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El cóctel explosivo: la suba de combustibles y el alza del dólar empujan la inflación en el rubro alimentos

Federico Sturzenegger miró fijo a su interlocutor y remató un extenso diálogo sobre los causantes de la inflación: "¿Sabés por qué el jabón en polvo aumentó 50% en el último año en el negocio que está en la esquina de mi casa? Porque los consumidores convalidaron el precio. Y lo hacen porque en la economía hay demasiados pesos dando vueltas". 

Para el presidente del Banco Central, no hay lugar a dudas sobre qué hacer ante una situación así: "Hay que mantener la mano dura". 

La anécdota, traducida a medidas de política monetaria, significa que hay un pleno convencimiento en cuanto a sostener un régimen que tenga bajo control al dinero circulante, por la vía de las altas tasas de interés.
Para la mayoría de sus colegas -muchos de la City, ortodoxos como él-, el funcionario actúa como un "fundamentalista del mercado".
A esos economistas no les convence la estrategia del BCRA para combatir la inflación. Al contrario, cada vez se muestran más distantes de "Sturze", como lo nombran en confianza.
La rigidez del banquero central es, desde hace tiempo, controversial porque tiene "lado B": si la forma de combatir la inflación es el desincentivo al consumo, eso va en contra del demorado objetivo de reanimar la economía. Pero ahora se agrega algo peor: aun con la "mano dura", la inflación amaga volver a dispararse, y con los alimentos como uno de los rubros de mayor aumento.

Son demasiadas malas noticias para un Gobierno que se ilusiona con anunciar, justo antes de las elecciones, una caída en el índice de la pobreza.
Por ahora, el presidente Macri le da la derecha. El jefe de Estado desistió de aplicar otras fórmulas para enfriar las remarcaciones en los precios, sobre todo de los alimentos.
A tal punto, que el titular de un reconocido banco le preguntó a uno de los directores del BCRA, medio en chiste y medio en serio, si no haría falta "un poco de morenismo" para evitar abusos de parte de los formadores de precios.

Los alimentos, a la cabeza
La reciente actualización de los precios en los combustibles amenaza con agravar el escenario. Ni bien trascendió el incremento del 7,2% en las naftas y del 6% en el gasoil, desde la casilla de mail de una de las principales compañías alimenticias remarcaron entre 5% y 7% los valores de los fideos de las líneas más económicas y de la yerba. 

El dato hubiese pasado desapercibido para los supermercados que recibieron ese correo, si no fuera por un hecho: fue enviado un domingo, con tal de no perder un solo día de facturación con el nuevo esquema de precios.
La línea de puntos que une el ajuste en el gasoil con los valores de los alimentos es bien visible, por lo que, en definitiva, profundizará un fenómeno que ya era evidente antes de este último reajuste.
Según la consultora Elypsis, una de las más seguidas por los economistas ya que mide la evolución online de más de 300.000 productos, el rubro de alimentos y bebidas se encareció 1,8% durante junio. Y se volvió a colocar entre los de mayor suba. El mes anterior se había disparado 2%.
Los productos lácteos encabezan el ranking del mes pasado, con un incremento del 3,3%. La leche fluida (3,6%) y los quesos (3,9%), a su vez, son los que empujaron los incrementos. Los panificados y el azúcar subieron 2,9%. Las verduras, en tanto, lo hicieron en un 2,3% promedio.
Siempre según Elypsis, las carnes avanzaron 1%, luego de haberlo hecho en un 2,5% durante mayo.
De esta forma, el rubro de los alimentos sigue encabezando los movimientos de los precios. Según el INDEC, son mayoría los productos alimenticios que se encarecieron bien por encima del índice de la inflación general.
Los aceites están al tope de ese ranking preocupante: los precios subieron 67,9% entre mayo del año pasado y mayo último. Los lácteos lo hicieron en un 36,2%. Las bebidas, con los vinos que en promedio aumentaron 41%, corren en tercer lugar.
¿Qué está ocurriendo? ¿Habrá que quemar los libros de economía que aseguran que, ante una actividad pinchada, los precios deberían estar tranquilos?
Lo primero que salta a la vista son los incrementos en los costos de las compañías, que indefectiblemente deben aplicarse al valor final de los productos. A comienzos de año se dieron ajustes en las tarifas de electricidad y gas, que las empresas fueron trasladando a medida que les llegaron las facturas.
Pero no fue lo único, claro está. Fernando Marengo, director de la consultora Arriazu & Asociados, tiene algunas explicaciones adicionales:
-Aceites: el impacto, según el especialista, se vincula con la decisión oficial de liberar un mercado que estuvo durante 12 años regulado por la administración anterior. "Un sinceramiento del mercado", refiere Marengo, en diálogo con iProfesional.

-Bebidas: hubo un notable incremento en el rubro "Vinos" debido al fracaso de la última vendimia. La caída en la producción presionó sobre los precios. Este año fue de 19 millones de quintales cuando entre 2010 y 2015, en promedio, alcanzó los 26,5 millones de quintales. Esta campaña, junto a la del año pasado, se anotan entre las peores en 50 años, lo que obligó a las autoridades a importar volúmenes récord desde Chile.
-Lácteos: con un 36,2% de suba interanual, este rubro le pone presión a la canasta básica. Hubo dos variables que confluyeron: primero, la crisis terminal en SanCor, que disminuyó la producción en niveles que el resto de las compañías no alcanzaron a compensar. Luego, el impacto de las inundaciones, que azotaron la mayoría de las cuencas lecheras.
El efecto dólar
El economista Emmanuel Alvarez Agis, viceministro de Axel Kicillof, viene estudiando el comportamiento de los precios de los alimentos en relación al tipo de cambio. Es una foto que vale la pena observar habida cuenta del último movimiento alcista del billete verde, que lo llevó por encima de los $17.
Agis toma como ejemplos dos hechos recientes: el Brexit, de julio de 2016, y la elección de Donald Trump, en noviembre último. El punto común a ambos casos fue la suba del tipo de cambio en la Argentina.
-Brexit: luego de la suba del dólar del 5,7% en aquel julio de 2016, la inflación de alimentos y bebidas pasó de un promedio mensual de 2,1% entre febrero y julio 2016 a un 3,1% en agosto, tras el salto del tipo de cambio.

- "En el mismo sentido, luego de una devaluación mensual de +3,3% en diciembre de 2016 por el "Efecto Trump", la inflación mensual de alimentos y bebidas pasó de un promedio de +1,6% en septiembre-diciembre 2016, a +2,9% en enero de este año", escribió Agis en el último reporte de su consultora, "PxQ".
En diálogo con iProfesional, el ex viceministro habla de una paradoja: "Pese a la menor demanda, los precios suben", afirma. 

"Una de las explicaciones es que a las empresas les siguen incrementando los costos fijos: la luz, el alquiler, el agua y ahora los combustibles", agrega.
Desde una de las fábricas de alimentos más grandes del país aseguran que, en los últimos meses, se han resignado márgenes de rentabilidad para evitar una caída superior en las ventas. Pero que esa baja fue largamente compensada por el crecimiento de los costos, con lo cual los consumidores siguen abonando los productos cada vez más caros.
"Tenemos las manos atadas. Subimos los precios sólo para hacer frente a las tarifas más altas y también para comprar gasoil más costoso. Los márgenes están retraídos, y en la industria nadie está pensando en recomponerlos. No, por lo menos, hasta que el consumo levante", le cuenta una fuente confiable de la industria alimenticia a iProfesional.
Entre los mayores costos que se sumaron en junio figura la segunda cuota de la paritaria de los empleados de comercio, que cerraron con un aumento salarial del 27% anual.
En una de las principales fábricas de productos farináceos del país advierten a iProfesional que, tras un incipiente repunte de las ventas durante abril, la situación volvió a terreno negativo. "Lo peor es que con los continuos aumentos de los costos, nosotros no prevemos una mejora significativa en el corto plazo. Ojalá nos equivoquemos, pero estamos trabajando con nuestros stocks bajo esos presupuestos".
Desde los supermercados también le corren el cuerpo. Contra lo que muchos piensan, el sector comercial asegura que también han achicado al máximo los márgenes.
Y adelantan un dato: la caída de ventas en las grandes superficies habría alcanzado al 5%, en términos reales, durante junio. Los números definitivos los informará el INDEC, recién dentro de dos semanas.
Lo que sorprende, admiten en uno de los grandes supermercados, es que estos signos negativos suceden a otros, también en rojo, del año pasado. "No sabemos qué hacer para levantar la cabeza", grafican en una de las empresas referentes del mercado.


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