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CHESTER SPATT, EX ECONOMISTA DE LA SEC: "PARA REGULAR LAS FINTECH PRIMERO HAY QUE ENTENDERLAS"

La trayectoria de Chester Spatt habla por sí misma, pero hay que remontarse a varias décadas atrás para entender por qué cada una de sus palabras revierte una legitimidad especial. Egresado de la Universidad de Princeton con un BA en Económicas, estudió durante los cinco años posteriores para conseguir su Master, primero, y su doctorado, después, ambos en la Universidad de Pennsylvania. Autor de diversos papers sobre economía y, más concretamente, sobre la actividad regulatoria del Estado, desempeñó un grueso de su actividad profesional como profesor y, quizás más importante, como miembro de la Security and Exchange Commision (SEC, por sus siglas en inglés), el ente encargado de asegurar la libre competencia en los Estados Unidos.

En mayo visitará Buenos Aires en el mercado de un evento organizado especialmente por el MIT Sloan relacionado con el ecosistema fintech. Antes del evento, Infotechnology dialogó con el profesor Spatt sobre el mejor camino para regular a las fintech que, al no tomar depósitos, no serán regulados por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), al menos por el momento. También sobre cómo nuevas tecnologías —como Blockchain—ponen en jaque los sistemas legales actuales.

Su especialización son las regulaciones en el sector financiero. En la Argentina, las fintech no son reguladas de la misma manera que otras entidades financieras que sí toman depósitos. ¿Considera que deberían existir regulaciones en pie desde el principio?

La regulación aparece como necesidad solo cuando el mercado fracasa. Es decir, la regulación en sí misma es un intento del Estado de corregir problemas en los que el mercado no ha encontrado todavía soluciones. En este sentido, las fintech no son diferentes a otros actores: en mi opinión, deberíamos mantener el mismo encuadre regulatorio para las actividades de esta clase de empresas que los que tenemos en pie para compañías financieras tradicionales. Hay una razón muy fuerte para eso: todavía no entendemos bien cómo funciona su negocio.

Existen desafíos muy concretos que aparecen con estas tecnologías que todavía no comprendemos del todo. Por ejemplo, hay más anonimidad y una ausencia total de registros centrales. Esto significa que incluso el modelo legal que caracteriza a las sociedades modernas probablemente tenga que ser repensado también. Esto vale para las fintech, pero para muchas otras tecnologías también.
Cuando existan los autos autónomos, ¿quién se va a hacer responsable por los accidentes: el humano detrás del volante o el sistema que estaba conduciendo? Lo mismo con los llamados “roboadvisors” que se encargan, mediante un algoritmo, de tomar decisiones financieras. ¿Las leyes actuales los alcanzan?
Un argumento en contra de la regulación que esgrime el BCRA en nuestro país es que las fintech podrían impulsar la competencia en el sector financiero. En países como el nuestro, en los que la relación préstamos-PBI es baja o la bancarización no llega a la mitad de la población, podrían estimular la competencia. ¿Qué piensa?
No estoy de acuerdo con esta visión. Primero tenemos que entender bien cuáles son los problemas; dónde es necesario regular. Es muy tentador cambiar las reglas para ajustarlas a las necesidades de las fintech, pero primero es importante entender dónde está el negocio y cuáles son los desafíos de un modelo esencialmente descentralizado.
Hoy, muchas empresas basan su modelo de negocios en la venta de datos. ¿Se necesita regularlos de una manera especial para salvaguardar la privacidad de las personas?
Sí. La privacidad de los datos y quién tiene derecho a usarlos es un tema candente en este momento porque echa luz sobre las vulnerabilidades más profundas de la tecnología. En esta era de big data casi todo el valor de las compañías más grandes del mundo —como Alphabet/Google, Amazon o Facebook—depende del uso comercial que le dan a los datos de sus usuarios. Y, en este contexto, la capacidad de los usuarios de limitar el control de estas compañías se está volviendo cada vez más escasa.
Bitcoin no es una moneda. Es un commodity y tiene que ser regulado como tal.”
— Chester Spatt,  ex economista de la SEC y senior fellow del MITGolub Center.
Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, reconoció ante el Congreso que los usuarios de la plataforma son dueños de sus datos y eso es sorprendente porque implica un cambio en su modelo de negocios, en cómo pueden monetizar esa información. ¿Hay negocio si, de verdad, los usuarios fueran “dueños” de sus datos? Lo dudo.
Bitcoin y blockchain presentan también desafíos regulatorios porque no dependen de una autoridad central. ¿Cómo categorizaría a las criptomonedas: son una moneda como el dólar o el euro o se necesitan nuevas estructuras para encasillarlas?
Las criptomonedas no entran en la misma categoría que el dólar o el euro, no. Los tokens como el Bitcoin son comprados, en mayor parte, por personas que buscan una ganancia futura vía especulación en el precio o bien por un público que necesita de ellos para habilitar una transacción particular.

Un ejemplo de esto último podría ser alguien que compra una ficha para jugar a los fichines o una entrada para determinado juego en un parque de diversiones: lo hace para facilitar una transacción. Es posible que, en el futuro, estos tokens sean percibidos como un medio de transacción, sí, pero no son monedas. De la misma manera que los cigarrillos son un tipo de cambio en la cárcel: se cambian por otras cosas.

¿Cuál es la visión de la SEC y de otros entes regulatorios respecto a activos descentralizados como Bitcoin?

No son diferentes a otra clase de ecosistema. Digo, que sean autónomos  o descentralizados no significa que no puedan ser regulados, por la SEC o por cualquier otro ente regulatorio. No hay nada que los exceptúe en la letra chica de la ley, hoy por hoy. Si lo fuesen, se crearía un mercado artificial porque tendrían una ventaja regulatoria por encima de otros actores. El caso de Amazon nos da la pauta de cómo podría funcionar: en los Estados Unidos estaba exento de cobrar impuestos sobre sus ventas y creó una ventaja competitiva importante que aceleró su crecimiento.

Hoy por hoy, las Inicial Coin Offering (ICO) se han hecho muy conocidas para financiar proyectos por internet. Hubo casos de estafas o defraudaciones. En la Argentina, la CNV recomendó no invertir en ellas. ¿Son un instrumento riesgoso?
Son instrumentos nuevos que generan en los inversores una expectativa de ganancia y, por lo tanto, entran en lo que llamamos “títulos valores” con su regulación correspondiente. La verdad es que las fintech y otras empresas que basan su modelo de negocios en blockchain presentan nuevos desafíos regulatorios y es importante entenderlos bien antes de sacar conclusiones apresuradas.

¿Bitcoin tiene el potencial para convertirse en la primera moneda global?

De ninguna manera. Bitcoin no es una moneda de hecho. Es más una commodity, en mi opinión, y debe ser regulada como tal. Por eso la Commodities and Futures Trading Commission los deja operar en plataformas de derivados pero los bancos centrales no lo tratan como moneda. Además, no se lo puede comparar con otras monedas porque el euro o el dólar tienen grandes reservas de valor; tienen respaldo.

Con Bitcoin eso no pasa. Tiene muchos problemas que debe que resolver. Por ejemplo, hoy existen muchos competidores semejantes y es muy costoso realizar transacciones sobre su plataforma. Por supuesto, esto puede cambiar con el tiempo; si los costos de la energía bajan, también bajarán los costos de las transacciones. Pero si es imposible realizar transacciones pequeñas sin incurrir en un costo alto, ¿cómo puede ser considerada un medio de cambio, como lo es el dólar a escala global? Me resulta difícil imaginarlo hoy.  


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