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Voló el presupuesto, ¿y ahora? | Autos, pandemia y unos insólitos cubos de tungsteno

 

Voló el presupuesto, ¿y ahora? | Autos, pandemia y unos insólitos cubos de tungsteno

Ya casi se nos va el año y por las dudas, para no tener un diciembre sin algún tipo de sobresaltos -no sea cosa de que empecemos a parecernos a esos países aburridos- voló por los aires cualquier acuerdo en torno al Presupuesto 2022 que parecía necesario para encarar la negociación con el Fondo, que avanza pero todo indica que no con la velocidad que proyectaban hace apenas un mes los más optimistas. Así arrancó el nuevo Congreso: con una sesión en diputados maratónica, interrumpida, discutida y sin media sanción. El tema dio tela, claro, para la especulación. Sobre eso escribe una informada reflexión en este newsletter Elizabeth Peger, nuestra editora de Economía y Política.

En las concesionarias de autos casi no hay stock. Pero no porque haya un nivel delirante de ventas sino porque -por el cepo importador- la oferta se contrajo a un punto que no consigue abastecer la demanda. El que quiere ver el vaso medio lleno puede elegir mirar cómo crece la participación de autos nacionales en las ventas. Pero no parece haber mucho que festejar. El tema lo explica acá mismo, un poco más abajo y mucho más claramente, nuestro editor de Negocios, Juan Compte, un experto en el sector automotriz.

Mientras, la pandemia sigue ahí. Y ómicron causa resquemor entre los empresarios. ¿Y si hay que cerrar de nuevo las actividades cuando recién empiezan a aparecer signos de recuperación que vayan más allá del rebote estadístico? De eso escribe Matías Bonelli, subeditor de Economía.

Y hacia el final, algo sobre la nueva rareza de moda, que llega de parte de los expertos del mundo cripto: unos cubos de tungsteno a los que Sebastián de Toma, editor de Suplementos y One Shots, les encontró una buena analogía con los tulipanes.

Soy Javier Rodríguez Petersen, jefe de Redacción, y esto es De dónde venimos y hacia dónde vamos, el newsletter semanal de los editores de El Cronista. Espero les guste.

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El presupuesto, Máximo, el FMI y un barco a la deriva y sin timonel

Por ELIZABETH PEGER, editora de Economía y Política

Un amplio apoyo político. Preciso, concreto, contundente. La condición central que el Fondo Monetario Internacional reclamó a la Argentina para avanzar a paso más decidido en un entendimiento por la renegociación de la deuda se reveló en estas horas como un desafío de imposible cumplimiento. Y no meramente por las dificultades que entraña la posibilidad de un acercamiento con la oposición política, un objetivo siempre complejo bajo el dominio de un esquema que estructura voluntades en forma binaria y reduce al mínimo el espacio del consenso.

El problema mayor hoy vuelve a explicarse en esa insondable grieta que divide aguas dentro de la propia coalición oficialista y que dinamita su capacidad de ser, de hacer y de gestionar un país cada vez más golpeado por una economía en crisis y una pandemia que por momentos parece interminable. Castigada por sus efectos, la sociedad observa absorta los movimientos de la política mientras toma mayor forma en su interior la sensación de un pesimismo rancio que no logra ver ninguna luz al final del túnel.

La rotunda derrota del oficialismo en la Cámara de Diputados en su intento por dar media sanción al Presupuesto 2022 de Martín Guzmán sacudió la mañana del viernes. De inmediato, un estado de ebullición ganó los principales despachos de la Casa Rosada, donde se multiplicaron los reproches contra el polémico discurso de Máximo Kirchner que la oposición utilizó como bandera para justificar el rechazo al proyecto y sepultar sus chances de aval legislativo para lo que resta del año. Algunas voces cercanas a Alberto Fernández creyeron ver una jugada silenciosa de Cristina Kirchner detrás de la acción de su hijo como expresión del malestar de ese sector del Frente de Todos con los lineamientos y compromisos definidos por el Presidente y Guzmán de cara a la negociación con el Fondo.

Pero la tibieza en la reacción de buena parte del Gabinete y del propio Alberto por la actitud del jefe de la bancada oficialista en Diputados y su determinación de apuntar toda la responsabilidad por el fracaso del proyecto a la oposición, también despertó algunas suspicacias. No faltaron quienes sospecharon abiertamente de una puesta en escena para habilitar el supuesto plan B que ya tenía en carpeta la Casa Rosada para prorrogar sin chances de discusión el presupuesto actualmente vigente. "¿Y si Máximo no se cortó solo y su reacción fue parte de un guion previamente diseñado?", se preguntaban incluso entre las espadas de la mesa chica de Juntos por el Cambio. La llamativamente rápida conversación que el Presidente y el ministro de Economía mantuvieron con Kristalina Georgieva para comunicar, apenas unas horas después del traspié legislativo, la continuidad de las negociaciones para arribar a un acuerdo por la deuda, abonaron en muchos casos esas especulaciones.

La foto, de cualquier manera, no conforma el escenario más propicio para avanzar en un entendimiento rápido con el organismo internacional, especialmente en los términos de la pretensión del Gobierno de que el acuerdo no comprometa las posibilidades de consolidar cierto proceso de recuperación económica y a la par realimente sus aspiraciones de comenzar a recrear algún sendero de renovada confianza con un electorado que le dio la espalda. Difícil objetivo, porque el naufragio del presupuesto de Guzmán solo suma mayor incertidumbre y la creciente sensación de un barco que navega a la deriva sin hallar un actor dispuesto a hacerse cargo del timón. 

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Freno de mano, salones vacíos y el verdadero motivo del "triunfo" de los autos nacionales

Por JUAN COMPTE, subeditor de Negocios

"Nos estamos comiendo el stock", advirtieron los concesionarios en los últimos tres meses. El mercado automotor empezó a caer en ventas en septiembre -tendencia que siguió en octubre, noviembre y diciembre- y no porque la demanda se haya enfriado. "La brecha incentiva a la compra", explican. Mencionan una segunda causa que sostiene al mercado: "La escasez  de producto. Eso hace que la decisión de compra se acelere". Nunca lo admitirán en público. Pero ese apresuramiento, también, produce que billetera mate ansiedad y el ticket de reserva termine siendo por un valor bastante por encima del precio de lista sugerido del vehículo.

Paradójicamente, esto último -la falta de autos para vender- es lo que está frenando al mercado automotor. El año había comenzado con proyecciones de ventas de 450.000 unidades. Lo terminará con 377.000, según el dato más reciente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara). Una mejora contra el pandémico 2020. Pero la recuperación será sólo del 11 por ciento.

"Los salones se están quedando vacíos", alertaron. Pidieron, exigieron, rogaron, que el Gobierno libere dólares para que las automotrices puedan importar más autos. "Si los tuviéramos, los venderíamos", aseguran. Argumentan que el déficit de divisas de la industria lo provocan las partes, no los vehículos terminados. La industria automotriz, en conjunto, tendrá u$s 1027 millones de rojo en su saldo comercial este año. En vehículos, la cuenta arroja u$s 3839 millones en azul.

Pero las piezas se necesitan para producir. Y, en consecuencia, exportar. La producción de vehículos rondará las 430.000 unidades en 2021, con 260.000 exportaciones. Respectivos crecimientos del 58% y del 76%. La variable de ajuste fue la importación de vehículos: 164.000, 10,3% menos que hace un año.

Como consecuencia de esto, los patentamientos de autos fabricados en el país crecieron 53,2%. Los de importados se retrajeron en 13,4 puntos.

En noviembre, hubo siete vehículos nacionales entre los 10 más vendidos del país. Ya el año había arrancado así -cinco de 10-; una medalla que el Gobierno suele ostentar. Pero la otra cara de esa moneda es que fue porque se dejaron de vender -parcial o totalmente- los autos compactos, generalmente, fabricados en Brasil. En enero de 2020, el ticket promedio de venta fue de $1,6 millones, u$s 10.640 al cambio blue. Los tres autos más vendidos fueron el Volkswagen Gol, el Ford Ka (que se discontinuó este año) y el Chevrolet Onix (la fábrica donde se hace estuvo cuatro meses parada por la crisis global de semiconductores). En noviembre de 2021, el valor de venta promedió $ 3,8 millones (u$s 18.800). Ocuparon el podio Toyota Hilux (pick-up), Fiat Cronos (mediano) y Peugeot 208 (compacto pero de mayor gama).

La Argentina produce pick-ups, vehículos utilitarios y, en algunos casos, autos medianos. Brasil abastece a toda la región de los coches compactos, de entrada de gama. Los que, por naturaleza, tienen más demanda -son los más baratos- y ya no están en los salones. La paradoja de que saca ventaja el que tiene dólar billete o capacidad para comprar un vehículo de más porte o prestaciones que el que busca cómo juntar los pesos para acceder a su primer 0 km. De hecho, la francesa Renault tomó la decisión de dejar de vender en el país el Kwid, el modelo de menor precio de su gama.

"Claramente, la prioridad es la producción y eso implica que, por razones macro, se restrinjan las importaciones. No parecería ser que el año próximo vaya a ser diferente", se lamentan los vendedores. Pero no se resignan. En base a los planes ya informados por las automotrices, pronostican un año con 400.000 ventas, 6,1% superior al de 2021. Eso, dicen, será gracias a un crecimiento del 35% en producción, a 579.895 unidades, debido a un salto del 38,5% en exportaciones (360.000). Esos 100.000 despachos adicionales al exterior abrirán la compuerta para que ingresen más autos fabricados en otros países: 220.000 es el cálculo, un 34% más que en 2021.

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¿Nueva ola? Empresarios escuchan hablar de confinamiento y lloran

Por MATÍAS BONELLI, subeditor de Economía

La variante Omicron de coronavirus llegó a la Argentina y la inquietud lentamente comienza a crecer en las empresas. Por el momento los casos de esta nueva cepa no son tantos en el país, pero para los empresarios es imposible no pensar en los efectos que generaría una cuarta ola, sobre todo en una actividad económica muy golpeada y que recién intenta apenas mostrar algunos síntomas de mejora.

Los casos de coronavirus en general crecen, y los hombres de negocios quieren saber qué tiene pensado el Gobierno en caso de que la situación sanitaria se complique. Para colmo, en algunos países de Europa -que fue siempre una especie de aviso de lo que llegaría a la Argentina- las cifras crecen y algunas actividades sufren recortes.

"Volver a cerrar actividades sería una locura. Todavía hay sectores que intentan levantarse del largo confinamiento que vivimos", afirman en el mundo empresario.

Por el momento la situación no amerita que se den encuentros formales, pero el tema ya surgió en varias charlas. Hasta hoy, la respuesta con la que se encuentran es la misma: "No tenemos previsto cerrar nada ni aplicar medidas restrictivas".

Los empresarios no se quemaron con leche, pero si con restricciones, y cuando ven que se puede ir en ese camino, también lloran. Por ahora eligen creer. Pero no dan nada por hecho.

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Otra que los tulipanes: ahora llegó el tungsteno y se puede ser parte por pocos dólares

Por SEBASTIÁN DE TOMA, editor de Suplementos y One Shots

Se podría decir que todo comenzó con los tulipanes, ese momento de locura especulativa que se dio en los Países Bajos en el siglo XVII (antes de 1637), cuando los bulbos de tulipán alcanzaron precios desquiciados. Estas sencillas aunque bellas flores fueron a la sazón el primer fenómeno especulativo de masas del que se tiene memoria.

Ahora llegó uno nuevo, y tiene tanto sentido como el que generó la tulipomanía. Parece una excentricidad. Bueno, lo es, en realidad. Se trata de una nueva moda en el mundo cripto: los cubos de tungsteno.

Este metal, que pesa aproximadamente 1,74 veces más que el plomo, se suele utilizar en aleaciones metálicas para reforzar la dureza y la resistencia. O sea, se trata de pequeños cubitos muy pesados. Un bloque de 4 pulgadas de metal, que puede caber fácilmente en la palma de la mano, pesa unos 18 kilos.

El motivo no va más allá de un "hype", un comportamiento que casi marca la pertenencia al ecosistema cripto bien profundo, con una mezcla del miedo a perderse lo nuevo (FOMO, en inglés).

"Ver los cubos aparecer en mi línea de tiempo desencadenó una picazón dentro de mí", dijo Torkel Rogstad, un ingeniero de software para la plataforma de finanzas digitales Arcane Crypto, a NBC News. "Entendí que se trataba de un cubo sorprendentemente pesado, pero muy pronto llegué a la conclusión de que tendría un FOMO masivo si no actuaba en esto".

Una vez que lo recibió, describió el hecho de sostener su cubo de tungsteno como una sensación "intensamente física", una experiencia refrescante en la "era de un metaverso en rápida expansión". Por ahora, su cubo descansa en su mesita de noche.

Los cubos son ahora un meme en los círculos de la criptomoneda gracias a una broma ahora viral del director de comunicación de CoinCenter, Neeraj Agrawal, que tuiteó sobre una "escasez mundial de tungsteno". Tras el tuit de Agrawal, el fabricante Midwest Tungsten Service experimentó un aumento del 300% en las ventas y el inventario de su tienda de Amazon se limpió, dijo la empresa a CoinDesk.

"La comunidad de cripto demuestra que lo que dice se transforma en tendencia", dice la argentina Gabriela Genovese, DeFi Specialist Innovation. "Porque no hay ningún caso de uso ni aplicación específica, es una demostración del Network Effect".

La demanda de un cubo aún más grande inspiró a la empresa a vender una versión de 1.784 libras (809 kilos) como NFT, que permitirá al "propietario" una visita anual supervisada para tocar el cubo en la sede de Midwest Tungsten Service en Illinois.

Esta empresa los vende en tamaños que van desde un centímetro (u$s 29,99) hasta 4 pulgadas (u$s 2999,99). Y se pueden comprar desde la Argentina, directamente a través de su web o por eBay, tal como confirmaron desde la firma ante la consulta electrónica de quien escribe. El director de comercio electrónico de la empresa, Sean Murray, destacó además que han vendido a varios países de la región como Brasil, Colombia, Costa Rica, Perú, Uruguay y también la Argentina.

Eso sí, a los valores mencionados hay que sumarle el costo de envío: para comprar el más chiquito de todos hay que pagar en total unos u$s 70 (llega vía FedEx). No está tan mal para no quedarse afuera del último grito de la moda cripto.