El Índice de Condiciones Financieras (ICF) mejoró 30 puntos en agosto, pasando de - 159 a -129 puntos, con incrementos tanto en el subíndice local como en el internacional. En realidad, las variables externas fueron el verdadero factótum de esta recuperación. De todas formas, el índice compuesto está en una zona de stress grande que, si bien es mejor que la del mes pasado, todavía es peor que en junio del 2020 en lo peor de la pandemia.
El subíndice de condiciones locales se ubicó en –137.2 puntos, una mejora muy marginal frente a la gran caída de julio. En cierta medida este resultado fue sorpresivo ya que se esperaba un aumento más robusto. Al final del día 5 de los 10 componentes empeoraron en agosto y la otra mitad mejoró. Hubo tres caídas que complicaron los números. La primera fue la suba de tasas de interés. La segunda tiene que ver con la confianza en los bancos dada la baja de depósitos en dólares. Este indicador quedó contaminado por el promedio ya que hubo retiros hacia fin de julio y luego los depósitos se estabilizaron. El tercer componente que complicó fue la depreciación esperada. Del lado positivo, lo que más contribuyó fue la baja de la brecha cambiaria y en menor medida la menor inflación esperada para agosto (en relación a julio) y la baja moderada del riesgo país. Probablemente, dado los efectos de los promedios el índice local sea mejor en septiembre. De todas maneras, en términos de financiamiento externo la Argentina seguirá afuera del mercado por un tiempo más allá de eventuales mejoras del ICF local.
El subíndice de condiciones externas pasó de -18.3 a 8.1, lo que permitió al ICF externo salir de la zona de stress y ubicarse en zona de confort (positivo) por primera vez desde el mes de febrero. Las condiciones externas metieron un pleno con una mejora de los 10 componentes, algo poco usual. Las tres variables que cambiaron el juego fue la reducción de la volatilidad en los precios de las materias primas, la baja del riesgo emergente y la menor volatilidad en las acciones emergentes, probablemente todas aristas del mismo cubo.
El índice de condiciones financieras está en zona de stress (negativo) ininterrumpidamente desde marzo de 2019. Estos valores se ajustan todos los meses dado que metodológicamente el ICF y sus componentes suman cero en sentido histórico, de manera que los valores expresan condiciones relativas. El ICF local tiene una sola componente en zona de confort, es decir que en la actualidad está mejor que en el promedio histórico, y esa es la liquidez de largo plazo que se mide por la diferencia entre depósitos y créditos. La liquidez es buena, pero en este caso también es ayudada por la baja penetración del crédito tanto a familias como a empresas. Los componentes más estresados son la brecha cambiaria y la devaluación esperada. Claramente una es consecuencia de la otra ya que el hecho que exista un tipo de cambio distinto al oficial empuja a la devaluación esperada.
A nivel internacional 6 de los 10 componentes se encuentran en zona de confort (positivos) y 4 “estresados”. El componente con mejor rating es el de inflación esperada, seguido por la