El dólar está subiendo y Argentina está teniendo una crisis de deuda. Lo único sorprendente es que los inversores se hayan sorprendido. En retrospectiva, la emisión exitosa de Argentina de un bono soberano a 100 años con un rendimiento del 7,9% el año pasado fue una señal de una excesiva complacencia de los inversores acerca de los mercados emergentes.
No ha transcurrido mucho tiempo antes de que resurjan los problemas tradicionales del país: alto endeudamiento externo, mala administración monetaria y derroche gubernamental. La gran pregunta es si este problema se va a extender al resto de mercados emergentes.
Los mercados emergentes están bajo presión porque el dólar está fuerte y las tasas de los Estados Unidos están subiendo, mientras que el crecimiento en China, la clave en el comercio internacional, se está desacelerando. Además, los precios del petróleo son altos y presionan los saldos de las cuentas corrientes.
Lo que es inusual es que todo esto está sucediendo a la vez.
El petróleo tiende a debilitarse cuando el dólar se fortalece y el crecimiento mundial se desacelera, porque se vuelve más caro para los compradores no estadounidenses y porque el crecimiento de la demanda del combustible proviene mayoritariamente de fuera de EE.UU.. Eso puede proporcionar un colchón para los importadores netos de petróleo, como Turquía e Indonesia. Aunque un dólar fuerte agota sus cuentas de capital, al menos sus cuentas corrientes no se ven afectadas por el petróleo caro.
La última vez que el dólar se disparó al alza, en 2015, la industria petrolera mundial estaba en una crisis histórica. En 2013, durante el "taper tantrum", el petróleo estaba caro, pero el dólar nunca se fortaleció de manera espectacular, en parte porque el crecimiento de los mercados emergentes aún parecía relativamente sólido. De hecho, la última vez que el mundo tuvo un dólar fuerte, altos precios del petróleo y unas buenas perspectivas económicas en Estados Unidos fue a finales de la década de 1990, no el mejor momento para los mercados emergentes.
La buena noticia es que esta situación puede no ser duradera. Los precios del petróleo han sido impulsados por la incertidumbre geopolítica junto con la restricción de la oferta de los productores de esquisto de Estados Unidos, que ya están mostrando signos de estar finalizando. Las plataformas petrolíferas de EE.UU. en funcionamiento alcanzaron su nivel más alto desde marzo de 2015 la semana pasada. El crecimiento mundial más lento, especialmente en China, pronto debería comenzar a afectar también al crecimiento de la demanda de petróleo. Los altos precios del petróleo y un dólar fuerte pueden no estar de la mano lo suficiente como para perjudicar sensiblemente a los países emergentes endeudados (excepto a Turquía y Argentina).
Aún así, el comportamiento relativamente tranquilo de los mercados emergentes desde la crisis financiera mundial ha condicionado a los compradores a esperar algún que otro susto pero no un derrumbe. Pero si el dólar sigue subiendo y los precios del petróleo se niegan a descender, los inversores podrían sufrir más de un disgusto.
fuentes: wall street journal
Carlos Montero - Lacartadelabolsa.com