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La gestión activa diversificada, una solución de cara a las incertidumbres de 2022

 


Por David Older, Keith Ney y Kevin Thozet, miembros del Comité Estratégico de Inversión de Carmignac

Se espera que la recuperación mundial se ralentice el próximo año a un ritmo inferior al de 2021 y a las expectativas de los inversores, siguiendo trayectorias dispares en las distintas regiones. En este entorno, la selectividad y la flexibilidad podrían desempeñar un papel fundamental.

¿Dónde invertir su dinero? ¿Qué estrategia de inversión adoptar? ¿Es el momento adecuado para invertir en bolsa? Todas estas son preguntas que se plantean regularmente los inversores que desean hacer crecer sus ahorros y que son aún más importantes en un contexto marcado por contrastes e incertidumbres, como es el caso actualmente.

Tras un año 2021 marcado por la recuperación de la economía mundial, impulsada por las campañas de vacunación a gran escala y las medidas de apoyo, tomadas en particular por los Gobiernos y los bancos centrales, el ritmo de crecimiento del año que viene podría ser menos sólido y estar por debajo de las expectativas actuales. Sobre todo, las trayectorias económicas pueden seguir siendo divergentes entre las regiones, principalmente debido a la heterogeneidad de las políticas económicas aplicadas en todo el mundo.

Las políticas diametralmente opuestas que han emprendido Estados Unidos y China ilustran perfectamente esta desincronización de la economía mundial. Mientras que Washington ha lanzado planes de apoyo a gran escala centrados en las transferencias sociales para reducir los efectos de la crisis, Pekín ha decidido centrarse en el desapalancamiento y la descarbonización de la economía china, así como en el endurecimiento de la normativa sobre los grandes conglomerados.

Se espera que la zona del euro siga otra trayectoria, también diferente. Tras un repunte más modesto que el de EE. UU. hasta ahora, se espera que la región muestre un perfil de crecimiento más resistente con la puesta en marcha del plan de inversión Next Generation EU, destinado a sostener la recuperación y ayudar a la transición energética y digital de los Estados miembros.

Además de estas disparidades, la inflación podría durar más de lo previsto. Varios factores explican el aumento general de los precios. La escasez de semiconductores, la saturación de la capacidad del transporte marítimo y por carretera y la falta de mano de obra en la construcción y los servicios personales están dificultando la producción de las empresas. El aumento de los precios de la energía y los alimentos, debido a una demanda especialmente fuerte, combinado con las tensiones geopolíticas y los factores climáticos (sequías, huracanes, etc.), también está avivando la inflación.

No invertir a ciegas en China

En cuanto a las opciones de inversión, este entorno invita a la reflexión. Tras un periodo en el que los mercados financieros se han movido en una única dirección, la selección de valores puede volver a ser la mejor forma de generar rentabilidad, ya que esta estrategia tiende a ser especialmente provechosa en momentos de cambio del ciclo económico. Así, ante unos tipos todavía muy bajos y un repunte de la inflación, los inversores deberían recurrir en particular a la renta variable para obtener mayores rentabilidades.

En este ámbito, la ralentización de la recuperación mundial podría favorecer a los denominados valores de «crecimiento visible», es decir, a aquellas empresas de las que se espera un fuerte crecimiento de la actividad o que ofrecen una gran visibilidad de sus resultados. Además, en un contexto inflacionista, se podría también buscar empresas capaces de mantener sus márgenes subiendo sus propios precios de venta cuando aumentan sus costes (materias primas, salarios, alquileres, transporte, etc.). Por otra parte, con la crisis sanitaria, han surgido nuevos líderes con el fortalecimiento de ciertas tendencias: compras y pagos online, comida a domicilio, teletrabajo... Todas ellas existían antes, pero la pandemia ha acelerado su adopción de forma sostenible.

Más allá de la renta variable, un enfoque más selectivo también podría dar sus frutos en aquellos segmentos de los mercados de bonos que todavía ofrecen rentabilidad: los mercados en los que se negocia la deuda corporativa y gubernamental a cambio de intereses. Este podría ser el caso de los bonos emitidos por empresas que deberían seguir beneficiándose de la reapertura de la economía mundial o los de compañías vinculadas al sector energético. 

¿Y qué decir de China, donde el endurecimiento normativo destinado a corregir a largo plazo numerosos excesos (posiciones dominantes, desigualdades, endeudamiento) en ciertos segmentos de la economía china ha alimentado los temores de los inversores extranjeros? Aunque el país sigue siendo una importante fuente de crecimiento durante las próximas décadas, invertir en él sigue siendo más complicado que en otros lugares. No se trata de hacerlo a ciegas, puesto que hay muchas cuestiones que evitar. Por lo tanto, es necesario ser extremadamente selectivo en las elecciones y adoptar una gestión activa para no depender de la evolución de los índices bursátiles.

Todavía estamos a mitad de camino. Y en un entorno tan complejo y heterogéneo, la gestión diversificada —que permite repartir las inversiones de un fondo entre varias clases de activos en función de los riesgos y las rentabilidades previstas— puede parecer una solución especialmente adecuada, siempre que conjugue flexibilidad y selectividad.