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La hipertensión arterial afecta a uno de cada tres adultos en la Argentina

Es una afección que a menudo no tiene síntomas. La clave es el autoconocimiento y el autocuidado: saber sobre niveles de presión arterial normal es conocer cuándo está elevada y poder llegar a la consulta a tiempo.

Conocer los valores personales de presión arterial es un desafío y una ayuda, de acuerdo con el doctor Mariano Duarte, jefe del Programa de Hipertensión Arterial del Hospital de Clínicas. “Es muy difícil hacer prevención de la hipertensión si no se lleva un registro en cada consulta al médico, sin importar qué especialidad sea”. 

“A partir de los 140/90 mm Hg comenzamos a hablar de hipertensión”, sostiene el profesional y agrega “la hipertensión arterial es el factor de riesgo más importante entre los que llevan a una persona a sufrir enfermedad cardiovascular prematura. Se calcula que en nuestro país uno de cada tres adultos tiene presión elevada”.

La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos sanguíneos. Se mide en milímetros de mercurio (mm Hg) y se expresa con 2 números, como por ejemplo 116/72 mm Hg. El primer número es la presión registrada cuando el corazón produce el latido o presión sistólica y el segundo es la presión obtenida cuando el corazón descansa entre latidos y se llena, esa es la presión diastólica. 

La presión arterial es normal si está por debajo de 120/80 mm Hg. Para las personas adultas si la presión sistólica está entre 120 y 129 mm Hg se trata de presión arterial elevada, pero si ésta es igual o mayor a 130 mm Hg, se tiene presión arterial alta o hipertensión. “Lo peligroso de esta situación es que la presión arterial alta o hipertensión suele no dar síntomas”, puntualiza Duarte.

En diferentes edades a lo largo de la vida existen situaciones que aumenta el riesgo de padecer hipertensión. En la niñez y adolescencia el sobrepeso es el principal causal. En la adultez, la obesidad sumada a la inactividad física, mala alimentación, el exceso en el consumo del alcohol, el tabaquismo y la diabetes constituyen grupos de riesgo elevado. Por último, en la tercera edad el envejecimiento y la rigidez arterial pueden ser causantes de hipertensión, aun en pacientes que han tenido presiones normales previamente.

“En 9 de cada 10 casos no hay un único agente causal sino que pueden estar involucrados mecanismos renales, endocrinos y vasculares entre otros, todo ello sobre la predisposición genética de la persona. Esto se conoce como hipertensión primaria y se diferencia de la hipertensión secundaria porque esta última es consecuencia de una afección determinada, por ejemplo desórdenes endocrinos, insuficiencia renal, apena de sueño o incluso tomas de fármacos o drogas”, conceptualiza Duarte.
Para prevenir que las personas con factores de riesgo y antecedentes familiares sean futuros hipertensos debemos incorporar la actividad física aeróbica regular, evitar el sobrepeso y la obesidad, especialmente de abdomen y tronco, mantener una alimentación saludable, rica en vegetales, frutas, granos integrales, pobre en harinas, grasas saturadas y sodio, el tabaco (pasivo y activo), reducir la ingesta de alcohol y no consumir drogas.
“Una vez diagnosticada la hipertensión el auto-monitoreo que pueden hacer los pacientes con dispositivos digitales en domicilio ha constituido un avance muy importante. Esto le permite un control en distintos momentos según se requiera y en un ambiente mucho menos “emocional” con menor impacto que el que provoca la consulta médica. A pesar de la alta prevalencia de la hipertensión un tercio de los hipertensos no saben que lo son y la mitad de los que se encuentran en tratamiento no están adecuadamente controlados” concluye Duarte.