Por Julián Guarino
Ya es vox populi que el Tesoro argentino utilizó una parte de los dólares del FMI para pagar deuda. No eran dólares comunes… Pertenecían a un depósito que el Tesoro había hecho en el Banco Central de forma precautoria para "fortalecimiento de las reservas" por recomendación del Fondo. Es decir que, si bien hasta ahora eran “intocables”, bueno, ahora ya no lo son más. Sin acceso al mercado financiero, el Gobierno utilizó u$s1.936 millones, el 27% de esos recursos totales que se colocaron bajo esa etiqueta.
Por supuesto, todos estos números no dicen nada si no se toma en cuenta que desde las PASO, las reservas caen casi el 30% del total y que el desembolso prometido por el FMI de u$s5.400 millones parece haber quedado suspendido en el tiempo y espacio hasta nuevo aviso. En rigor, la posibilidad de utilizar los dólares “intocables” del FMI parecen ser una “compensación” del FMI por el desaire (el verbo es excesivo) al gobierno de Cambiemos.
Paradoja mediante, el dato que seguramente comenzará a horadar las proyecciones más ajustadas es que gracias a esos dólares “frescos”, podría pensarse que, a pesar de la caída de las reservas, el Gobierno podría seguramente darse la ventaja de no tener que restringir más algunas variables del control de capitales (o cepo). Sin embargo, debido precisamente a esa instancia, el escenario para el próximo gobierno parece, ahora, incluso un poco más restrictivo aún. Es que al ritmo que caen las reservas, utilizadas en gran medida para “controlar” el tipo de cambio en la zona de los $60, seguramente se consumirá buena parte de las reservas de libre disponibilidad. El detalle a tener en cuenta es que si bien hasta la semana pasada esa partida rondaba los u$s12.500 millones, si se le suman los dólares precautorios del FMI termina arrojando casi u$s18.000 millones.
Por supuesto, como suele pregonar la metafísica, en toda versión del mal existe la posibilidad del bien, pero sólo si existe un espacio para ello. Y en las reservas del Banco Central, el hecho que esos u$s18.000 millones sean ahora de “libre disponibilidad”, no hace más de resaltar un rasgo que ha pasado algo desapercibido: que sacando los dólares encajados de los bancos en el Banco Central (resguardo de los depósitos de los dólares del sector privado) que superan los u$s7.000 millones, y tomando nota de unos u$s1.600 millones de préstamos varios a favor del BCRA, lo que queda son los u$s18.000 millones del swap con China.
No es que sea poco. Sí, en cambio, que se trata de un instrumento algo tortuoso, que parece haber perdido su sentido original con la llegada del FMI. El dato a tener en cuenta es que los yuanes chinos (dólares, en su versión superadora) tienen usos mínimos porque el propio FMI no permite que con esas divisas se cancelen pagos de bonos de la deuda o se utilice para intervenir en el mercado de cambios.
La única utilidad que tienen es la de participar del intercambio comercial entre la Argentina y China: las operaciones de comercio exterior que deberían hacerse con yuanes y pesos, sin pasar por el dólar. Además, cada vez que se compensan las operaciones, hay que recordar que se “activan” los yuanes utilizados y comienza a regir una tasa que es la Shibor (Shanghai Interbank Offered Rate), que tiene un costo de alrededor de 7,60% anual. Por otro lado, el uso del swap con China, quedó condicionado por primera vez el año pasado a la vigencia del stand by de Argentina con el FMI. El acuerdo estipuló que si por cualquier razón el stand by se suspendiera o cancelase, el Banco de China rechazaría nuevos retiros de fondos o renovaciones.
Los memoriosos recuerdan que el primer acuerdo por u$s10.200 millones a tres años fue firmado en 2009 durante la presidencia de Martín Redrado en el BCRA, con el objetivo de reforzar las reservas. En paralelo, se activó la licitación para levantar la represa santacruceña Cepernic-Kirchner (llamada luego “Condor Cliff” por el macrismo), que la constructora china Gezouba ganó con la local Electroingeniería. Pero llegarían más dólares. El segundo movimiento con China se activó en el tercer trimestre de 2014, con Axel Kicillof en Economía y fue por unos u$s3.800 millones. En los primeros meses de 2015 se concretó un nuevo desembolso por unos u$s3.700 millones.
Finalmente con el cambio de gobierno, se renovó el mecanismo por unos u$s11.000 millones con una vigencia de tres años más, con lo que las reservan en yuanes llegaron a unos u$s8.000 millones. El año pasado volvió a negociarse con Luis Caputo al frente del Banco Central, con un nuevo desembolso por unos u$s10.000 millones.
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