La Argentina del cepo es una máquina de generar obstáculos para el pequeño inversor. ¿Cómo hace una persona que piensa en comprar su primera vivienda para mantener el poder adquisitivo de sus ahorros en un país con tasas de interés reales negativas? ¿Se puede ahorrar en pesos para comprar un inmueble que cotiza en dólares? Si tengo la tarjeta de crédito al límite y quiero viajar al exterior por 15 días, ¿cómo hago para sobrevivir con los 200 dólares que me permite comprar el Banco Central? Si compré dólares el año pasado y ahora necesito venderlos, ¿tiene sentido cambiarlos en el banco a 57 pesos para recomprarlos luego a 81?
Estos inconvenientes se presentan a nivel personal, pero también las pymes los sufren y terminan recurriendo a cuevas financieras con el fin de adquirir dólares o pagar insumos en el exterior necesarios para la producción.
El problema reside en que esta forma de operar no solo es ilegal sino también peligrosa. Por ese motivo, en la columna de hoy repasaremos el funcionamiento de estas “casas de cambio no reguladas“, recordando que no se recomienda en absoluto su utilización por parte de personas de a pie o empresarios. No obstante, lo cierto es que estas cuevas existen y la realidad, como tal, debe ser analizada.
La operatoria de las cuevas financieras
Las cuevas son conocidas por su operatoria con dólares, pero también realizan descuentos de cheques, transferencias al exterior por mecanismos no regulados por el Banco Central y ventas de bitcoin blue. Sin embargo, aquí vamos a concentrarnos en la compraventa de divisas.
Generalmente, la operatoria con el cliente se cierra por teléfono. Se comunica el precio de compra o venta y el cliente da su confirmación si está de acuerdo. Una vez que se cierra de palabra la transacción, esta no puede ser modificada por las partes: es un trato cerrado de palabra y debe ser cumplido, no importa si la persona se arrepiente, le ofrece luego un amigo un precio más conveniente o la cotización en el mercado cambia.
Luego hay que liquidar la operación. Se llevan los pesos para recibir los dólares o los dólares para pasarlos a pesos a la dirección de la cueva. Por lo general, se encuentran en departamentos de oficinas del Microcentro. Como se trata de una transacción ilegal, las cuevas no entregan ningún comprobante de la operación realizada.
Las cuevas no suelen asumir riesgos de cambio debido a que trabajan con mayoristas. Cuando el cliente llama solicitando cotización, el cuevero le pide cotización al mayorista y, con ese precio en el escritorio, le responde al cliente incorporando un spread (un sobreprecio, en este caso). Ese spread será su ingreso. Cuando el cliente le confirma, cierra la operación con el mayorista. Esta es la razón por la cual luego la operación no puede anularse.
En la mayoría de los casos, la brecha entre las puntas compradora y vendedora es menos amplia que el diferencial que imponen los bancos y las casas de cambio para el dólar legal. Mientras que en las entidades financieras llega a 6 pesos (equivalente al 10% del precio sin impuestos), en las cuevas ronda 1,50 pesos. Esto es un 3% del valor al que se viene pactando. En ocasiones incluso la proporción es menor, dependiendo las condiciones de mercado del momento.
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