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La vertical escalada del bitcoin pone en pie de guerra a las manos fuertes de las finanzas tradicionales

Las advertencias contra el bitcoin son tan antiguas como la propia criptomoneda. Sin embargo, no ha sido hasta su más reciente y vertical escalada que las manos fuertes de las finanzas tradicionales han hecho saltar la voz de alarma. Desde el banco central de China al supervisor británico, pasando por JP Morgan cargan contra la divisa digital.
El discurso más agresivo hasta la fecha lo ha lanzado Jamie Dimon, director ejecutivo del gigante financiero JP Morgan, que no ha dudado en calificar el auge del bitcoin de “fraude estúpido”. Sin embargo, expertos en el sector matizan sus palabras y hablan de que no se trata tanto de un juicio a la criptomoneda y sus ‘hermanas menores’ en sí mismas, sino más bien al modo en el que se ha construido una vertical remontada que arroja una revalorización del 5.000% a la divisa solo en lo que va de año. Y eso, a pesar del drástico retroceso que ha sufrido en las últimas sesiones a tenor de las advertencias llegadas desde los cuatro puntos cardinales.
Unos días antes de las declaraciones del hombre fuerte de Wall Street, el Banco Popular de China daba el golpe en la mesa: prohibidas las operaciones de financiación corporativa basadas en criptomonedas. Los argumentos más señalados son la volatilidad de estas divisas y su escasa correlación con un renminbi (nombre oficial de la moneda nacional china) al que Pekín ha logrado situar en primera línea de los mercados internacionales con su inclusión en la cesta de derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional (FMI).
A pesar de estos argumentos válidos, analistas consultados ven un motivo menos predicado, pero no por ello menos poderoso: la escasa rastreabilidad que tienen las operaciones en bitcoins. Las dificultades a la hora de conocer el origen y titularidad de estas criptomonedas hacen que el blanqueo de capitales se convierta en algo mucho más sencillo que con monedas al uso vigiladas por entidades estatales o supranacionales. Puesto que el ‘Gigante Asiático’ se ha fijado en la lucha contra la corrupción una de sus principales metas para este mandato, la decisión de prohibir a las compañías nacionales la financiación a través de estas herramientas adquiere un significado mayor.
Solo unos días después, la autoridad financiera británica (FCA, por sus siglas en inglés) lanzaba una advertencia muy similar a la de China, pero sin entrar en vetos. En la primera circular de la institución referida específicamente a las criptomonedas se apuntaba al “alto riesgo” de buscar financiación empresarial a través de estas. Una circunstancia que, señalan los expertos, no es de extrañar ante la fuerte depreciación que ha sufrido la libra esterlina desde que se pusieron en marcha los mecanismos para la activación del Brexit y que se ha visto acelerada por la revalorización conseguida por un euro que sigue disfrutando del apoyo incondicional del paquete de estímulos de su banco emisor.
La nota de la FCA señalaba que “antes de invertir” en estas criptomonedas, a cuya cabeza se sitúa el bitcoin, “se debe ser consciente de los riesgos involucrados y es necesario realizar una investigación completa del proyecto específico” sobre el cual se sustenta cada una de ellas. Esta es la clave para Albert Enguix, gestor de GVC Gaesco Gestión y experto en la materia. En su opinión “cerca de un 95% de las personas que están en bitcoin no tienen la más mínima idea de su funcionamiento”, lo que habría provocado un sobrecalentamiento de la moneda por puro efecto llamada y no a consecuencia de un mayor uso o demanda para la economía real, lo que sería síntoma de una apreciación más sana y consistente.
MUCHO ‘EFECTO MANADA’ Y POCO USO REAL
Enguix señala que este es el “efecto manada” contra el que tantas veces ha advertido el magnate Warren Buffett, conocido como ‘el Oráculo de Omaha’ por el acierto que habitualmente ha demostrado en sus inversiones. En opinión del experto, más allá de prohibiciones, lo que el bitcoin y sus comparables necesitan es un marco regulatorio específico que permita una mayor difusión de su uso como moneda y menos como activo de inversión especulativa.
El responsable de estrategia macro global de Saxo Bank, Kay Van-Petersen, incluye una derivada más en el debate: “se ha acusado a la criptomoneda de ser una moneda para criminales e insegura, pero creo que lo que sucede es que los grandes bancos se sienten presionados por la nueva moneda, pues va más allá de lo que ellos controlan”. En una reciente nota a clientes de la entidad danesa, que incluye entre su catálogo de productos de inversión varios relacionados con la evolución del bitcoin, considera que “es de esperar que más bancos critiquen el bitcoin en el futuro, mientras que promoverán sus propios proyectos de ‘blockchain’, que no serán descentralizados”.
La tecnología de cadena de bloques o ‘blockchain’ es el fundamento del bitcoin y otras monedas criptográficas, cuya emisión procede de la resolución de problemas logarítmicos por parte de los procesadores de cálculo de los ordenadores. Esto es lo que se conoce como minería, un proceso que a día de hoy requiere de una potente capacidad informática ya no apta para usuarios convencionales. Todas las operaciones que se realizan con criptomonedas requieren además de confirmación de cálculo, un nuevo proceso que otorga a sus ejecutantes recompensa en forma de monedas de nueva emisión, de esta forma se crean unas divisas cuya demanda ha superado con mucho a la oferta en las fechas más recientes.
El hecho de que estos procesos sean descentralizados y en buena medida compartidos es lo que ha hecho que la banca tradicional apueste fuerte por otra criptomoneda, hoy por hoy menos popular pero que ya cuenta entre las principales del mercado: el ethereum. Gigantes financieros de todo el mundo han creado una asociación para compartir conocimiento y proyectos piloto en cuanto al uso de este sistema para fijar órdenes de pago e historiales de transacciones. Entre los participantes del proyecto está el español Banco Santander.
NUEVAS INICIATIVAS Y NUEVOS VETOS
Los nuevos proyectos no dejan de nacer e incluso existe ya una criptodivisa ‘marca España’. En este caso, no se trata de una moneda fiduciaria como el bitcoin o el ethereum, sino que su respaldo son activos energéticos. El bilur, según sus desarrolladores, “proporciona un enfoque innovador para proteger los valores mediante el respaldo de su valor en energía física almacenada”, pues cada una de estas monedas equivale a una tonelada equivalente de petróleo (TOE), que a su vez se corresponde con unos 11,6 megavatios hora de energía.
A día de hoy, existe cerca de una decena de países donde el bitcoin está prohibido en todo su uso por argumentos que van desde la lucha contra el blanqueo de capitales hasta el riesgo para eventuales inversores minoristas. En cuanto a lo primero, la dificultad para trazar el origen de una cartera de bitcoin hace que sea una moneda de uso frecuente en la resolución de transacciones al margen de la legalidad. Más ahora, con los precios que ha alcanzado en el mercado de divisas. Enguix señala, por ejemplo, el riesgo que entrañaría el uso de bitcoins para el cierre de operaciones inmobiliarias. Estos son los motivos por los que su uso está vetado o fuertemente restringido en Bangladés, Bolivia, Ecuador, Islandia, India, Rusia, Suecia, Tailandia y Vietnam. Lista a la que acaba de sumarse China.
El mayor banco estadounidense por activos, Bank of America - Merrill Lynch, ha advertido de que a pesar de que “el bitcoin puede convertirse en un medio de pago fundamental para el comercio electrónico” y, por tanto, suponer “un serio competidor para los proveedores de sistemas de transferencia tradicionales”, la actual escalada de precios tiene síntomas de burbuja de valoración, pues su cambio contra las principales divisas físicas mundiales “ha ido más allá de lo que justifican sus fundamentales”. Esta última opinión se comparte en Citigroup, otro de los gigantes de Wall Street, que sin embargo considera que no será “una amenaza disruptiva para los bancos o redes de tarjetas” como Visa y Mastercard. El debate sigue sobre la mesa.


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