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El dueño de Luigi Bosca explica por qué la Argentina está haciendo los mejores vinos de su historia y no lo puede aprovechar

 

Alberto Arizu (h), CEO de una de la bodegas más premium de la Argentina habla de todo en tiempos en los que, según él, el país está haciendo los mejores vinos de la historia


Recién llegado de un viaje en el exterior, Alberto Arizu (h) asegura no estar empapado de los últimos anuncios que hizo el Ministro de Economía, Sergio Massa, sobre la prohibición de importar uva. Sin embargo, con definiciones contundentes, el dueño Luigi Bosca, una de las bodegas más premium de la Argentina, advierte sobre el estado actual del sector vitivinícola que vive graves dificultades climáticas debida a las heladas y la piedra. "Este año va a ser grave", asegura el bodeguero, quien estima que la merma será de más del 30%. A este fenómeno, el empresario agrega otros factores relacionados con la economía: la inflación, la consecuente baja en la rentabilidad y sus escasísimos avances en la inserción del vino argentino en el mundo son temas que preocupan al número uno -cuarta generación de la familia- de Luigi Bosca.


"En un país tan histérico como la Argentina, donde repetimos constantemente temas, la única que te queda es ver el negocio a largo plazo. Eso es lo que te permite estar vigente y activo, mirar los problemas del sector siempre con la perspectiva de cómo mejorarlo y sin entrar en el debate de la coyuntura, que es lo que te hace empujar tu cabeza a pensar en el día a día", dice sin rodeos el bodeguero, que no importa vino, pero cree que este debería ser "un mecanismo totalmente libre. La agricultura no necesita nada del Estado, al contrario. Es una industria que ha sabido defenderse, competir y ha tenido mirada de largo plazo".

"Lo que tiene que importar es tener vino para poder abastecer a tu consumidor porque si tu consumidor no tiene vino o se encarece demasiado se va a otra bebida", explica Arizu. Para el bodeguero la Argentina es una pena. "Estamos haciendo los mejores vinos de toda la historia y es una pena que no podamos sacar provecho de eso".

Alberto Airzu (h) y su apuesta al mercado internacional

-¿Es grave la situación del sector debido al factor climático?

-Sí, es grave. Uno de los más bajos de la historia. El año pasado ya veíamos de mermas del 20% y este año yo creo que va a superar el 30%. Esto genera una presión adicional, la de precios. Tener costos más altos que el año pasado por hectárea con mucho menos kilos, lo cual genera una presión al productor en cuanto a costos pero también a vos ya sea porque compras las uvas o porque estás valuando tus inventarios a costos de reposición.

"Estamos haciendo los mejores vinos de toda la historia y es una pena que no podamos sacar provecho de eso".

-¿Ustedes cómo cerraron el año?

-El 22 fue bueno, poco raro. Fue un año atípico hasta septiembre. Los primeros tres primero trimestres fueron normales en términos de consumo. Las ventas locales tuvieron muy bien. Después se empieza a notar, y no solo en nuestro sector, ya una caída en el consumo más pronunciada en diciembre. Y eso va mostrando la tendencia para este año, que va a ser una año más difícil porque la situación económica se va deteriorando aún más y no parecería ser que encuentren la vuelta, las medias que se toman son cortoplacistas, mucho parche, no solucionan el problema central.

-¿Tiene que ver también con que es un año electoral?

-Creo que sí, porque en la cabeza de la gente ya hay un deadline. Y tampoco hay un ámbito para pensar en atacar los problemas de fondo: no tenés un Congreso preparado para eso.

-¿Ese 'wait and see' también se da en el sector privado?

-Sí, también, siempre. En un país con una situación económica tan precaria asumís que va a pasar algo disruptivo. Y sobre todo con la sensación de cambio de signo político que genera una expectativa distinta. Algo tiene que pasar. También hay que ser sensatos, cambie o no el signo político lo que tiene que haber es verdadero liderazgo y un Congreso ocupado de los problemas.

Uno de los temas en los que se tiene que lograr consenso a largo plazo es en el rol de la Argentina en el mundo. Argentina está absolutamente muy por debajo del potencial exportador que tiene, produce todas las cosas que en este momento el mundo demanda: alimentos, energía... Y lo hace con una capacidad productiva importante, deteriorada pero importante que tiene posibilidad de pensar en un mercado no de 47 millones, todavía no sabemos ni cuantos somos, sino en 400 millones de personas en un mundo que cambió completamente y las alianzas son más importantes que nunca.

La industria del vino puede ser un ejemplo para otros sectores muy protegidos durante años y que no han creado anticuerpos, no han tenido la posibilidad de competir. El Estado tiene que acompañarlos pero no seguir protegiéndolos porque es un daño muy grande que le hacen a todos.

Finca El Paraíso, la propiedad de la familia que los Arizu abrieron al público en Mendoza

-¿Qué papel juega hoy la Argentina en el mundo?

-Claramente, es un jugador importantísimo que lamentablemente en los últimos 10 años no ha podido crecer en exportaciones. Y eso es un problema grave porque nosotros necesitamos para darle valor a las 220.000 hectáreas que hay cultivadas en la Argentina y toda la cadena de valor del sector que la exportación funcione.

-¿El año pasado por qué cayeron tanto las exportaciones?

-El mercado internacional es cada vez más competitivo, el consumo per cápita viene cayendo, se mantiene porque hay más consumidores, entonces en términos absolutos se mantiene. Y, por suerte, hay una relación saludable entre producción y consumo cercana a 1.

Han cambiado las tendencias de consumo. Los litros de alcohol que la gente consume, más o menos, se mantiene igual, dudo en el tiempo que esto vaya a modificarse porque hay una tendencia natural de una vida diferente y un consumo diferente. Y hoy estamos disputando el mercado con otras bebidas como la cerveza y las espirituosas. Y en este contexto internacional que no está expansivo se hace más difícil.

-¿Y cuánto tiene que ver la competitividad?

-La situación económica argentina, con inflación de casi tres dígitos, con retraso cambiario que ya es grave lo que genera una inflación en dólares muy alta con lo cual los márgenes de exportaciones, debería decirte, que son los más bajos de la historia. Por supuesto, no es lo mismo un producto de u$s 10 que uno de u$s 20, pero los márgenes que tenías hace 3 años se vienen deteriorando de una manera muy grande. Entonces, ¿qué pasa? La Argentina que estaba muy posicionada en el segmento de los u$s 10 retail -nosotros no competimos ahí-, con marcas muy fuertes en mercados importantes. Esos vinos hoy tienen serias dificultades de rentabilidad y empezás a desacelerar. Las bodegas chicas no pueden y las grandes aguantan selectivamente.

Y encima pagamos un impuesto a la exportación, en el peor momento histórico porque nosotros recibimos por la exportación un tipo de cambio que es la mitad que el tipo de cambio libre.

Sin embargo, de cara al consumidor definitivamente somos muy competitivos porque la oferta argentina es de una calidad en los u$s 20 dólares promedio la botella retail que para tener esa calidad en otros orígenes tenes que pagar u$s 40 o 50. Tenemos un potencial enorme, sobre todo en el malbec, que aún está lejísimo de lo que puede transformarse. Tiene todas las características para transformase en un tinto clásico de nivel mundial como lo son el cabernet sauvignon o el merlot. Y es y va a seguir siendo nuestra puerta de entrada a nuevos mercados.

"Hoy, los márgenes de exportaciones son los más bajos de la historia"

Lo que no significa que no seamos buenos en otras variedades. Este es el cuarto año de uno de nuestros grandes proyectos: cultivar cabernet sauvignon, incluso en lugares extremos, fríos donde era impensado hacerlo y encontrar nuestro estilo de cabernet reconocible y atractivo para los consumidores del mundo sobre todo en los segmentos altos.

Y, la otra gran variedad en la que estamos trabajando es en el chardonnay, la variedad blanca por excelencia y en la que la Argentina también puede producir vinos de clase mundial. Y en estas tres variedades Luigi Bosca está concentrando sus proyectos, sin dejar otras, en vinos muy premium. Justamente, el 50% del crecimiento de nuestras ventas locales está traccionado por nuestros vinos blancos.

Lo otro importante donde creemos que la Argentina tiene un enorme potencial es mejorar la calidad la de la experiencia con nuestras marcas. Nosotros el año pasado inauguramos un lugar muy bonito en Mendoza, después de tres años de obra, Finca El Paraíso. Es una finca que pertenecía a mi bisabuelo del año 1926 donde está su casa, un pequeño castillo donde creamos una experiencia totalmente única para que la gente pueda experimentar, a la medida, los vinos de Luigi Bosca en un ámbito diferente a las oscuras bodegas. Incluso se puede bajar a la cava privada de la familia con más de 2000 botellas guardadas y tener un degustación privada.

-¿A la finca llegan muchos extranjeros?

-Sí, hoy casi la mayoría de los visitantes son extranjeros. Y curiosamente no solo brasileños, creíamos que íbamos a tener mucha gente de Brasil, pero también tenemos muchos europeos y norteamericanos. Curiosamente, por un boca a boca.

Y, en la línea de crear una experiencia, estamos lanzando un Club de Membresía con beneficios para sus miembros que pueden adquirir vinos de guarda, botellas que solo se pueden comprar en nuestra página de venta online que justamente lo que busca es tener con nuestros clientes un ida y vuelta que después capitaliza el resto de nuestros canales de venta. Y lanzamos algunos vinos exclusivos para el e-commerce.

-¿Cómo avanza el plan de internacionalización?

-El año pasado cerramos con un crecimiento importante, de más de 20 puntos en la Argentina y un mercado internacional que se mantuvo estable versus 2021 donde habíamos crecido un 13% respecto a 2020. Tuvimos un desempeño muy bueno en Brasil y caídas en mercado donde veníamos creciendo como Canadá.

-¿A qué se debió el crecimiento local?

-Hay un driver que venimos viendo hace algunos años que es la premiurización. La gente elige mejor sus ocasiones de consumo, ya no es un consumo permanente pero gasta más para ese momento. De hecho, el total de consumo no cambió.

Antes, la gran demanda era de vinos de entre u$s 7 y u$s 10 y ahora de botellas de entre u$s u$s 15-20 y hasta u$s 25 retail.

-¿Expectativas para 2023?

-Estamos totalmente enfocados a crecer en exportaciones y este año esperamos crecer un 22% en volumen traccionado por cambios grandes en nuestras estructuras comerciales. Justamente apostamos al mercado mundial porque creemos que el local va a estar más difícil.

-¿Qué deja el Mundial, en general, y a ustedes que estuvieron presentes con sus vinos?

-Creo que es temprano para medirlo pero, estoy convencido, que va a ayudar un montón. Y justamente el otro día lo hablamos en el board de Wines of Argentina, cómo sacarle más provecho a eso. En nuestro caso, que estuvimos con tres vinos en los tres VIP que había nos dio más visibilidad de la que imaginábamos. Y el mercado que más creció en 2022 fue Qatar pero porque es un mercado chico y la del Mundial fue una venta que casi triplicó lo que vendemos anualmente allí.



cronista