Nueve de cada 10 personas leen las etiquetas de los productos que compran, y cada vez son más los jugadores que se esfuerzan por hacer que las listas de ingredientes sean más claras y transparentes. Mientras crece el miedo a lo artificial, las compañías se adaptan a estas nuevas demandas de los consumidores.
La industria alimenticia global está experimentando una fuerte transformación impulsada por las demandas de los consumidores de productos más naturales y transparentes. En este contexto surge el concepto de Clean(er) Label –o Etiquetas (más) limpias, en español– y que refuerza la tendencia de brindar alimentos alineados al cuidado de la salud y el bienestar.
Los consumidores, cada vez más informados, exigen responsabilidad de la industria en cada elección. La sustentabilidad, en particular, ganó importancia también a la hora de comprar en el supermercado. Según el estudio “El horizonte del consumidor latinoamericano” de la consultora Kantar, más del 50% de la población latina se reconoció comprometida con el medio ambiente en 2023, y se prevé que ese número llegue al 70% en 2025. La preocupación por la salud y la nutrición también es evidente, ya que el 66% de los shoppers busca productos con ingredientes naturales, según el mismo informe.
El boom de la masa madre durante la cuarentena del Covid fue un claro ejemplo de cómo la alimentación consciente penetró en los hogares de forma masiva, con una fuerte vuelta hacia lo tradicional, lo casero y natural. Pero esta fue solo la punta del iceberg porque la ola de cambio de hábitos ya es imparable.
Otro síntoma notorio que refuerza ese concepto es el creciente interés por parte de los compradores a informarse y conocer sobre los componentes de los alimentos que llevan a sus hogares. De hecho, nueve de cada 10 personas leen las etiquetas de los productos que compran, según el estudio global “Taste Tomorrow” que releva la firma belga Puratos en más de 50 países.
Cabe destacar que no hay ninguna regulación oficinal de lo que es un producto con etiqueta (más) limpia. Cada consumidor tiene su propia definición de lo que espera que sea una etiqueta limpia. Para algunos, puede significar ingredientes naturales, menos aditivos y sin conservantes. Para otros, puede que se trate de excluir sabores y colorantes artificiales. Sin embargo, los principios fundamentales constantes del movimiento de etiquetas limpias son la transparencia y la naturalidad. De hecho, uno de cada cuatro consumidores teme que los alimentos se vuelvan menos naturales en el futuro, según “Taste Tomorrow”.
Si bien está claro que el consumidor hoy se esfuerza por leer las etiquetas, también es cierto que muchas veces no entiende lo que lee. Nombres complejos, números desconocidos y listas interminables solo generan confusión. Por eso, el movimiento etiquetas más limpias anima a los desarrolladores a que los productos se formulen asegurándose de que cada ingrediente tenga una razón de ser, acortando la lista de ingredientes del producto final elaborado, reduciendo o eliminando los ingredientes percibidos como no deseados, como pueden ser aditivos y sabores y colorantes artificiales.
Oportunidades y desafíos para la industria
Existe un temor entre los consumidores que surge de la percepción de que estamos avanzando hacia productos cada vez más industrializados. Sin embargo, esta tendencia también brinda a las empresas la oportunidad de diferenciarse y calmar estos miedos, demostrando que es posible ofrecer productos industrializados que, a la vez, respondan a estas demandas de mayor naturalidad.
Uno de los mayores desafíos radica en mantener un equilibrio entre las etiquetas más limpias y el precio. La industria históricamente optó por el uso de aditivos, ya que estos componentes facilitan la producción y prolongan la vida útil de los productos. "No siempre limpiar una etiqueta significa que va a ser más caro. Para quienes trabajamos en las formulaciones es un desafío, porque lo más fácil es agregar aditivos", comenta Carolina Patane, gerente regional de Investigación y Desarrollo para Patisserie Mixes de Puratos, compañía dedicada a la elaboración de insumos para la industria de la panadería y pastelería.
Sin embargo, Puratos Argentina está invirtiendo en procesos y maquinaria que permiten generar productos de forma más natural, lo que demuestra que es posible mantener la calidad sin recurrir a componentes artificiales. “Nuestro equipo de Investigación y desarrollo indaga continuamente en nuevas tecnologías e innovaciones para que los productos sean lo más limpios posible y sin comprometer la calidad, el sabor, la textura, la seguridad y la vida útil”, agrega la experta que trabaja con nueve países de América latina para lograr ese objetivo.
En panadería, por ejemplo, Puratos Argentina ofrece una gama de mejoradores de pan y mezclas de panadería que utilizan tecnología enzimática y no tienen colorantes y sabores artificiales. De hecho, Patane destaca que las enzimas son un fuerte aliado en esta misión, porque son naturales, se desnaturalizan en los alimentos y ni siquiera es necesario declaradas en los envases.
En pastelería, aunque se trate de alimentos muy asociados a las indulgencias, los consumidores igualmente siguen queriendo ser conscientes de lo que comen. Para eso existen opciones como variedad de rellenos, mezclas para elaborar diferentes bases de pasteles y decoraciones que no contienen colorantes ni sabores artificiales. También una gama de mejoradores a base de enzimas que permite reducir costos las recetas sin agregar nuevos ingredientes, ya que se trata de soluciones 100% limpias.
En Argentina, las grandes industrias ya empezaron a establecer listas de ingredientes que no desean utilizar, lo que impulsa a las pequeñas industrias a seguir su ejemplo para competir en el mercado. Aunque aún falta mucha educación del consumidor, la tendencia está en ascenso. En Europa ya hay muchos ingredientes que no están permitidos y que América latina se siguen usando, como el caso del fosfato de sodio de aluminio o el dióxido de titanio. “Eventualmente esas prohibiciones también llegarán, y estamos trabajando para estar listos para ese momento. Son apuestas a largo plazo”, menciona Patane.
A pesar de estos desafíos, las oportunidades son significativas. Las empresas que adopten y lideren la tendencia de las etiquetas más limpias pueden diferenciarse y ganar la confianza de los consumidores. En palabras de Patane, "quienes salgan primero, marcarán la cancha y se convertirán en referentes de este concepto que va a seguir evolucionando