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Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

LA SEMANA EN POCAS PALABRAS

La balanza comercial continúa con su tendencia declinante, a pesar de los altos precios de las materias primas. En concreto, el superávit comercial totalizó USD 1.018 millones en junio, un monto 22% inferior al de un año atrás. Ello fue fruto de una suba de las exportaciones del 24% interanual (explicada casi completamente por los mayores precios internacionales), la cual resultó más que compensada por el sostenido crecimiento de las importaciones (37%).

Desagregando el saldo comercial por grandes rubros, el superávit continuó sosteniéndose en los productos agrícolas, profundizándose la “soja-dependencia”. En contraposición, la industria manufacturera acumuló un rojo de USD 14.500 millones en el primer semestre, cerca de USD 4.200 millones (40%) más que en igual período del año pasado. Esta dinámica refleja un crecimiento generalizado de las importaciones industriales, sobre todo en aquellos rubros en los que las firmas locales presentan un elevado uso de capacidad instalada y/o restricciones de oferta, conjugadas con una demanda interna en ascenso y una sostenida pérdida de competitividad cambiaria.

Al déficit estructural de manufacturas se sumó, además, un rojo en la balanza de combustibles y energía. En un contexto de menor inversión en exploración y producción de hidrocarburos, el saldo energético evidenció un progresivo deterioro, pasando de un superávit récord de USD 6.000 millones en 2006, a un déficit de casi USD 1.300 millones en el primer semestre de 2011.

Con todo, según nuestras estimaciones, el superávit comercial caería a USD 9.000 millones en 2011, tras mantenerse relativamente estable en torno a USD 12.000 millones desde el año 2004. Paralelamente, la contracción de la balanza comercial llevaría el saldo de la Cuenta Corriente del Balance de Pagos a niveles cercanos a USD 2.000 millones (0,4% del PIB), con altas chances de transformarse en negativa en 2012.

Esta situación, combinada con la persistente fuga de capitales y los pagos de deuda pública, complica la estrategia del BCRA para acumular Reservas Internacionales, las cuales evidenciarían en 2011 su primera contracción desde el abandono de la Convertibilidad.

Ahora bien, ¿cuáles son las implicancias prácticas de este deterioro de las cuentas externas? En primer lugar, la reducción del saldo comercial ha motivado mayores trabas comerciales, las cuales llegaron para quedarse. Las medidas defensivas no se limitan sólo a las licencias no automáticas de importación (LNAs), sino también a medidas antidumping, salvaguardias, derechos compensatorios y valores de referencia. A ello se suman otras restricciones menos formales, como la “solicitud” para que algunas firmas que quieran importar insumos o bienes terminados, deban exportar por igual cuantía una producción propia o ajena.

Por otro lado, este escenario de menor disponibilidad de divisas y persistente erosión del colchón cambiario comienza a generar tensiones crecientes en la plaza financiera. La respuesta oficial de cuidar los dólares comerciales a través de trabas a las importaciones apunta a retrasar el deterioro de las cuentas externas, pero (paradójicamente) tiende a potenciarlo, al dejar en evidencia las dificultades que presenta la economía para sostener un fluido ingreso de divisas, promoviendo una salida de capitales preventiva.

En este sentido, la mayor demanda de dólares por parte del sector privado ya no responde únicamente al típico stress pre electoral y comienza a poner presión sobre las tasas de interés, algo que indica que los movimientos ascendentes que comenzaron a observarse en las últimas semanas (en un intento por compensar a los ahorristas por la mayor expectativa de devaluación futura) son el preludio de una tendencia que recién comienza.