superaron ya los 15 y se operan de manera legal a través de los Bancos y la Bolsa. En resumen, lo único que conseguirán con esta presunta medida es transformar el Blue en un supuesto “dólar fantasma” que se operará de manera más oculta, en tanto que los compradores irán directamente a los negocios que operan el blue, más allá de las mismas Casas de Cambio y harán las operaciones más ocultas y más sutiles, aumentando aún más la cotización de esos dólares. El absurdo de esta situación que se pretende legislar es que las Fuerzas Policiales y de Seguridad tendrán más facultades para actuar sin orden judicial sobre compradores y vendedores de dólares que sobre delincuentes a los que hay que esperar que roben o maten para poder luego accionar sobre ellos. O sea, va a ser más fácil reprimir la compra del dólar blue que detener a un chorro antes de que robe o asesine.
- El sacerdote Juan Carlos Molina, designado por la Presidente de la República a cargo de la Secretaría de Prevención y lucha con la Droga, SEDRONAR, anunció la presentación de un Proyecto a favor del consumidor de drogas y explicó… “Yo habilitaría el consumo de todo”. Así, a través de la Sedronar, el Gobierno impulsa un proyecto para que el consumidor de drogas no vaya detenido. Su titular, Juan Carlos Molina, aclaró que la intención es no criminalizar al adicto, pero a título personal consideró que “lo mejor sería permitir el consumo de cualquier droga” o “siempre nos vamos a seguir mintiendo”. Otra locura. Si el consumidor o el adicto no tiene responsabilidad alguna en el proceso de adquirir a un delincuente dealer del narcotráfico, implica, por decir lo menos, el encubrimiento del delincuente y le facilita a este la entrega de drogas al transformar a este en sujeto no punible. Esto es tan absurdo como sería el señalar que quien compra lo robado no es cómplice del vendedor. Esto, amplifica la impunidad de una sociedad donde el valor predominante pasa a ser la hipocresía de denostar al delincuente pero valerse de este para obtener bienes a menor precio que el legal. En otras palabras, la despenalización de consumidor de drogas implicara una baja de precios al menudeo y con eso un mayor universo de compradores o una ampliación del consumo individual por la baja de los precios. Dijo el sacerdote…, “Quiero aclarar que no hablamos de legalización sino de no criminalizar al que tiene dos porros en el bolsillo.“Ahora, yo habilitaría el consumo de todo y haría buenos centros, porque es la única forma que tenemos de luchar contra el narcotráfico”. Esto es otro absurdo, fácilmente demostrable. Si al consumidor se le diera un marco legal por el cual su despenalización debe transitar antes por indicar quien es su proveedor, ¿Qué pasaría? El consumidor no hablaría porque diría que su vida corre peligro. Y tendría razón. Entonces, si se acepta que se está frente a un delito de alto nivel de violencia potencial, el Estado estaría legislando para quitarle presión al negocio del narcotráfico. Ahora bien, si se sigue la matriz de pensamiento del Padre Molina ¿Por qué no se estatiza la distribución de drogas duras y se hace un padrón de consumidores para su venta controlada? La respuesta es simple, porque los consumidores de drogas duras no quieren que su condición de adictos sea pública y esto pudiera comprometer su vida laboral y familiar. En consecuencia, es más que obvio que una medida en el sentido del proyecto que elevaría el sacerdote devenido en funcionario público, no haría más que facilitar el tráfico y venta al menudeo de drogas. Francamente no creo que eso anime el espíritu del Padre Molina, solo evidencia su más absoluto desconocimiento de la naturaleza del tráfico de drogas. Negocio este que necesita que se amplíen sus consumidores, antes que se traten para dejar de consumir.
En resumen, se está legislando para ampliar la base de delitos en desarrollo y destruir la supuesta convivencia de un Contrato Social, antes que para siquiera intentar disminuir un tipo de delitos que destruye todas las capas sociales y desmadra la violencia de una sociedad que comienza a naturalizar la muerte de una manera que asusta.