Por el efecto de la devaluación, crecieron los costos en pesos de la energía eléctrica y el gas natural, pues están dolarizados. Para cumplir con el FMI, el Gobierno debe retirar subsidios.
Por el efecto de la devaluación del peso contra el dólar oficial, el Gobierno ya está evaluando un nuevo aumento de las tarifas de luz y gas. La medida es necesaria para cumplir con la meta sectorial del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de reducir los subsidios a la energía al equivalente a 1,6% del Producto Interno Bruto (PIB), un elemento central para bajar el déficit primario fiscal a 1,9%.
Según pudo saber El Cronista, la Secretaría de Energía que conduce Flavia Royon envió un requerimiento a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) para que recalcule los costos del Sistema Argentino de Interconexión (SADI) que fueron aprobados recientemente para el trimestre agosto-octubre.
Inmediatamente después del salto del dólar de este lunes, todos los usuarios de la red volvieron a tener una porción de sus boletas con subsidios, pues los precios estacionales quedaron atrasados y dejaron de cubrir el 100% del costo energético.
"Además de la devaluación, estamos teniendo un invierno poco exigente y tenemos mucha agua", contó una fuente del sector. Las altas temperaturas provocan una menor demanda de gas natural y un ahorro en el consumo de combustibles más caros para la generación eléctrica, lo que baja los costos.
Costos, precios y tarifas de la energía en Argentina
De acuerdo a las previsiones de Cammesa hasta los últimos días de julio, el sistema eléctrico tendría un costo "monómico" de 77 dólares por megavatio-hora (MWh) a $ 310 por dólar; eso es lo que se está revisando en estos momentos. El nuevo tipo de cambio tendría un impacto mayorista de entre 10 y 15%.
La devaluación provocaría una suba cercana al 15% en el costo eléctrico
A partir del 1 de mayo, los usuarios de patrimonios o ingresos calificados como "altos" (más de 3,5 canastas de pobreza) que quedaron catalogados como Nivel 1 de la segmentación y quienes no pidieron o renunciaron a la ayuda del Estado habían dejado de tener subsidios a la energía eléctrica por primera vez desde 2001. Eso ya ocurría desde principios del año pasado con las grandes industrias y comercios de todo el país.
Este mes, el equipo de Royon había acomodado los precios estacionales que se trasladan a las tarifas en base a la previsión trimestral de los costos de la generación eléctrica y la devaluación administrada (crawling peg), política dejada atrás esta semana.
En gas, los usuarios N1 abonaban hasta junio el 53% del costo; unos 3,35 dólares por millón de BTU sobre u$s 6,28, precio que incorpora la producción local mediante el Plan Gas y las importaciones de Bolivia y de Gas Natural Licuado (GNL).
La Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) detectó que el Tesoro de la Nación destinó entre enero y julio $ 1.486.192 millones ($ 1,5 billones) para subsidios a la energía, un 22,9% menos en términos reales que en el mismo período del 2022.
El Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA y el Conicet calculó que este renglón del gasto público representa el 13% del total y un 105% del déficit primario; es decir, si se eliminaran los subsidios la Argentina tendría superávit antes del pago de intereses de la deuda.
Hacia delante, el FMI también exigirá retirar gradualmente los subsidios a la clase media. Incluso antes de la devaluación tanto los usuarios N2 y N3 tenían más del 85% de la electricidad subvencionada, brecha que se amplió esta semana.
Pese a la promesa de campaña de Alberto Fernández de pesificar la energía, los costos del sector siguieron dolarizados durante su presidencia. Su equipo, pronto, vio que se perderían inversiones millonarias en Vaca Muerta y las energías renovables si hubiera avanzado con esa idea, al tiempo que se deterioraría el equipamiento, cuyos insumos suelen ser importados.
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