https://mail.google.com/mail/u/0/?ui=2&ik=3ab76eea9c&view=att&th=1648a6d4d6c2fa40&attid=0.1&disp=safe&zw
BYMADATA - Cotizaciones en Tiempo Real | BYMA Bolsas y Mercados Argentinos

Dólar para abajo y una audacia de Martín Guzmán que revive a Domingo Cavallo

 El ministro de Economía fijó un precio del dólar mayorista para fin de año. Resurge el riesgo del atraso cambiario.

Sin la vehemencia del ex ministro Domingo Cavallo, pero con la misma asertividad, Martín Guzmán anticipó con precisión el valor del dólar a fin de año.

Cavallo, padre del plan de convertibilidad de abril de 1991, definió lo que se conoció como el 1x1, o sea que un dólar valdría un peso... para siempre.

El tiempo no le dio la razón, pero muchos años después su colega Martín Guzmán se jugó a afirmar en la semana que en 2021 el tipo de cambio mayorista se depreciaría un 25% y que a fin de año el dólar mayorista costará $102,40 (está en $88,54, o sea que subiría 15,6% en lo que resta de 2021). Toda una audacia; muy pocos ministros se atreverían a tanto en un país con una inflación tan elevada.

La certeza, que también entra en disputa con la remanida "el que apueste al dólar pierde" de Lorenzo Sigaut en 1981, representó, sin embargo, un cambio importante de Guzmán y un reposicionamiento dentro y fuera del Gobierno.

Al decir que la "depreciación" del tipo de cambio sería de 25% hasta fin de año, el ministro dejó de lado su compromiso de que el dólar subiría al ritmo de la inflación y sentó las bases para un esquema de "anclar" al dólar en el intento de contener la inflación.

Anualizado, el 4% de enero da una inflación del 60%, muy por encima del 29% consignado en el Presupuesto, y ese fue el motivo principal del intento de anclar al dólar para contener los precios de exportación de granos y carne en el año electoral.

Guzmán jugó en los últimos días el papel de encargado de alinear las principales variables económicas con la mirada puesta en la elección legislativa de octubre.

Definió un valor para el dólar que podría quedar atrasado frente a la inflación, ratificó que en su visión los salarios subirían por encima de la variación de los precios, en torno de 30%, y se ganó un aplauso de empresarios importantes definiendo las causas de la elevada inflación argentina de una manera muy distinta a la del resto del Gobierno.

Mientras el presidente Alberto Fernández trataba de especuladores a productores agropecuarios y comerciantes, y los ubicaba como principales responsables del crecimiento del costo de vida, el ministro de Economía formuló un diagnóstico muy distinto.

Bastó que dijera que la inflación del país es multicausal, que se debe a "desequilibrios macroeconómicos" y que es necesario apuntar a equilibrar el déficit fiscal y reducir la emisión, para ganarse un aplauso y cambiar el tono del diálogo con los empresarios. ¿Prevalecerá la visión de Guzmán sobre la del resto del Gobierno?

Las respuestas se irán conociendo en los próximos días y probablemente no resulten categóricas, pero algunas se anticiparon.

Un ancla nueva para el dólar le cambio la cara al mercado y especialmente con la caída de la tasa para operaciones en el mercado de futuros de dólar. En ese segmento muchos de los que apostaron a que el Banco Central no podría mantener acotada la suba de la divisa, perdieron.

La tasa de los futuros bajó 10 puntos en dos semanas dejando en claro que ahora las apuestas son a un dólar más bajo y a la idea de que el tándem Guzmán-Pesce podrá controlar el precio de la divisa en el corto plazo.

Otra respuesta clara fue que el jueves el Banco Central compró US$200 millones, un monto que hacía tiempo no conseguía y que habría sido fruto de las ventas de granos retenidos por productores o exportadores que se mantenían a la espera de definiciones en torno a si el presidente Fernández subiría o no las retenciones.

Entre el anuncio de que las retenciones seguirían igual, y el nuevo esquema de ponerle un pie encima al dólar para ralentizar la suba dejando de lado la indexación cambiaria, el mercado mostró otro tono.

Una de las dudas centrales de los operadores es cómo hará Guzmán para conseguir los dólares que le permitan sentarse un rato sobre el tipo mayorista. ¿Será que apuesta a que con la soja por arriba de US$500 la tonelada el ingreso de divisas del segundo trimestre será fluido y está asegurado?

Probablemente esté pensando en una combinación de una mayor entrada de dólares por los buenos precios de los granos a nivel mundial con una menor salida recortando pagos de importaciones y, desde ya, apostando a algún tipo de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Los voceros oficiosos del kirchnerismo dicen que la vicepresidenta Cristina Kirchner pretende que se negocie un préstamo a 20 años de plazo para cumplir con los US$44.000 millones que vencen en 2022 y 2023.

Se apoya en la idea de que el FMI tendría que dar un plazo excepcional para cubrir lo que fue un préstamo excepcional como el otorgado a Mauricio Macri.

Es a partir de ese reclamo no escrito que fue creciendo la idea de que un acuerdo con el Fondo quedaría para negociar y cerrar después de las elecciones de octubre.

La vicepresidenta no quiere que se hable de ajuste fiscal ni de la necesidad de aumentar las tarifas de los servicios públicos en forma sensible hasta noviembre. ¿Qué dirán Alberto Fernández y Martín Guzmán?

Hasta ahora el Gobierno aparecía alineado en el entendimiento de que un acuerdo rápido con el FMI sería el paso indispensable en el intento de abrirle alguna puerta de financiamiento externo al Gobierno para intentar bajar un poco la enorme tasa de interés que paga la Argentina por su deuda.

Los bonos argentinos valen en torno a los US$35 por cada US$100 y ofrecen 17% anual de tasa en dólares. Una barbaridad que, tal vez, la política de volver a atrasar un poco al dólar pueda aliviar en el corto plazo. En el largo, como decía el prestigioso economista John Keynes, estaremos todos muertos y ese lugar común parece el que ahora abraza el Gobierno.

Daniel Fernández Canedo