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Lo que se dice en las mesas

Se le escapa la tortuga al BCRA y a la CNV. Argie way: también en EE.UU. cobran los muertos. La culpa es de Quito. Hay que mostrar un 70%. Nadie sabe nada, pero compran. Deuda a la calabresa.


“En todos lados se cuecen habas”, dice el dicho. Acá, tarde pero seguro, en el BCRA se dieron cuenta de que había gente que cobraba el IFE y compraba dólares dentro del cupo mensual de los 200. Anoche, el Directorio no quiso eliminar este desliz sino que, por ahora, obligan a los bancos a controlar “las cuentas que reciben transferencias de dólares en forma inusual”. Van tras los “coleros digitales”. Pero, como dice el dicho, nadie está exento y hasta en EE.UU. detectaron una curiosidad en medio de la pandemia: han “cobrado” los cheques mensuales de los u$s1.200 que lanzó el Gobierno para aliviar la crisis más de 1,5 millones de personas fallecidas. Parece que no hubo mucho esfuerzo de contralor y días atrás se reconoció que ya en abril habían entregado la ayuda estatal a personas recientemente fallecidas. Y si se trata de reflejos rápidos, no solo el BCRA, también la CNV se destaca al salir ahora con una norma que obliga a los fondos en pesos a valuar activos y tenencia en dólares al tipo de cambio oficial. Cómo era hasta ahora, los FCI en pesos que tenían algún activo con cotización en dólares lo valuaba al dólar al cual lo podía vender, o sea el dólar MEP. Qué pasa ahora si un FCI tiene dólares y se permiten los rescates antes de adecuarse a la nueva normativa iban a haber ganadores y perdedores por distinta valuación. Una “distribución del ingreso” sui generis. Pero como el mercado se la veía venir, ni lerdo ni perezoso ya hizo la “adecuación”. Esto mismo ocurrió en 2015. Otro dêjá vú. En el mercado estimaban que había unos u$s250 millones en FCI en pesos entre cash y activos del exterior. Pero cuidado con los que aún no vendieron (bonos soberanos, provinciales y corporativos), puede afectar, transitoriamente, las cotizaciones, aunque marginalmente. Muchos zoom y hasta encuentros ya en Fase 5. De lo que se habla es de cómo saldrá Alberto del entuerto pospandemia con una economía sin respirador y con pocas chances de generar empleo genuino. Del canje, se dice que la propuesta ecuatoriana complica a la Argentina porque es cercana a la del grupo AdHoc. El Gobierno buscará mostrar un 70% de deuda performing tras el canje, aunque queden holdouts para parecerse a la de Lavagna. Mientras Donald usa a Larry. Ampliaremos.
iUn zoom entre operadores extranjeros reflejó la desorientación que reina. El mercado sube y sube, se toma alguna licencia, pero sigue escalando. Dicen que es porque compran los inversores minoristas. Otros, que son los grandes pese a todo. Lo cierto es que la música cambia pero todos siguen bailando. La mejor prueba es Tesla. En dicho zoom nadie pudo explicar esto: para Ryan Brinkman (JP Morgan) el precio objetivo de Tesla es 295, pero para Brian Johnson (Barclays) es 300, mientras que para Joseph Spak (RBC) es 615 y para Adam Jonas (Morgan Stanley) es 740. Sin embargo para Dan Ives (Wedbusch) el precio objetivo es 1.250, y para Joe Osha (JMP Securities) es 1.500, mientras que para Philppe Houchois (Jefferies) es 1.200 y para Alex Potter (Piper Sander) está en los 2.322. No hay mejor prueba de la incertidumbre que reina hoy sobre las grandes tecnológicas de EE.UU. ¿Cómo es posible que estos analistas de los bancos y sociedades bursátiles más prestigiosas del mundo, puedan diferir tanto en el precio objetivo de una compañía? La diferencia es muy llamativa. Un operador suizo se animó a ensayar una explicación cruda, pero por lo menos para justificar las apuestas: en realidad ninguno de ellos tiene la menor idea no solo de cuánto vale Tesla ahora sino ni de cuánto puede llegar a valer. Lo peor es que el mismo razonamiento se puede realizar para las otras grandes tecnológicas, acotó otro colega que aportó el dato que los últimos ensayos clínicos de la vacuna de Oxford y AstraZeneca conseguiría una doble defensa para el covid-19 que podría durar décadas y que el próximo lunes se iban a conocer más detalles. Aleluya.
Sobre el acertijo de la semana pasada, la respuesta es la temible Ndrangheta calabresa. Este miembro del “G9” criminal (como denomina el experto francés Jean Gayraud a las principales nueve organizaciones mafiosas del mundo) emitió deuda a través de sociedades pantalla que terminó en la cartera de grandes inversores institucionales internacionales (fondos de pensiones, hedge funds, bancos y aseguradoras). Ya lo denunció el Financial Times días atrás contando una historia acerca de que inversores habrían comprado bonos respaldados por activos de la mafia calabresa (de empresas pertenecientes a la Ndrangheta). Al parecer el truco era combinar estos activos con otros como facturas impagadas a organismos de salud pública. El escándalo no solo pone en duda los procedimientos contra el lavado de dinero, sino también los criterios decisorios de los inversores hasta el accionar de consultoras y auditoras involucradas, como EY. Las operaciones datan desde 2015 hasta el año pasado y sumarían más de 1.000 millones de euros.



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