Comentábamos la semana pasada que los principales índices de renta variable mundiales estaban presentando unos niveles de sobrecompra muy elevados, lo que imprimía un elevado riesgo de retroceso, en el caso de que aparecieran noticias negativas que impidieran una consolidación de las bolsas, con cierta calma. Y la realidad es que estas noticias no se han hecho esperar demasiado.
La Fed serena los ánimos
La Reserva Federal estadounidense comenzó serenando los ánimos, con unas proyecciones económicas sensiblemente peores a las esperadas para este año (caída del PIB del 6,5%) si bien prevé una importante subida, superior al 5%, para 2021. Esta evolución de la actividad tendrá lugar en un entorno de tipos muy bajos y, lo importante, más alargado en el tiempo de lo previsto. De hecho, el organismo monetario norteamericano prevé mantener los tipos al 0% hasta 2022.
Mientras tanto, seguirá realizando compras de activos por un mínimo de 120.000 millones de dólares durante los próximos meses. En resumen, un bocado de realidad en la línea de que las economías están muy lejos de normalizarse. O, si se quiere, más cerca de “japonizarse”. Y eso sucede en la primera potencia económica, con niveles de empleo en clara recuperación…
El temor a un repunte del coronavirus enfría instantáneamente a los mercados
Tras el jarro de agua fría “estructural” del otro lado del charco, los mercados han reaccionado con violencia ante las noticias de posibles rebrotes del virus Covid19 en distintas partes del globo y, singularmente, en Pekín.
Como venimos comentando, la mejora económica y de mercados de los últimos meses ha tenido dos pilares fundamentales. Por un lado, el apoyo institucional, tanto en términos de programas de ayuda a la recuperación como en inyecciones de liquidez por parte de los bancos centrales; por otro, la evolución positiva de contagios del coronavirus, que alienta la progresiva y necesaria apertura de la producción y el consumo.
Ambas variables, condiciones necesarias, han alentado la mejora de expectativas y sentimiento inversor con respecto a la situación de marzo y abril y, en definitiva, han impulsado tanto a las bolsas como al estrechamiento de los diferenciales de crédito de la deuda privada. Pues bien, esta semana pasada, este movimiento ha tenido un retroceso al ponerse en duda el segundo de estos factores: la desescalada.
Posibilidades de inversión dentro de la incertidumbre
La vuelta a la ciclotimia del mercado debe hacernos comprender que nos seguimos moviendo en una zona de elevadísima incertidumbre, lo que implica que los planes económicos para el año establecidos en enero son, a día de hoy, tan papel mojado como las revisiones realizadas en abril. Probablemente los mercados se sitúen finalmente en algún punto indeterminado entre la complacencia y la catástrofe. Y serán las expectativas, singularmente las de 2021, las que marquen que ese punto esté más cerca de uno u otro extremo.
Así con todo, si la semana pasada, en un entorno más benigno, alertábamos de la inestabilidad del último rally, esta semana queremos romper una lanza a favor del final del camino. Con todas las instituciones volcadas en superar esta crisis, no cabe duda que, al final se ganará la batalla. En términos churchilianos (otro valor melancólicamente a la baja, en estos días) no podemos dar una fecha exacta para el fin definitivo de nuestras tribulaciones, pero sin duda tardaremos la mitad de tiempo si hacemos las cosas bien que si las hacemos mal.
En ese sentido, los movimientos abruptos del mercado, con extrema prudencia, pueden ofrecernos posibilidades de inversión atractivas, que conviene tener presente, dentro de cada (diferente) perfil de riesgo. Queda mucho partido por jugarse y, por ello, nada parece tan recomendable como un poco de calma…y una conveniente reserva de liquidez a mano.