Robert Kiyosaki es, al menos para mí, un gran maestro de las finanzas personales. Tuve la suerte de conocerlo personalmente en 2009, luego de haber leído su best seller “Padre rico, padre pobre”, durante una visita a nuestro país. Recuerdo con claridad la charla que mantuvimos. Lo noté muy entusiasmado con la inversión en plata (el metal, no dinero). Decía que se avecinaba otra crisis financiera de importancia (por ese entonces recién se estaba saliendo de las crisis de las hipotecas de baja calidad en EEUU) y que la plata sería el mejor refugio para el dinero en el mediano y largo plazo. ¿Cómo resultó esa predicción? Para evaluarla, podemos tomar como referencia el ETF iShares Silver Trust (SLV es su símbolo), que replica el precio de la plata y se puede operar en el mercado estadounidense como si fuera una acción. Allá por 2008 su valor alcanzó los 21 dólares por unidad. Al momento de escribir esta nota, 13 años después, SLV ronda los 23 dólares, lo que habla de una suba aproximada del 10% en todo el período, a un promedio realmente magro del 0,7% anual. A todas luces, quien haya seguido con absoluta obediencia a Kiyosaki en su pronóstico, perdió dinero en términos reales, puesto que la inflación en EEUU durante el período mencionado superó con creces el 0,7% promedio anual. Por otra parte, el inversor pasivo y obediente del gurú hawaiano sufrió un costo de oportunidad enorme: en el mismo lapso, el índice Standard and Poor’s 500 avanzó un 235% en dólares. Evidentemente, su recomendación no fue buena ni cumplió las expectativas. Warren Buffet y el ratón que escapa al veneno |