Por Carlos Tórtora.-
El nuevo modelo de funcionamiento democrático impuesto por Javier Milei parece consolidarse. La oposición cuenta con mayoría propia en ambas cámaras del Congreso y sanciona leyes que le complican la política económica al Ejecutivo. Pero el presidente las veta y luego, con un tercio de los votos, impide que se cumpla la insistencia y que las leyes en cuestión sean rechazadas. Este esquema puede repetirse en múltiples ocasiones en los próximos meses. Su funcionamiento depende de varios factores. El primero es que el PRO continúe disciplinadamente detrás de Milei. El segundo es que mantenga abierta la brecha en la UCR. De continuar la actual recesión, es obvio que al gobierno le resultará cada vez más caro sostener su tercio en el Congreso, pero lo más probable es que lo consiga.
Parece claro que la expectativa de Milei no es gobernar así cuatro tres años más, sino conseguir el año que viene en las elecciones una masa de bancas que le permita alcanzar la mayoría propia en Diputados. Si esto no ocurre, la vetocracia se prolongaría todo lo que sea necesario.
Un cierre a medias
Cabe ahora preguntarse qué factores pueden hacer que el actual esquema de la vetocracia se altere. Si se produjera un repunte de la economía, hoy muy improbable, podría ocurrir que la oposición pierda empuje en su estrategia de sancionar leyes que afecten al gobierno. En este hipotético, caso nos encontraríamos con un Congreso menos belicoso y un Ejecutivo prácticamente imperial.
Lo más probable es que ocurra exactamente lo contrario. Es decir, que la situación social se vuelva insoportable y que la oposición redoble su estrategia agresiva. Esto no lo haría cambiar en lo más mínimo al presidente, que hace política sobre la base de polarizar y agudizar las contradicciones, aplicando un esquema dialéctico que deben envidiar los marxistas.
Puede ocurrir que, si el escándalo de los vetos continúa, UP termine planteando que debe iniciársele juicio político a un presidente que ignora la voluntad de legislar del Congreso. Acá se aplicarían las generales de la ley, porque la oposición no podría sumar en Diputados los dos tercios necesarios para que el juicio político se forme.
La Constitución Nacional no cuenta con remedio alguno para el abuso presidencial del veto, excepto la aplicación de los mecanismos del juicio político. La crisis que se vislumbra no tendría entonces mecanismos institucionales para su solución. Y sería impensable la intervención de la Corte Suprema de Justicia en una crisis que es totalmente política.
Podemos decir entonces que, con su bloqueo a través del veto, Milei está cerrando a medias el Congreso.
el informador publico