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Gurús financieros: ¿Cuáles fueron sus peores recomendaciones?

 

Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación 

En la columna de la semana pasada fuimos directo al hueso y dejamos en claro cuán importante es invertir con espíritu crítico, a fin de protegerse de los estímulos externos que atentan contra nuestros intereses a la hora de tomar decisiones.

Por supuesto, no evadimos la polémica y sostuvimos que analistas, medios de comunicación e incluso familiares y amigos pueden generar influencias negativas -a conciencia o sin querer- a través de sus recomendaciones o a partir de las emociones que producen sus palabras y su forma de comunicar opiniones.

Hoy vamos a profundizar en esta línea de pensamiento para examinar una situación que suele confundir a mucha gente: ¿Qué conviene hacer cuando un gurú financiero admirado declara públicamente dónde le parece mejor invertir y dónde no? ¿Debemos confiar en sus pergaminos y seguir sus consejos a rajatabla o evaluar si no es mejor desobedecerlo? ¿Acaso esto último significa ignorar su sabiduría y, por lo tanto, comprar un boleto directo al fracaso?

Robert Kiyosaki, Warren Buffett y Michael Burry tienen algo en común: los tres son considerados oráculos de los mercados y, sin embargo, guardan en el placard grandes pifiadas que les produjeron pérdidas cuantiosas a miles de seguidores por demás cómodos y poco comprometidos con su capital.

Veamos cada caso.

Robert Kiyosaki y la plata que no genera plata

Robert Kiyosaki es, al menos para mí, un gran maestro de las finanzas personales. Tuve la suerte de conocerlo personalmente en 2009, luego de haber leído su best seller “Padre rico, padre pobre”, durante una visita a nuestro país.

Recuerdo con claridad la charla que mantuvimos. Lo noté muy entusiasmado con la inversión en plata (el metal, no dinero). Decía que se avecinaba otra crisis financiera de importancia (por ese entonces recién se estaba saliendo de las crisis de las hipotecas de baja calidad en EEUU) y que la plata sería el mejor refugio para el dinero en el mediano y largo plazo.

¿Cómo resultó esa predicción? Para evaluarla, podemos tomar como referencia el ETF iShares Silver Trust (SLV es su símbolo), que replica el precio de la plata y se puede operar en el mercado estadounidense como si fuera una acción.

Allá por 2008 su valor alcanzó los 21 dólares por unidad. Al momento de escribir esta nota, 13 años después, SLV ronda los 23 dólares, lo que habla de una suba aproximada del 10% en todo el período, a un promedio realmente magro del 0,7% anual.

A todas luces, quien haya seguido con absoluta obediencia a Kiyosaki en su pronóstico, perdió dinero en términos reales, puesto que la inflación en EEUU durante el período mencionado superó con creces el 0,7% promedio anual.

Por otra parte, el inversor pasivo y obediente del gurú hawaiano sufrió un costo de oportunidad enorme: en el mismo lapso, el índice Standard and Poor’s 500 avanzó un 235% en dólares.

Evidentemente, su recomendación no fue buena ni cumplió las expectativas.

Warren Buffet y el ratón que escapa al veneno

Warren Buffett no necesita presentación. Toda persona que se jacte de inversora en los mercados financieros conoce varios de sus logros. Por lo pronto, es el único integrante del Top 10 de la riqueza que hizo toda su fortuna invirtiendo en la Bolsa.

Sus enseñanzas sobre la estrategia buy and hold (comprar y mantener) son un faro que ilumina el camino en momentos de crisis y turbulencias financieras. Además, tiene en su haber frases sublimes.

No obstante, así como es famosa su estrategia paciente y selectiva, también es de público conocimiento su visión negativa sobre el Bitcoin, al que llegó a definir como “un veneno para ratas al cuadrado”.

Sus primeros ataques al Bitcoin datan de cuando la criptomoneda estrella se negociaba a 100 dólares por unidad. Con un valor actual de más de 60.000 dólares, está claro que nadie puede discutir hoy que el mismísimo Warren se equivocó y que su error privó a miles de fanáticos que sostienen sus banderas de embolsar suculentas ganancias.

¿Será su avanzada edad (91 años) la que le imposibilitó detectar el valor intrínseco de la blockchain, la tecnología que está detrás del Bitcoin? ¿O quizás el hecho de ser accionista de las principales entidades financieras de los EE.UU. como Bank of América, American Express y US Bancorp (competidores del Bitcoin y los criptoactivos) le jugó una mala pasada y le hizo perder objetividad? Tiendo a inclinarme por lo segundo, pero lo cierto es que no tengo la respuesta y probablemente deba hacerme más preguntas para hallarla.

Por lo pronto, lo que resulta evidente es que no debemos dejarnos influenciar ni siquiera por el hombre más respetado de todos en el mundo bursátil y realizar nuestra propia evaluación personal antes de invertir (o no invertir) en un activo al que, al menos a simple vista, le vemos potencial.

Michael Burry y su choque frontal con un Tesla

Cualquier persona que haya visto la película “The Big Short” conoce muy bien a Michael Burry. Ganó más de 800 millones de dólares apostando a la baja en el precio de las acciones bancarias previo a la explosión de la burbuja en 2007 y 2008.

Desde entonces, se ha vuelto una celebridad financiera y sus análisis y opiniones son escuchados con atención por la comunidad bursátil global, que destaca su olfato para detectar activos sobrevalorados por el mercado.

Gracias a una presentación realizada ante la SEC estadunidense, a principios de año se conoció que el fondo de cobertura manejado por Burry (Scion Asset Management) tenía abierta una posición bajista en acciones de Tesla por 534 millones de dólares.

Burry esperaba que el precio de la empresa de automóviles eléctricos liderada por Elon Musk (que valía 800 dólares por acción) cayera estrepitosamente. Si bien al hacerse pública la apuesta de Burry la acción perdió algo de terreno (tal vez por aquello de la profecía autocumplida), lo cierto es que los papeles de la tecnológica automotriz revirtieron la tendencia y lograron un alza fenomenal hasta alcanzar los 1.243 dólares (más del 55%) a principios de este mes gracias a distintas noticias positivas, la última de ellas relacionada con una gran orden de compra de vehículos efectuada por la empresa de alquiler de autos Hertz.

Un mes atrás, Burry reconoció la derrota al afirmar que había cerrado su apuesta bajista, aunque no detalló la magnitud de la pérdida asumida.

Quienes lo hayan seguido en la apuesta bajista (un tipo de operación que, en lo personal, nunca me gustó), habrán experimentado en carne propia lo peligroso que es invertir siguiendo consejos de otras personas con un nivel de tolerancia al riesgo y una espalda financiera mucho más elevados.