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Las encuestas que maneja el entorno de Alberto Fernández muestran un curioso fenómeno. Desde que el presidente asumió un rol más testimonial, incurrió en menos dislates públicos y retaceó su presencia pública sus números han mejorado por cuarto mes consecutivo.
Si bien lo único que parece preocupar al presidente es la inflación galopante de cuya retracción significativa depende su postulación como precandidato a la reelección en 2023, la expectativa de que la inflación de alimentos descienda al 5 por ciento en diciembre y continúe en caída en los meses subsiguientes alimenta sus esperanzas electorales.
Cuanto más alejado se lo divisa de una Cristna que continúa con un 75 por ciento de imagen negativa, el crédito de la población parece incrementarse, aunque aún de manera tenue. La decisión de renovar su gabinete sin consultar a la vicpresidenta fue interpretada como una señal de fortaleza que siempre le reclamó la sociedad pero que el presidente nunca hasta ahora se había animado a dar de manera consistente.
Mientras que la vicepresidenta admite públicamente que la candidatura de Alberto Fernández fue un error histórico, y que el actual gobierno es un “fracaso” cuya responsabilidad incumbe exclusivamente al presidente, la mayoría de los argentinos –incluso los más incondicionales seguidores de Cristina y de La Cámpora– coincide en que se trata de un “fracaso”, pero que la responsabilidad mayor es de la propia vicepresidenta por haberlo ungido como candidato único sin consultar opinión alguna.
Un ministro de los tres con los que se reunió durante la semana pasada confirmó el siguiente diálogo con el presidente, en términos que recordó apelando a su memoria. "¿Quién lo convenció a Larroque de que a alguien le calienta lo que diga?”, se preguntó Alberto, de manera retórica. “Salen todos a decir pelotudeces, Cristina, Máximo, pero al final la valoración mejora cuando tomo distancia, hasta Analogías se lo confirmó a ella la semana pasada".
“Si Alemania pasó de 1 por ciento a 10 por ciento en el último año, según me comentó Georgieva”, continuó el presidente. “Si conseguimos revertir la tendencia y bajar significativamente los indicadores de alimentos habrá un clima favorable para la reelección”, concluyó esperanzado.
Los movimientos sociales anticipan que el próximo mes de diciembre será “tremendo”, y que si no se destinan más fondos la amenaza de estallido cobra renovada probabilidad. El presidente lo sabe y ha decidido repartir 75.000 millones para los piqueteros, y garantizarle a los intendentes que no faltarán recursos ni bajada de alimentos para evitar situaciones sociales desagradables.
Junto con los números decrecientes de la inflación que le prometen de Economía y las partidas dispuestas para garantizar la paz social, Alberto cree que la alternativa de presentarse a la reelección estará garantizada por la acuciante situación judicial de Cristina, quien en menos de un mes recibirá sentencia condenatoria por corrupción, junto con sus hijos. Sumado a esto, está convencido de ese 75 por ciento de imagen negativa la disuadirá de presentar una candidatura presidencial, y que en cambio deberá conformarse con una legislativa para tratar de conseguir fueros.
Estas razones son las que mantienen su optimismo, según aseguran quienes le escriben el "diario de Yrigoyen" o, en este caso, "de Alberto Fernández". A pesar de que la inmensa mayoría de la sociedad tenga un pensamiento absolutamente opuesto.
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