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Ligera recuperación de las condiciones financieras → El Índice de Condiciones Financieras mejoró por segundo mes consecutivo.

El ICF pasó de -135.5 a -129.8 puntos. Esta vez el incremento provino esencialmente de factores internacionales que se ubicaron en el mejor valor desde febrero del año pasado. 

Los componentes argentinos tuvieron un leve deterioro en julio.

 → El subíndice de condiciones locales se ubicó en –153.2 puntos, una caída marginal respecto de los 152.8 puntos de junio. 

Esta negativo desde agosto de 2019, pero los valores registrados a partir de abril de este año son los peores desde que comienza la serie en 2005, y en mayo de 2023 alcanzó su mínimo histórico (-162.8). Seis de los diez componentes del índice mejoraron y cuatro empeoraron el mes pasado. Entre los que empeoraron figuran la inflación y la depreciación esperada al tope de la tabla y con caídas mucho menores la liquidez y la tasa de interés. 

Entre los componentes de comportamiento positivo se destacaron la mejora del riesgo país y sobre todo la caída del premio por legislación. 

Es decir que la diferencia de rendimientos entre bonos soberanos de ley argentina con ley de Nueva York se achicó el mes pasado. 

→ El subíndice de condiciones externas mejoró de 17.3 a 23.4 puntos, el mayor valor en 17 meses. El indicador está ya cómodamente en zona de confort. Ocho de los 10 componentes tuvieron subas durante julio. 

Los “patitos feos” del ICF internacional fueron las acciones emergentes y las monedas emergentes. Esto también debe llamarnos la atención dado que las caídas del componente argentino en general correlacionan con empeoramientos de emergentes y viceversa. 

De los 8 componentes positivos sobresalieron la menor volatilidad de las materias primas, la baja del riesgo país de los emergentes y la inflación americana.


En términos absolutos el subíndice local ahora tiene tres variables que están en terreno positivo, es decir que están mejor que su promedio histórico que se asume cero. 

Ya estaban las acciones locales que vienen de un rally incluso medidas en dólares de mercado y la liquidez de largo plazo puesto que el sistema bancario tiene muy poco crédito al sector privado. Ahora se agregó la prima por legislación. 

Del lado negativo, las variables más comprometidas son la inflación, la expectativa de devaluación y la tasa de interés nominal, otro subproducto de la inflación. 

Esto refleja la importancia de poder contener la inflación. Para el subíndice global hay un solo componente en zona de stress: el ratio entre el índice financiero y el S&P 500, lo que implica que los bancos no se recuperaron plenamente del sacudón de principios de año cuando cayeron 4 bancos en Estados Unidos. Entre las variables que están en mejor situación se destacan acciones, commodities y liquidez global. 

El buen desempeño de las acciones no es una función del retorno sino del riesgo. Se entiende que en épocas buenas la volatilidad baja y eso es lo que viene pasando. Las materias primas también están relativamente tranquilas y la liquidez global está en buena forma pese a la persistente suba de tasas de la Reserva Federal.


El índice de condiciones financieras está en zona de stress (negativo) desde agosto de 2019, mes en el que las condiciones locales perdieron más de 38 puntos de golpe por el sorpresivo resultado de las elecciones primarias en Argentina. 

En rigor, hubo un mes en 2021 en el que el índice se ubicó en 1.7. Pero esto podría volver a cambiar en cualquier momento. 

Estos valores se ajustan todos los meses dado que metodológicamente el ICF y sus componentes suman cero en sentido histórico, de manera que los valores expresan condiciones relativas.


La economía argentina siempre creció en forma sostenida cuando las condiciones financieras se mantuvieron en zona de confort durante un lapso prolongado. Los últimos años lo demuestran claramente. 

El 2020 con viento de frente internacional en buena parte del año y condiciones negativas locales por todo el año, el PBI cayó 9.9%. En el 2021 el rebote del piso alcanzó el 10.4%. En 2022 la economía creció 5.2% merced a un arrastre de más de 4 puntos y algo de crecimiento genuino. En 2023 tenemos un deterioro del índice local que correlaciona con la incertidumbre propia de un año electoral y una sequía que pegará en el nivel de actividad. 

La fortaleza de la economía norteamericana y en particular su mercado laboral con un desempleo de sólo 3.5% y diez millones de puestos laborales sin cubrir hace suponer que no es imposible que la Reserva Federal siga endureciendo su política monetaria, pese a que muchos en el mercado apuesten a que julio haya sido la última suba. 

Si esto ocurre, es posible que ponga más presión no sólo sobre mercados desarrollados sino sobre emergentes incluyendo monedas. La Argentina redujo su riesgo país en las últimas semanas, pero eso parece haberse detenido. 

El proceso electoral es una fuente de tensión importante a la que se suma el stress por la falta de reservas en el Banco Central y los vaivenes de la negociación con el Fondo Monetario Internacional.