Damas y caballeros, Donald Trump lo hizo de nuevo.
Como en febrero y en diciembre del año pasado, las picantes declaraciones del Presidente de los Estados Unidos marcaron la dirección de los precios de las acciones y llevaron volatilidad al mercado.
Recordemos que, apenas empezado 2018, Trump anunció a través de su cuenta de Twitter una catarata de medidas proteccionistas que afectaban a varios países y terminaron siendo el puntapié inicial de la Guerra Comercial entre Estados Unidos y China.
En nuestro país, la medida arancelaria que tuvo mayor impacto fue la suba de las tarifas a la importación de acero y aluminio. Apenas conocida la medida, el ministro Dujovne tuvo que salir a las corridas a negociar con el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, el levantamiento de la medida para no perder la entrada de 700 millones de dólares anuales.
El estallido del conflicto comercial marcó el fin del “Trump rally”, un período de subas ininterrumpidas de las acciones norteamericanas que duró un año y medio y estuvo signado por la baja de impuestos a las ganancias empresarias. El índice S&P 500 se estremeció. En menos de una semana llegó a caer hasta un 13%.
A fines del año pasado, el destinatario de los “dardos verbales” del mandatario norteamericano fue la Reserva Federal. Trump advirtió a los miembros de la FED que, si continuaban subiendo las tasas de interés, ellos (y solo ellos) iban a ser los culpables de la próxima recesión de la economía norteamericana. Los efectos de las declaraciones de DT no tardaron en llegar. Semanas más tarde el presidente de la FED, Jerome Powell, cambió el rumbo de la política monetaria. Interrumpió por tiempo indefinido las subas de los rendimientos de los Fondos Federales ante el temor de que Estados Unidos (y el mundo) entraran en recesión. Implícitamente, Jay Powell le dio la razón al mandamás norteamericano.
El mercado interpretó las palabras del titular de la FED como un giro de 180° de la política monetaria: se especula con la posibilidad de una baja de tasas en el próximo año. Así es como las acciones norteamericanas reaccionaron ante el relajamiento de la política monetaria y dibujaron el rally que arrancó después de navidad y finalizó hace un mes en los máximos históricos.
Buscando con quien pelearse
Hace unas semanas, cuando parecía que China y Estados Unidos llegaban a una tregua final, nuevamente el multimillonario mandatario pateó el tablero de las negociaciones. A través de la red social del pajarito, anunció otro paquete de medidas arancelarias contra productos chinos no tecnológicos. Incluyó también a la empresa Huawei en una lista negra por la cual los celulares de esa marca quedan inhabilitados de recibir las actualizaciones de aplicaciones.
Por su parte, China respondió atacando varios frentes. Primero, impuso aranceles sobre 5.140 productos norteamericanos, con un valor estimado es de USD 60.000 millones. Segundo, amenazó con dejar de venderle las “tierras raras”, 17 elementos químicos vitales para la fabricación de Smartphones y televisores. Tercero, frenó la compra de soja a Estados Unidos. Y cuarto, el gobierno de Xi Jinping creará una “lista de empresas no fiables” en la que estarán varias empresas norteamericanas, como represalia a la medida impuesta contra Huawei.
Estas últimas medidas fueron tomadas en mayo. Al mismo tiempo que se anunciaban, el panorama de las acciones se fue oscureciendo. Y más aún después de la reciente disposición de Trump, que también anunció a través de Twitter… Desde el 10 de junio, Estados Unidos va a imponer un arancel del 5% a la importación de productos mexicanos, si no se detiene la inmigración ilegal desde su vecino del sur.
Se busca un piso
En medio de esta creciente conflictividad, el S&P 500 está cerrando el quinto mes del año con una caída del 6,5%. Si analizamos el gráfico del índice norteamericano basándonos en la Teoría de Ondas de Elliott, el S&P 500 estaría desarrollando la segunda parte de la corrección al rally postnavideño que finalizó el 1 de mayo.

El área donde las acciones de Estados Unidos podrían rebotar se ubica en la zona de los 2715 puntos, donde hallamos el nivel de retroceso del 38,2% de la suba anterior, que coincide con el piso de marzo que hicieron en marzo pasado.
Como llamado de atención, la curva de rendimientos de los bonos norteamericanos está invertida y su pendiente se está negativizando con el correr de los días. Recordemos que la curva invertida y su mantenimiento en el tiempo es un fiable predictor de recesiones en Estados Unidos.
Donald Trump ya sabe esto. No me sorprendería que, en los próximos días, el mandatario inste a la Reserva Federal a bajar la tasa de referencia para inducir la baja de los rendimientos de corto plazo y aplanar la curva. Tranquilamente lo podría hacer a través de Twitter, lo que tendría un impacto positivo e inmediato en las acciones.
En el plano local, finalmente el rally de emergentes fue interrumpido por el oscuro panorama de las acciones en el mundo, producto de la creciente conflictividad comercial. El martes el S&P Merval rozó los 800 dólares pero no pudo sostenerse. Esta vez no tuvieron que ver ni el dólar, ni los precios; ni siquiera las definiciones políticas. Se debió puramente a factores externos. Por eso necesitamos que se mantenga la paz cambiaria y que se aquieten las aguas en la renta variable global para que los inversores vuelvan a querer tomar riesgo argentino.
Hasta la semana que viene,
Bruno Perinelli
Para CONTRAECONOMÍA
Como en febrero y en diciembre del año pasado, las picantes declaraciones del Presidente de los Estados Unidos marcaron la dirección de los precios de las acciones y llevaron volatilidad al mercado.
Recordemos que, apenas empezado 2018, Trump anunció a través de su cuenta de Twitter una catarata de medidas proteccionistas que afectaban a varios países y terminaron siendo el puntapié inicial de la Guerra Comercial entre Estados Unidos y China.
En nuestro país, la medida arancelaria que tuvo mayor impacto fue la suba de las tarifas a la importación de acero y aluminio. Apenas conocida la medida, el ministro Dujovne tuvo que salir a las corridas a negociar con el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, el levantamiento de la medida para no perder la entrada de 700 millones de dólares anuales.
El estallido del conflicto comercial marcó el fin del “Trump rally”, un período de subas ininterrumpidas de las acciones norteamericanas que duró un año y medio y estuvo signado por la baja de impuestos a las ganancias empresarias. El índice S&P 500 se estremeció. En menos de una semana llegó a caer hasta un 13%.
A fines del año pasado, el destinatario de los “dardos verbales” del mandatario norteamericano fue la Reserva Federal. Trump advirtió a los miembros de la FED que, si continuaban subiendo las tasas de interés, ellos (y solo ellos) iban a ser los culpables de la próxima recesión de la economía norteamericana. Los efectos de las declaraciones de DT no tardaron en llegar. Semanas más tarde el presidente de la FED, Jerome Powell, cambió el rumbo de la política monetaria. Interrumpió por tiempo indefinido las subas de los rendimientos de los Fondos Federales ante el temor de que Estados Unidos (y el mundo) entraran en recesión. Implícitamente, Jay Powell le dio la razón al mandamás norteamericano.
El mercado interpretó las palabras del titular de la FED como un giro de 180° de la política monetaria: se especula con la posibilidad de una baja de tasas en el próximo año. Así es como las acciones norteamericanas reaccionaron ante el relajamiento de la política monetaria y dibujaron el rally que arrancó después de navidad y finalizó hace un mes en los máximos históricos.
Buscando con quien pelearse
Hace unas semanas, cuando parecía que China y Estados Unidos llegaban a una tregua final, nuevamente el multimillonario mandatario pateó el tablero de las negociaciones. A través de la red social del pajarito, anunció otro paquete de medidas arancelarias contra productos chinos no tecnológicos. Incluyó también a la empresa Huawei en una lista negra por la cual los celulares de esa marca quedan inhabilitados de recibir las actualizaciones de aplicaciones.
Por su parte, China respondió atacando varios frentes. Primero, impuso aranceles sobre 5.140 productos norteamericanos, con un valor estimado es de USD 60.000 millones. Segundo, amenazó con dejar de venderle las “tierras raras”, 17 elementos químicos vitales para la fabricación de Smartphones y televisores. Tercero, frenó la compra de soja a Estados Unidos. Y cuarto, el gobierno de Xi Jinping creará una “lista de empresas no fiables” en la que estarán varias empresas norteamericanas, como represalia a la medida impuesta contra Huawei.
Estas últimas medidas fueron tomadas en mayo. Al mismo tiempo que se anunciaban, el panorama de las acciones se fue oscureciendo. Y más aún después de la reciente disposición de Trump, que también anunció a través de Twitter… Desde el 10 de junio, Estados Unidos va a imponer un arancel del 5% a la importación de productos mexicanos, si no se detiene la inmigración ilegal desde su vecino del sur.
Se busca un piso
En medio de esta creciente conflictividad, el S&P 500 está cerrando el quinto mes del año con una caída del 6,5%. Si analizamos el gráfico del índice norteamericano basándonos en la Teoría de Ondas de Elliott, el S&P 500 estaría desarrollando la segunda parte de la corrección al rally postnavideño que finalizó el 1 de mayo.
El área donde las acciones de Estados Unidos podrían rebotar se ubica en la zona de los 2715 puntos, donde hallamos el nivel de retroceso del 38,2% de la suba anterior, que coincide con el piso de marzo que hicieron en marzo pasado.
Como llamado de atención, la curva de rendimientos de los bonos norteamericanos está invertida y su pendiente se está negativizando con el correr de los días. Recordemos que la curva invertida y su mantenimiento en el tiempo es un fiable predictor de recesiones en Estados Unidos.
Donald Trump ya sabe esto. No me sorprendería que, en los próximos días, el mandatario inste a la Reserva Federal a bajar la tasa de referencia para inducir la baja de los rendimientos de corto plazo y aplanar la curva. Tranquilamente lo podría hacer a través de Twitter, lo que tendría un impacto positivo e inmediato en las acciones.
En el plano local, finalmente el rally de emergentes fue interrumpido por el oscuro panorama de las acciones en el mundo, producto de la creciente conflictividad comercial. El martes el S&P Merval rozó los 800 dólares pero no pudo sostenerse. Esta vez no tuvieron que ver ni el dólar, ni los precios; ni siquiera las definiciones políticas. Se debió puramente a factores externos. Por eso necesitamos que se mantenga la paz cambiaria y que se aquieten las aguas en la renta variable global para que los inversores vuelvan a querer tomar riesgo argentino.
Hasta la semana que viene,
Bruno Perinelli
Para CONTRAECONOMÍA