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UNA GUERRA CON LA PÓLVORA MOJADA

 Empezar una guerra sabiendo que los primeros resultados no lo van a favorecer no parece ser la mejor estrategia. Sin embargo, es la estrategia que el gobierno decidió seguir. Previo a que el INDEC de a conocer un dato alarmante sobre la inflación del mes de febrero de 4,7% mensual, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, anunció que este viernes comenzaría la guerra contra la inflación. Vale la pena recordar que son 4 las personas que obtienen el dato de inflación previo a que sea publicado: el presidente, el ministro de economía, el jefe de gabinete y el presidente del BCRA. Es decir, el anuncio de la guerra fue el anticipo de un muy mal resultado inflacionario, aunque con mal timming por lo que vendrá.

Analizando el dato de inflación del mes de febrero, se destaca que la inflación general fue de 4,7% y estuvo principalmente impulsada por el segmento de alimentos y bebidas. A este le siguió la suba del rubro transporte, cuya suba fue del 4,9%, empujado por el aumento de los combustibles y el tercer lugar en el podio se lo llevó el rubro de equipamiento y mantenimiento del hogar. De esta manera, la inflación general acumuló en los primeros dos meses del año y en el rubro de alimentos, la suba acumulada fue del 14%. En particular, los mayores saltos del mes se dieron en los productos de mayor estacionalidad como las verduras.

Lo más notorio de este proceso inflacionario, es que el ritmo de devaluación se ha mantenido prácticamente inalterado o con leves subas respecto del movimiento de los meses previos. Tras el cierre electoral del año 2021, el equipo económico se libró del ritmo de devaluación mensual del 1%, que significaba un permanente atraso del tipo de cambio, y empezó a acelerarlo, pero solamente hasta un 2,3% en el mes de febrero, contra una inflación de más del doble. Es decir, desde la reconstrucción de las estadísticas oficiales a nivel nacional, nunca hubo un mes con un aumento tan elevado del rubro de alimentos y bebidas. Y, en todos los momentos en los cuales el avance fue superior al 5% fue luego de un brusco salto cambiario.

En el comunicado oficial, el ministerio de economía puso especial énfasis en la invasión de Rusia a Ucrania como el principal factor de impacto en la suba de los precios. Sin embargo, esto parte de una irrealidad, dado que la suba de precios comenzó el mismo 24 de febrero cuando se concretaron los primeros ataques. Es decir que la mayor incidencia de los precios internacionales recaerá en el mes de marzo y el foco recae sobre la suba del precio del maíz y el trigo. Desde entonces, el precio del maíz escaló 13% hasta 292 dólares por tonelada, mientras que, en el caso del trigo la suba fue del 26% y alcanzó un valor de 390 dólares. Ambos, precios históricamente altos para ambos granos. El caso de la soja, que también presentó una suba del 10%, al no tener prácticamente consumo interno, el impacto en precios locales es irrelevante.

Esto, que puede tener un impacto favorable en términos de entrada de divisas al país, será más que compensado por los precios de la energía. La suba en el caso del petróleo (WTI) fue del 16% desde el inicio de la invasión Rusia hasta hoy, al transaccionarse en 105 dólares por barril, aunque en su pico máximo, alcanzó 125 dólares. En el caso del gas, la dinámica fue muy similar, en el caso del gas natural Dutch TTF la suba fue cercana al 20% y esto fue lo que motivó también los conflictos internos dentro del gobierno. El secretario de energía sentenció al ministro de economía que solamente recibió 21% del total de fondos que necesitaba para asegurar la provisión de gas en el país, unos $ 66.000 millones, frente a los $ 310.000 que pretendía recibir. Indefectiblemente la improvisación del gobierno en materia energética y la escalada de los precios a nivel internacional, serán el principal problema para poder cumplir la meta fiscal con el Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, corresponde volver a la guerra contra los precios. Podemos asegurar con firmeza que los primeros números no podrán convalidar una victoria del gobierno por varias cuestiones. La primera es todo lo previamente mencionado con relación a los precios de commodities agrícolas. La segunda, es que se concretaron a comienzos de mes dos subas de precios de las facturas de energía y gas por un total de 20%, que impactarán en 0,5 puntos porcentuales en el índice de manera directa y conllevarán además un impacto indirecto aún mayor. Por su parte, la suba de los combustibles, cercana al 10% se dio a mediados de mes, lo cual repercutirá directamente en los costos logísticos de las compañías y del transporte. Por último, el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial se acelera levemente y los primeros 15 días de marzo reflejaron un 2,6% de aumento respecto el mismo período del mes anterior. De esta manera, los indicadores de alta frecuencia demuestran que, en estos 15 días, la inflación muestra un avance del 5,0%, muy por encima del ya mal dato de febrero, con principal incidencia en la segunda semana.

El presidente anunció una serie de medidas que van desde mantener precios cuidados y fijar precios máximos para artículos de primera necesidad a incrementar 2% las retenciones a la harina y aceite de soja y ampliar los fideicomisos para el trigo. Sin embargo, la falta de anclaje de expectativas y la descoordinación que surge de la crisis interna del gobierno dificultan la posibilidad de encausar un proceso de desinflación y de que estas medidas causen efecto alguno. El único objetivo al que apunta el gobierno es que la inflación no se dispare por encima del 2021, algo que parece imposible en este escenario. Hoy, el mercado asume una inflación promedio del 3,6% todos los meses para llegar a una inflación del 55% hacia fin de año. Escenario que, con los últimos datos, cada vez queda más lejano.




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