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UN REBOTE A DISTINTAS VELOCIDADES

Esta semana el INDEC difundió la evolución de la actividad económica del mes de junio, constatando una recuperación en relación a mayo del 7,4%. Esto significa que, luego de haber tocado fondo en el mes de abril, la actividad económica ha comenzado a rebotar. Tanto mayo como junio mostraron registros de mayor actividad económica que en abril, pero de todos modos continúa estando un 13% por debajo de los niveles pre-cuarentena.
En este sentido, la caída iniciada en marzo ha sido muy profunda por lo que las comparaciones interanuales aún muestran signos negativos, y lo seguirán haciendo al menos hasta mediados del año que viene. El segundo trimestre del 2020, al igual que en la gran mayoría de los países del mundo, quedará en los registros históricos por haber marcado una contracción económica del 16,5% en relación al primer trimestre y del 19,5% en relación a igual período del año pasado. Ambos registros son los de mayor caída en toda la historia argentina.
El factor principal que explica el inicio de la recuperación a partir del quinto mes del año es la gradual flexibilización de la cuarentena, lo que permitió el regreso a la actividad de distintos sectores económicos que se encontraban directamente prohibidos o fuertemente limitados. Esto también explica que la variación de junio respecto de mayo (7,4%) haya sido menor que la de mayo respecto de abril (9,7%): a medida que el funcionamiento económico se va normalizando, y el “shock de oferta” se va diseminando, las ganancias de actividad son marginalmente cada vez menores.
Como suele suceder en otros procesos recesivos, pero con una magnitud mayor en esta crisis tan particular, se observa una marcada heterogeneidad sectorial. Mientras algunos sectores acumulan una caída interanual en los primeros seis meses del año de entre 5% y 15%, existen sectores que están registrando guarismos nunca antes vistos, con contracciones interanuales en el semestre que superan el 40%. Al mismo tiempo, los que mayores caídas acumulan son los mismos que menor velocidad de recuperación muestran en los datos de junio.
En el siguiente gráfico se muestra a los principales sectores de la economía argentina, representados por coordenadas definidas horizontalmente por la variación anual acumulada en el semestre y verticalmente por la variación anual del último mes (junio). De esta manera quedan determinados cuatro cuadrantes: el cuadrante del crecimiento, el cuadrante que indica que un sector está ingresando en recesión (cuando acumula una variación positiva pero el último dato es negativo), el cuadrante de continuidad de la recesión (variaciones acumuladas y marginales negativas) y el cuadrante de la recuperación, que indica que un sector acumula una variación negativa en lo que va del año pero el último dato es positivo, por lo que comienza a mejorar su perspectiva.
Como puede verse, al mes de junio, casi la totalidad de los sectores están en el tercer cuadrantes: acumulan al primer semestre variaciones anuales negativas y la variación de junio continúa siendo negativa todavía. De todos los scetores, se destacan dos grupos de tres. El primero, compuesto por Intermediación financiera, Servicios públicos (electricidad, gas y agua) y Comercio. Todos mostraron una variación nula o positiva en el mes de junio, y acumulan caídas semestrales algo menores que el promedio de la economía, por lo que se encuentran en zona de recuperación.
En el otro extremo, Hotelería y gastronomía, Otros Servicios (deportivos, artísticos, personales) y Construcción acumulan contracciones en el semestre iguales o superiores al 40% y en el último mes no han mostrado señales de comenzar a levantar. Quizás sí pueda observarse esto en la construcción en los meses de julio y agosto, pero para los otros dos sectores no hay hasta el momento indicios de una recuperación potente.
Particularmente para el caso de la actividad comercial es preciso hacer alguna observación a la luz del dato de junio. Algunos factores que pueden ayudar a explicar que la actividad comercial haya mostrado un nivel similar al de junio del año pasado, cuando gran parte de los locales comerciales se encuentran aún cerrados, son los cambios transitorios en los hábitos de consumo como consecuencia de la pandemia y un comportamiento precautorio por parte de los agentes ante expectativas de devalaución en aumento.
Con respecto al cambio en los hábitos de consumo, según el propio Ministerio de Producción de la Nación, se registraron fuertes aumentos en las ventas reales de productos de limpieza, materiales para la construcción doméstica, artefactos eléctricos, muebles, colchones y textiles para el hogar en el mes de junio. Las ventas online, en este contexto, han sido de gran ayuda para canalizar esta nueva demanda de consumo doméstico incentivada por el mayor tiempo de permanencia en los hogares de las personas. Pero también se ha identificado un fuerte crecimiento en la comercialización mayorista de agroquímicos, maquinarias agrícolas y productos veterinarios. Todos estos productos tienen un fuerte componente dolarizado en su precio (cuando no es directamente total por ser un bien importado), lo que explica el stockeo por parte de los eslabones de la cadena comercial debido a las perspectivas cambiarias. Es decir que en cierta medida, la actividad comercial ha amortiguado la caída generada por la cuarentena a través del aumento de la demanda por cambios en los hábitos de consumo y por un comportamiento defensivo. 
En el extremo opuesto, y con caídas en la facturación de hasta el 100% en relación al año pasado están las actividades que se encuentran aún hoy casi prohibidas: profesionales del deporte, agencias de viajes, bares, restaurantes, transporte turístico, hoteles, cines, teatros, salones de eventos, peluquerías y demás. Todos estos rubros, que forman parte de los dos sectores más golpeados, junto con el sector de la construcción son responsables de casi el 20% de los puestos de trabajos totales de la economía, ya sean asalariados registrados, asalariados no registrados, o dueños y familiares que trabajan en esas actividades. Esta parte, no despreciable, del mercado laboral ha visto muy afectados sus ingresos desde el mes de marzo/abril y seguramente haya disminuido su nivel de gasto. Caídas tan pronunciadas como las que tuvieron que enfrentar estas actividades suelen dejar efectos duraderos en la estructura económica, con la pérdida de capacidad instalada, quiebras de empresas y desvinculaciones laborales en gran escala.
Justamente este factor es el que comenzará a determinar el futuro de la actividad económica de ahora en adelante. Una vez que el shock de oferta tenga cada vez menor relevancia, porque la mayor parte de las actividades vuelve a estar en funcionamiento, las condiciones de la demanda agregada marcarán el timing de la actividad económica. Con un fuerte impacto en los ingresos generados en los últimos meses es esperable que la demanda agregada permanezca debilitada. Impulsarla por vía de la política económica puede lucir políticamente tentador, pero dados los desequilibrios fiscales y monetarios no es aconsejable.





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