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Martín Guzmán se sacó de encima al negociador más duro de los bonistas

BlacRock, el mayor acreedor de la Argentina, lo desplazó tras sus choques con el ministro.

El mayor acreedor de Wall Street decidió reemplazar al principal y duro negociador de la deuda externa con la Argentina. La decisión la adoptó Larry Fink, el CEO de BlackRock: el combativo Gerardo Rodríguez fue desplazado y saldrá de la primera línea de fuego.
Ahora, la abogada Jennifer O’Neill será la cabeza visible del equipo negociador con la Argentina.
Se trató de un gesto de buena voluntad y un intento de evitar que termine en colapso las negociaciones con Martín Guzmán​.
La medida también refleja las fuertes disputas internas –halcones y palomas - que coexisten en BlackRock sobre el gobierno de Alberto Fernández​.
Clarín confirmó que se cruzan intereses contrapuestos, luchas de poder, una trama oculta de negocios y personales ambiciones financieras.
La cuestión se trató en el almuerzo entre el Presidente y Roberto Lavagna.
También se sondeó en la reunión de Alberto y los “popes” empresarios. El Presidente tuvo un discurso conciliador y “pro-negocios”. Guzmán no abrió la boca. Pero se marchó contento. Alberto defendió su punto de vista: “Quiero evitar el default, pero solo en los términos que nos sirva”. El desplazado Rodríguez tuvo serios encontronazos con Guzmán en las últimas semanas. El diálogo era imposible. El banquero mexicano llegó a destratar varias veces al ministro. La cuestión provocó peleas con Guzmán y que la negociación se empantanara.
Rodríguez es un verdadero “lobo” de Wall Street y en una reunión propició la renuncia de Guzmán.
El mexicano amenazó al ministro y agregó: “Podemos esperar que fracase tu propuesta y negociar con otro ministro”.
Ahora Rodríguez fue desplazado de esas funciones. Se mantendrá –igual– en el equipo de BlackRock. Fink –dueño del Fondo más poderoso del mundo– decidió apartar a Rodríguez después de una queja formal de la Casa Rosada.
Hay un diálogo fluido entre Fink y el propio Guzmán. También el ministro habla con el vicechairman Phillip Hildebrand.
Ocurrió después de que el Presidente bloqueara una audaz acción política del propio Rodríguez. Intentó sin suerte abrir un canal de diálogo directo con el Presidente y desautorizar a Guzmán.
Alberto frenó la movida y reclamó un cambio de interlocutores a Wall Street. Ratificó como único negociador al jefe del Palacio de Hacienda.
El equipo económico descalificó siempre al negociador de BlackRock. Lo acusa de poner “piedras en el camino” para privilegiar cuestiones personales.
Rodríguez tiene reputación de bravo entre los operadores de Wall Street. El financista auspició a Mauricio Macri​ y fogoneó que BlackRock participara masivamente de colocaciones de deuda, que terminaron con fuertes pérdidas. En esa tarea estuvo acompañado por otro “lobo”, el financista argentino Pablo Federico. Ambos forman un tándem de negocios entre Wall Street y Londres. Federico lidera el Fondo Ayres.
El banquero argentino trabajó –hace años- para BlackRock y también fue un entusiasta colocador de dólares en la época Cambiemos. Era cuando Federico Sturzenegger garantizaba jugosos dividendos.
Ahora Federico se convirtió en un guerrero contra Guzmán. En el FMI dicen que busca justificar errores que ocasionaron millonarias pérdidas a Wall Street.
Federico y Rodríguez siguen unidos. Trabajan fuerte sobre otros acreedores, y militan para que no acepten la propuesta argentina.
El lobby es por plata y ambición: cada punto de diferencia en las propuestas equivale a unos 1.140 millones de dólares. Hoy, la friolera de 13.338 millones de billetes verdes.
El influyente Fink justificó la decisión de apartar a Rodríguez por lo siguiente: evitar que lo emocional afecte lo profesional.
También fue un gesto de buena voluntad hacia la Argentina y una señal clara de que Blackrock quiere avanzar en un acuerdo.
Las decisiones de BlackRock son importantes. Primero, porque es el principal acreedor individual. Pero básicamente por otra cosa: se trata del grupo inversor más importante del mundo, tiene el liderazgo del mercado y una asociación con la Casa Blanca.
La decisión agradó a la Casa Rosada. Pero sería muy ingenuo de parte de los funcionarios interpretar que las negociaciones se ablandaron. La nueva negociadora Jennnifer O'Neill sigue reclamando mucho dinero a la Argentina.
Hasta este jueves la propuesta de BlackRock seguía siendo dura y en los papeles concretos -por ahora- no se flexibilizó. La firma había dejado trascender que redujo sus pretensiones a un 53,8 % de valor presente de la deuda.
Hasta ahora esa contrapropuesta no se materializó. En los documentos oficiales BlackRock exige mucho más: una paridad a valor presente del 57,2 % y además un pago en efectivo de 1.600 millones de dólares a desembolsar antes de diciembre.
También se insiste en una flexibilidad del Palacio de Hacienda. Hasta el momento tampoco se concretó. Aún hay diferencias y por eso el Presidente envió un mensaje al interior del Gabinete: dijo que nunca le había dado la orden al ministro de acordar con los bonistas a cualquier costo.
Argentina comunicó extraoficialmente una propuesta de pago el 26 de mayo en las negociaciones secretas con los “lobos” de Wall Street. Aún está lejos de lo que quieren en Manhattan.
El plan informal de Economía consiste en lo siguiente: abonar un pago valor presente del 45,5%. Nada de efectivo.
El Presidente y Guzmán acordaron en el último encuentro a solas sostener –primero- esta propuesta. Solo en caso de que los bonistas hagan un esfuerzo, Argentina intentará mejorar la oferta y ampliar el pago hasta cerca del 50 %. Eso recién podría ocurrir la semana próxima. Antes, Argentina quiere saber si Wall Street baja realmente sus pretensiones de cobro.
Los tiburones de Manhattan acusan a Guzmán e insisten que –en verdad- quiere ganar tiempo para justificar en términos políticos un cambio copernicano en su inicial propuesta.
El Presidente y el ministro compartieron –hace unas noches- una cena clave a solas. Los “lobos” de Wall Street hicieron circular la versión de que el Fondo Monetario convalidaba la oferta de los bonistas y desacreditaba el documento –del 20 de marzo– sobre sostenibilidad de la deuda. Para Guzmán es una Biblia para evitar cualquier flexibilidad en los pagos.
Fue después de una reunión del board del FMI. El Presidente le pidió oficialmente al FMI que se expida en forma clara su posición. Un cambio –como sugerían los bonistas– desbarataba la estrategia argentina.
Guzmán habló con Kristalina Georgieva​ y el staff de Washington. Cuatro días después se publicó el comunicado oficial del FMI avalando la propuesta argentina.
La negociación se acelerará a partir de este viernes. El Presidente sabe que se juega a todo o nada. La escapada del dólar​ obligó a consolidar un cepo, que tendrá graves consecuencias económicas.
El BCRA se durmió y la brecha cambiaria le provocó una alarmante salida de divisas. Las automotrices adelantaron importaciones por 6.000 millones de dólares y otros 2.000 millones se fueron a través del contado con liqui.
Los exportadores atrasan sus liquidaciones y las reservas de libre disponibilidad enflaquecieron fuertemente.
Hay un sinfín de rumores. Miguel Pesce lo tuvo que decir en reunión de directorio: “Vamos a evitar una devaluación”.

Marcelo Bonelli